Mamá psicóloga
Capítulo 113

Capítulo 113:

POV Lucas

“Y no tienes que preocuparte por eso, dormí la mitad de mi vida en la misma cama que una chica con habilidades para patear certeramente mientras dormía”.

Sonrío ante sus palabras.

Siento que definitivamente ella es la que mejora mis días, mucho más de lo que alguna vez lo ha hecho alguien. La atraigo más cerca de mí.

Ese deseo vuelve a renacer, pero necesito calmarlo, así que simplemente lo ignoro.

“¿Qué tal si vamos a visitar a mi hermana mañana en la tarde?”

“Oh, tengo varias cosas que hacer en la repostería, pero me encantaría”.

“Podemos ir después del trabajo, también tengo trabajo que adelantar en la clínica”.

“Ben, entonces me encantaría, escuche a tu madre decir que vive en una montaña”

Ella suena emocionada.

“Nunca he subido a una montaña, las excursiones de mi colegio eran todas a una iglesia que quedaba en medio de un descampado”.

“Pues iremos mañana a la montaña”, decido.

“Podemos cenar ahí, Lucía tiene un porche bastante bonito”.

“¿De verdad?”

Asiento con la cabeza.

“Incluso tiene un manantial cerca de casa”

Tomo su mano.

“T e haré vivir muchas primeras veces Beatriz, lo prometo”

POV Beatriz

Realmente estoy feliz, no puedo explicarlo y tampoco quiero pensar demasiado en esa parte de mí que sigue diciendo que esto está mal solo porque estoy haciendo todas las cosas por las que prácticamente me dijeron podría ir al infierno.

Me levanto de la cama cuando mi alarma suena.

Apenas son las tres de la mañana, pero el hombre con el que dormir no está ahí.

Salgo de la habitación pensando en que para ser sincera lo de anoche fue mucho más increíble de lo que recordaba podía ser el se%o.

Ben siempre era tan directo, tan brusco que ni siquiera pensé que podría sentirme de esta manera.

Mi v!entre se contrae ante el recuerdo de todas esas furiosas sensaciones que hicieron mi mundo explotar por primera vez en mi vida.

Me digo que Lucas es realmente un ángel para mí no solo porque me está enseñando que el mundo es mucho más hermoso de lo que imaginaba, sino porque me rescató y me ha dado más de lo que mi propia familia, la que me abandonó, me dio en toda mi vida.

Peino rápidamente mi cabello para bajar las escaleras, me encuentro a Lucas en la cocina, bebiendo algo de café con su bata de médico cuidadosamente doblada sobre su brazo.

Me siento un poco mal por haberme levantado después de él, ya que se supone debería cuidar al menos un poco de sus comidas.

“¿Ya te vas?”, pregunto impresionada por no sentirme extraña después de haber dormido con él.

“¿Por qué no me despertaste?”

“Solo quería un café antes de irme”, responde dejando su taza para acercarse hasta mí.

“¿Por qué te levantaste tan temprano?”

“Necesito irme al trabajo pronto…”, susurro mientras él acaricia mi mejilla cuidadosamente.

“Yo quería hacerte algo de comer también para…”

Él detiene mis palabras con un beso rápido en los labios, me da un pequeño guiño antes de responderme con una de esas sonrisas que siempre me han hecho sentir esta extraña seguridad dentro de mí.

“No necesitas preparar nada, hoy tendré un día ocupado”, me informa.

“Pero pasaré por ti a las seis para ir a casa de mi hermana, ¿Ok?”

Asiento.

Él me besa una segunda vez antes de marcharse rápidamente de la cocina, lo observo desde mi lugar mientras él sale por la puerta y después de quedarme completamente sola me alisto para irme a la tienda.

Doy de comer al gato y organizo un poco todo antes de marcharme de casa.

Llego a dicho lugar una hora después.

Al llegar a la repostería me siento mucho más cómoda que antes, toco mi v!entre sintiendo que los bebés están un poco inquietos el día de hoy e intento calmarlos comiendo algunos de los caramelos que traje de casa.

Camino hacia la parte trasera de la tienda para prepararme y después de una hora estoy colocando los primeros lotes de postres en el horno.

Me ocupo de hacer el resto de dulces y checo las porciones de dulces fríos que metí a la nevera.

Cuando los primeros dulces comienzan a salir, los decoro justo como viene en las recetas que dejaron para mí y los llevo al mostrador una vez están listos.

El primero de los empleados llega a las siete, su compañera llega media hora después y el resto llega justo a las ocho.

Les pido encargarse del resto de cosas mientras limpio un poco la parte posterior de la tienda,

En el momento que abrimos siento que no tendremos muchos clientes, pero conforme pasan las horas el local se llena a tal punto que no podemos parar ni un segundo de atender.

Preparo una segunda tanda de postes alrededor de las doce de la tarde y una vez más estos prácticamente vuelan de los mostradores antes de las dos de la tarde.

Anoto mentalmente que debo preparar más postres para estar surtidos durante todo el día y cuando prácticamente no queda nada le pido a los chicos cerrar la tienda.

Me siento feliz al cerrar la caja y ver que vendimos casi mil dólares en nuestro primer día.

Los chicos me ayudan a limpiar antes de que les pague su salario del día y cuando todos se marchan me permito sentarme en una de las sillas.

Tomo uno de los bols de helado que dejé apartado en el fondo de la nevera y lo como en silencio sintiéndome una vez más a punto de comenzar una nueva vida.

“Estoy segura de que puedo con esto, mis niños”, susurro acariciando mi v!entre.

“Les prometo que seguiré dando lo mejor de mí”.

Después de comer el helado, adelanto un poco del trabajo de mañana, coloco los postres fríos dentro de la nevera para que se mantengan y solo después de que todo está bien, vuelvo a salir de la cocina.

Tomo mi móvil para checar la hora, no pasan de las cuatro de la tarde, así que decido ir a hacer algunas compras para llevarle algo a la hermana de Lucas.

No camino mucho, pues mis piernas están bastante cansadas.

Me detengo en el almacén comercial a dos cuadras de la tienda y me permito comprar algunas cosas para los bebés antes de escoger un bonito adorno de jardín en forma de ciervo.

Regreso a la repostería alrededor de las cinco y media, alisto mis cosas mientras espero a que Lucas venga por mí.

Justo como prometió, aparece en la puerta a las seis en punto.

Paso una mano por mi cabello tratando nerviosamente de que se vea mejor y siento mi corazón palpitar de emoción cuando Lucas entra en la repostería.

“Hola”, dice él mirando alrededor.

“¿Qué tal fue el día?”

“Excelente, tuve que cerrar antes”, respondo caminando hasta la nevera donde solo queda una porción de pastel de queso.

“Pero te guarde algo”.

Mi doctor mueve sus ojos hasta el pastel.

Él sonríe sentándose en una de las mesas y coloco los cubiertos frente a él.

Pero antes de que pueda apartarme me hace caer sobre su regazo.

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