Mamá psicóloga
Capítulo 112

Capítulo 112:

POV Beatriz

Me asombra un poco su longitud, ya que no es para nada del tamaño, visiblemente menos notable que el de Andy.

Cierro mis ojos cuando no puedo seguir mirándolo y solo los abro de impresión cuando la mano en mi cintura se desliza hacia mi monte de Venus.

Agradezco también haberme depilado hace poco.

Mis piernas se tambalean cuando esos dedos tocan la zona íntima en mi cuerpo femenino.

Me aferro a él con la respiración descompasada y el rostro interna de mis rodillas golpea el borde de la cama un minuto antes de que caiga sumamente en ella con Lucas sobre mi cuerpo.

Él se desliza por mi cuerpo, baja lentamente hasta mis pechos y aún no me siento lo bastante segura como para poder mirar, pero el ligero roce de sus labios en mis sensibles pechos solo hace las cosas más calientes.

Mis uñas se clavan en la carne de Lucas.

Él atormenta la punta de mis pechos durante demasiado tiempo y siento que ese lugar entre mis piernas es ahora un manantial de humedad.

Él mueve su mano hasta mis muslos y los abre para deleitarse en ellos y me hace algo que jamás en la vida me han hecho.

Andy no dijo que esto era posible, así que estoy asustada, avergonzada y emocionada a la misma vez por sentir sus labios en mi intimidad.

G!mo de éxtasis ante los movimientos de su lengua.

Mis lágrimas se deslizan de placer cuando el deseo me hace añicos, pero el mundo que ya ha explotado en mil pedazos solo se rompe una vez más cuando Lucas entra en mí.

Es dulce, no duele o me hace sentir incómoda, él me acaricia.

Se acomoda en mi interior dándome tiempo a mí también de ser consciente aún más de él, abriéndome completamente, comienza a moverse un minuto después.

El placer más absoluto me llena cuando sus dedos acarician el diminuto punto en medio de mi intimidad.

Sigo dándome cuenta de que no he vivido nada, de que definitivamente Lucas es el hombre que debería haber tenido en mí mucho antes y al que deseo tener en ella de ahora en adelante

POV Lucas

Me despierto alrededor de las seis de la tarde, la mujer dormida a mi lado se mueve en sueños y observo durante un segundo su preciosa espalda, ella se voltea premiándome con la dulce expresión de su rostro desperezado y bajo de la cama después de dejar un pequeño beso en su mejilla.

Bajo hacia la cocina para preparar alguna cosa.

Me ocupo de mi gato antes de sentarme en el sofá esperando a que la cena que encargué llegue porque después de pensarlo bien prefiero que alguien más haga la cena por los dos.

Veo la tele durante aproximadamente treinta minutos, la cena que pedí llega justo entonces y preparo la mesa antes de subir una vez más a la habitación.

Mi chica sigue dormida, pero necesita comer, así que me acerco a ella con delicadeza y acaricio sus cabellos hasta que sus ojos se abren, brillantes, mirándome con esa dulzura que sigue calando hondo en mi corazón.

Ella parpadea varias veces antes de cubrir su rostro con la sábana, no sin antes dejarme ver el sonrojo que tiñe sus mejillas.

Sonrío antes de alejar la manta de ella.

Su cabello despeinado se mueve cuando trata de cubrir su rostro con la palma de sus manos.

“No deberías estar avergonzada, he visto todo”, me burlo.

“Soy tu ginecólogo”

Ella jadea.

Luego se hunde un poco más en la sabana y esto solo me hace sonreír mucho más aparto, la manta con prisas, ella chilla cuando la acorralo entre mis brazos y la beso con ese mismo deseo que ella hace arder dentro de mí con solo mirarla.

Me recuerdo que debemos comer, que hay muchas cosas que hacer y hablar ahora que nos hemos involucrado de un modo que no debimos.

Levanto a la mujer desnuda en mi cama para cubrirla con uno de los albornoces del baño.

Ella se deja llevar hasta la parte baja del departamento y cuando la dejo de pie frente a la mesa ella me observa incrédula.

“Cenemos, hablemos un poco y después podemos volver a la cama”.

Ella asiente.

Busco el zumo que preparé porque ella no puede beber en su estado.

Ella me sonríe, pero puedo ver el deseo en su mirada cuando mueve sus ojos a la comida.

Pico una porción de mi carne para extenderlo hasta Beatriz.

Ella me mira con una pequeña sonrisa antes de probarlas.

“¿Está buena?”

La chica, frente a mí asiente, come el primer bocado de su plato y por primera vez me siento emocionado de ver a una chica comer tan vorazmente, aunque debo admitir que es la primera vez que ceno medio desnudo en mi casa con alguien más.

“No estoy muy segura de lo que pasó ayer en la noche, así que quiero saber por qué llegaste llorando, te escuché llorar”.

“Oh, no quiero hablar de eso, realmente”.

Extiendo mi mano hasta ella.

Tomo la mano libre que tiene sobre la mesa y beso, la obligo a mirarme porque realmente necesito saber qué fue lo que sucedió realmente.

“Me decidí air a la casa del pastor porque se me hizo tarde y tuve un momento incómodo, me encontré con…”

“Con el padre de mis bebés”, ella niega.

“Ese desgraciado es el prometido de la hija del pastor y se atrevió a decirme que siguiera acostándome con él”, ella niega.

“Sin comentar que mis padres le dijeron a todos que me fui a vivir a otro país”, sonríe tristemente.

“Al parecer realmente soy una pena para ellos, eso me puso triste así que aquí estoy”.

“Ya veo que te sientes bien”

Trato de cambiar este ambiente.

“Te prometo que me encargaré de hacerte sentir bien de ahora en adelante”.

Ella sonríe aún avergonzada.

Me pongo en pie para sentarme más cerca de ella y tomo sus cubiertos para cortar la carne en su plato.

Ella me mira avergonzada, sus ojos se mueven hasta los míos, le doy un pequeño beso en la mejilla antes de ofrecerle otro bocado, ella acepta la comida antes de tomar ella de mi propio plato para alimentarme también.

Parece algo tonto, pero realmente se siente bien, me siento acompañado y no tengo que pensar en la existencia de ese hombre que acabó con mi familia.

Anoto mentalmente llamar a mi hermana para saber cómo está y me enfoco en la chica que tengo a mi lado.

Después de la cena la llevo una vez más a la cama, me acuesto a su lado abrazándola con fuerza.

Paso una mano por su cabello distraídamente.

Decido contarle realmente lo que está pasando conmigo, ya que vamos a dormir en la misma cama.

“Tengo terrores nocturnos”, le digo.

“Si ves que me pongo muy busco solo deja que pase”, le digo.

“Cuando estoy en ese estado a veces no puedo salir del trance”.

“No voy a dejarte”, me responde.

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