Capítulo 89:

Meses después

Dicen que el tiempo cura todo, pero no es cierto, se aprende a vivir con el dolor porque hay que seguir adelante. Ángela se fue adaptando poco a poco a esa nueva que le estaba tocando vivir.

Lo que sí ocurrió es que cada cosa se fue poniendo en su lugar, Xavier logró quitarle la empresa a Joel Prato, quien quedó totalmente en la ruina, también descubrieron que era quien estaba detrás de los saboteos de los proyectistas en los diversos hoteles que estaban construyendo en varias ciudades del país, al final fueron estos mismo quienes terminaron acusándolo ante las autoridades. Además, su ex presentó cargos en contra de él por violencia.

Freya siguió sola, pero tenía planificado irse a los Est$dos Uluego de la boda y el nacimiento de los trillizos de Tamara. No volvió a coincidir con el doctor, por lo menos no hasta ahora, porque ella lo evadía, aunque quien sabe que les depararía el futuro.

Ángela, aunque el dolor seguía presente en su corazón, vivía con una chispa de esperanza renaciendo dentro de ella. A pesar de la tristeza y el vacío, sabía que no estaba sola. Tenía a su papá Xavier y a Tamara, quienes la amaban y la protegían como su hija.

Le hubiese gustado abrazar a Kate, sintiéndola como su madre, pero la vida no le quiso dar ese privilegio. Sin embargo, mantenía contacto con su abuela Lesbia, hablaba con ella por teléfono y había ido a visitarla un par de veces.

Se sentía bien con Tamara, era buena persona, la amaba y se preocupaba por ella, el sentimiento era recíproco.

Ángela estaba asistiendo a las sesiones de terapia, donde podía expresar sus miedos, preocupaciones y dolor. El psicólogo trabajaba con ella para ayudarla a comprender y procesar sus emociones, así como para fortalecer su confianza.

Con el apoyo de su nueva familia y el cuidado profesional, Ángela empezó a mostrar mejoras en su bienestar emocional. Pudo empezar a dejar atrás los traumas del pasado e ir construyendo una nueva vida llena de esperanza y felicidad.

Xavier y Tamara se enorgullecían de los avances de Ángela, ambos estaban comprometidos a brindarle un ambiente seguro y amoroso donde pudiera crecer plenamente. Habían creado un fuerte vínculo familiar basado en el respeto, la confianza y el amor incondicional.

Ángela aprendió que, a pesar del dolor, había conocido una familia espléndida. Estaba orgullosa de ser parte de los Sebastini y de los Ferreri, todos eran cariñosos y no dudaban en darle su amor, no se sentía recién llegada, sino como parte de ellos desde siempre. Los Castelli tampoco se quedaban atrás, todos eran muy amorosos, el padre de Tamara le dijo que podía llamarlo abuelo y su madre también, lo que ponía celoso a su abuelo Mateo, que quería ser preferido de su corazón.

“Yo soy el preferido de mi nieta”. Señaló enfático Matteo.

“Preguntémosle”. Dijo Lorenzo en un tono desafiante: “Ángela, ¿Quién es tu abuelo preferido?

Ella sonrió al escucharlo tan ansioso.

“Mi abuelo preferido, su nombre… termina en O”. Dijo la chica den tono divertido.

“Lorenzo”. Susurró su abuelo materno.

“Matteo”. Surmuró su abuelo paterno.

“¿Es en serio? ¿Un par de hombres tan inteligentes, no se dan cuenta de que su querida nieta está burlándose de ellos?”. Pronunció Gálata, molesta con ellos: “Es que Isabella, merecen dormir en el sofá”.

“¡Déjalos! Eso los divierte, aman a Ángela y ella se ve feliz con ellos, no me quiero imaginar cuando nazcan los trillizos”. Respondió Isabella, sonriendo de anticipación.

En esos momentos todos estaban juntos en la casa de Xavier y Tamara, organizando la boda que se llevaría a cabo en dos días. Iba a ser una reunión sencilla, porque a Tamara no le parecía bien celebrar una boda por todo lo alto con todo lo que había pasado con Kate, le parecía muy reciente su pérdida y no quería que los medios se enfilaran en contra de Xavier.

Aunque ya se había aclarado todo ante la opinión pública, incluyendo la verdad sobre la acusación de Laurent en contra de Xavier y el último vídeo que Kate grabó. Había ciertas personas que seguían creyendo lo contrario.

“Yo estoy ansioso por cargar a los trillizos, quiero ser el primero en hacerlo”. Dijo un orgulloso Matteo.

Lorenzo lo vio con una expresión de suficiencia, y asintió lo cual sorprendió a todos quienes no perdían detalles de ellos.

Tamara lo vio y contuvo la risa.

“¡Prepárate Xavier! Te viene un gran problema”. Dijo ella divertida.

“¿Qué problema?”. Preguntó, pero apenas las palabras salieron de su boca, supo de qué se trataba cuando escuchó hablar a su suegro.

“Me parece justo Matteo, tomando en cuenta que yo fui el primero que los vio y escucho sus perfectos corazones”.

“¿Qué? ¿Cuándo? Si ese día fuimos los cuatro juntos”. Protestó Matteo con incredulidad.

“Pues no amigo, yo fui cuando mi hija se iba a ir a Santi$go de Ch!le, fue luego de que Xavier mandara a retener el avión con dos cuerpos de seguridad, él por temor a que el susto le hubiera afectado la llevó a hacerle un eco. Así que fui el primero en verlos”. Dijo pavoneándose orgulloso, hasta que escuchó a Isabella y la vio con los brazos cruzados.

“¡Gálata! Creo que tienes razón, por lo menos el mío se merece dormir en el sofá durante un año”. Dijo molesta: “Por haberme mentido”:

El rostro de Lorenzo palideció.

“No tanto amiga, porque después nos autocastigamos”. Respondió Gálata.

“Existen buenos consoladores”. Expresó Isabella, tan molesta que no le importó que estaba en presencia de tanta gente.

Y varios estallaron en risa, más aún cuando la pequeña Ángela preguntó con inocencia.

“Papá, ¿Qué son consoladores?”.

Xavier terminó tosiendo, al punto de que el refresco que tenía en la mano y del cual había tomado un sorbo le salió hasta por la nariz.

Lorenzo, preocupado por su nieta, le dijo algo que hizo estallar en más carcajada a los demás.

“Así se le llama a la gente que consuelan a los que están llorando”.

“¡Xavier!”. Gritó Matteo, acercándose a tu hijo mayor: “¡Estás desheredado!”.

“Papá no te enojes… no fue algo planificado, fue de improviso, no se pongan así”. Trató de calmar a su padre y a su suegra que estaban indignados; porque Gálata estaba gozando riéndose a carcajadas de las locuras de los otros.

“Ay no, ya dejen de molestarse, porque estresan a mami Tamara y ella debe estar fresca como una lechuga para la boda. Para que no haya problema, como mi abuelo Lorenzo vio la primera imagen de los trillizos, les toca cargarlos por primera vez a mi abuelo Matteo, y a las abuelas Gálata e Isabella ¿Les parece?”.

Todos asintieron, no queriendo llevarle la contraria a la pequeña.

Dos días después.

Decir que se quería hacer una boda sencilla, cuando se era miembro de unas de las familias más numerosas, era una mentira, los más cercanos a ellos eran las familias Rocco, Aetón, Hamilton, Castelli y Russo, todas esas eran familias numerosas.

Pero allí estaban todos esperando la llegada de la novia, mientras el novio impaciente caminaba nervioso de un lado a otro como si fuera una fiera enjaulada. Hasta que escuchó el ruido en la puerta, allí fue cuando vio a la novia entrando de manera lenta y elegante. Iba vestida en un sencillo vestido blanco que le hacía resaltar la belleza natural que poseía, con su largo cabello suelto parecía etérea, un ángel, alguien de otro mundo.

Xavier no podía quitar los ojos de ella y suspiró al verla acercarse lentamente a él. Mientras la música sonaba, todos se voltearon para ver a Tamara caminando hacia el altar con su padre.

En ese momento, él se dio cuenta de que no podía esperar más para hacerla su esposa.

Cuando llegaron al altar, el padre de Tamara le entregó su mano a Xavier, quien esperaba con una sonrisa radiante.

“Te estoy dando mi más grande tesoro, cuídala hasta con tu propia vida si es necesario”.

“Así será ¡Se lo prometo!”. Respondió Xavier con voz firme, mientras tomaba la mano de la novia y se giraba hacia el altar.

Por un momento, sus ojos se encontraron y en ese instante sintieron que todo a su alrededor desapareció. Solo existían ellos dos, el amor que sentían el uno por el otro y la promesa de un futuro juntos.

Sus manos se unieron y el sacerdote comenzó a oficiar la ceremonia. Las palabras de amor y compromiso resonaron en el recinto sagrado mientras sus seres queridos los observaban con alegría y emoción.

“Tamara, prometo amarte en la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, en la prosperidad y en la adversidad. Estaré a tu lado en cada paso del camino, protegiéndote, apoyándote y amándote de manera incondicional”. Declaró Xavier con voz firme, llena de amor.

“Xavier, yo prometo amarte y respetarte en todos los días de mi vida. Seré tu compañera en las risas y en las lágrimas, en los momentos buenos y en los difíciles, en la salud y en la enfermedad. Te amaré con todo mi corazón y haré todo lo posible por hacerte feliz, desde este día hasta mi último suspiro”. Respondió Tamara con voz temblorosa, pero llena de un profundo amor.

Los votos de amor resonaron en el corazón de cada persona presente, y todos los ojos se llenaron de lágrimas de felicidad. Finalmente llegó el momento de intercambiar los anillos, símbolos de su compromiso y unión eterna.

“Con este anillo, te tomo como mi esposo/esposa, prometo amarte y respetarte todos los días de mi vida”. Dijeron al unísono mientras deslizaban los anillos en sus dedos.

El sacerdote los declaró marido y mujer, mientras una ovación de alegres aplausos llenó la iglesia. Xavier tomó a Tamara en sus brazos y la besó suavemente, sellando su amor ante Dios y el mundo.

Al salir fueron bañados con una lluvia de pétalos de rosas, con todos felicitándolos por la nueva etapa que comenzaban. Xavier sostuvo la mano de Tamara y la miró fijamente. Sus ojos brillaban con amor y su corazón latía con fuerza. Había esperado por este momento durante tanto tiempo.

“¿Estás lista para una aventura, mi amor?”. Preguntó Xavier con picardía.

Tamara lo miró devolviéndole la sonrisa pícara.

“Cuando y como quieras mi amor”. Pronunció besando con suavidad sus labios y sellando su promesa de amor eterno.

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