Capítulo 90: (FIN)

Después de la ceremonia, la celebración continuó en una hermosa recepción donde la felicidad y el amor se desbordaban en cada rincón. Hubo risas, bailes y brindis en honor a la nueva pareja. Las familias se unieron en un abrazo sincero, compartiendo la alegría de este día especial.

Tamara se sintió abrumada por todo el amor y la felicidad que la rodeaban. Había pasado por tantas dificultades, pero ahora estaba aquí, en brazos de su amado esposo, rodeada de su nueva familia y amigos.

Era tan feliz con él, todo era tan increíble que a veces debía pellizcarse para comprobar que no estaba viviendo un sueño, sino que todo eso era una realidad.

Mientras bailaba con Xavier, miró a su alrededor y se dio cuenta de lo afortunada que era. Había encontrado el amor verdadero, había crecido su ya grandiosa familia y sentía que ahora si estaba en el lugar correcto, donde pertenecía. Cada día que pasaba encontraba una alegría en cada nuevo día.

Tamara sabía que vendrían nuevas aventuras, pero ahora los enfrentaría con valentía y con el amor de su esposo a su lado.

“Te amo, Tamara”. Susurró Xavier en su oído mientras bailaban al compás de la música, con esa voz tan se%y como la primera vez que la había escuchado y tan e%citante que la hacía vibrar cada fibra de su cuerpo.

“Yo también te amo Xavier, todo esto es un hermoso sueño que se ha hecho realidad”.

Tamara se giró para mirar a su esposo a los ojos, por un momento se perdieron en sus miradas.

Xavier miró a todos los lados, la tomó de la mano y salieron sigilosamente de la fiesta, no podía esperar más para tenerla solo para él, así que tomó su mano y la llevó a una habitación.

Tamara no protestó, siguiéndolo con una sonrisa en su rostro. Él cerró la puerta detrás de ellos y la empujó contra la pared, devorando su boca con una ardiente pasión. Sus lenguas chocaron en una danza apasionada mientras sus manos se movían por los cuerpos del otro.

Tamara deslizó su mano por debajo del saco de Xavier, le sacó la camisa y acarició su pecho mientras él g$mía en su boca. Ella podía sentir su miembro endurecerse contra su muslo, supo que necesitaba sentirlo dentro de ella.

“Te deseo”. Susurró ella con voz ronca.

“Y me tendrás”. Respondió sin dejar de besarla.

Luego la giró dejándola contra la pared, le levantó el vestido, apartó su tanga, se abrió el cierre del pantalón y liberó su miembro. Luego le abrió un poco las piernas.

Tamara jadeó, deseando desesperadamente sentirlo dentro de ella.

Ella levantó su cadera para ayudarlo a deslizarse dentro de ella. Xavier, la sostuvo de las caderas y se sumergió dentro de su calor mientras apretaba su cuerpo contra el suyo, cuidando de no presionarla mucho para no lastimar a sus trillizos.

Sus g$midos de placer llenaron la habitación mientras Xavier entraba y salía de su cuerpo, fundidos en una danza de amor. Tamara se arqueó, acogiendo su miembro con su calor. Cada embestida de Xavier, la llevaba más cerca de la explosión de placer.

La mujer gritó de placer mientras su miembro dentro de ella no dejaba de llevarla al cielo, cada movimiento hacía aumentar su placer hasta que juntos llegaron al clímax, entrelazados como dos almas gemelas.

Luego se quedaron en silencio abrazados. Tamara se sintió tan bien como siempre cuando estaba con Xavier, amaba su forma de hacer el amor, la llevaba a otro mundo.

Xavier, antes de moverse, acarició su espalda y su cabello. Ella se apoyó en él con la respiración acelerada.

“Te amo”. Susurró él.

“Yo también”. Respondió Tamara.

Estaban seguros de que su amor los unía para siempre. Mientras Tamara y Xavier permanecían abrazados, tratando de recuperar el aliento después de su momento de intimidad, un leve dolor se apoderó del vientre de Tamara. Ella se quejó ligeramente, lo suficiente como para que Xavier notara su incomodidad.

Xavier, todavía con los brazos alrededor de ella, frunció el ceño y acarició suavemente la espalda de Tamara.

“¿Qué tienes, cariño? ¿Estás bien?”. Preguntó con preocupación en su voz.

Tamara trató de ocultar su molestia y forzó una sonrisa.

“No es nada, solo un pequeño calambre. Pasará pronto”. Dijo respirando profundo.

Pero apenas unos momentos después, otro dolor más intenso atravesó el cuerpo de Tamara. Esta vez no pudo disimularlo. Sus sospechas comenzaron a tomar forma y su corazón se aceleró.

“Xavier…”. Dijo con voz temblorosa: “Creo que… creo que estoy a punto de dar a luz”.

Xavier la miró con los ojos abiertos de par en par, sorprendido y nervioso.

“¿Qué? ¿Estás segura?”. Preguntó, sin poder ocultar la preocupación en su voz.

Tamara asintió, con una mezcla de emoción y temor en su rostro.

“Siento que me estoy poniendo de parto, ¡Estoy rompiendo fuente!”. Exclamó mientras sintió el chorro de agua emanar de su interior y golpear en el piso.

Xavier dio un paso atrás, sintiéndose abrumado por la repentina situación. Su mente intentaba procesar lo que Tamara acababa de decir. Pero su instinto paterno prevaleció y se acercó rápidamente a ella, tomando sus manos entre las suyas.

“Respira, cariño. Todo estará bien. Voy a cuidar de ti y de nuestros bebés, te lo prometo”.

Tamara apretó fuertemente las manos de Xavier mientras otro dolor la atravesaba. Ella trató de mantener la calma y seguir las instrucciones que había aprendido durante su embarazo.

Entre contracciones, Tamara miró a Xavier con ternura y determinación.

Xavier la levantó y salió con ella en brazos y mientras la gente bailaba, comenzó a gritar.

“Marco, mi mujer rompió fuente”.

Todos los invitados dejaron de bailar, tanto los padres de Tamara y Xavier corrieron hacia ellos, Ángela también que estaba emocionada.

“¡Vienen mis hermanitos! ¡Ahora tendré seis! ¡Qué emoción!”. Gritaba feliz: “Quiero que vengan dos niñas, para que me hagan compañía”.

En ese momento se acercó Marco, casi se tropieza con Freya quien se había mantenido un poco escondida para que no la vieran. Cruzaron miradas, pero no se dijeron nada.

“Llamen a la ambulancia”. Dijo Marco.

“No, no dará tiempo… ya vienen”. Pronunció Tamara casi sin aliento, doblándose con el dolor.

“Llevémoslo a una sala, pero igual llamen a la ambulancia”. Pidió Marco, cuando la revisó se dio cuenta de que la primera cabeza había comenzado a salir: “¡Ya viene!”.

Xavier salió para avisarles a todos los presentes que estaban afuera.

Luego regresó junto a su esposa y besó su frente con cariño. Mientras Marco la atendía, Ángela fue a preparar algunas cosas, todos se sorprendían de lo práctica que era la jovencita.

De pronto el llanto de un bebé se escuchó en el salón contiguo, había nacido el primer bebé. Abrió sus hermosos ojos azules, mirándolos a todos con el ceño fruncido, sus padres lo miraron emocionados.

“¡Oh, qué hermoso!”. Exclamó Tamara emocionada, mientras sus ojos se humedecían al ver a su primer hijo.

“¿Ya tienen su nombre?”. Interrogó Marco.

“Si, se llamará Abel”. Respondió Xavier visiblemente emocionado.

En ese momento llegó la ambulancia.

“Creo que para los otros dos faltan un poco, lo que pasa es que Abel Sebastini es un impaciente”. Dijo Marco sonriente.

La ambulancia llegó y los paramédicos se hicieron cargo.

Xavier siguió de cerca de Tamara en la ambulancia, nunca soltando su mano. Estaba lleno de emociones encontradas: miedo, alegría y un amor profundo por su pequeña familia que estaba a punto de hacerse numerosa. Ya el primero de sus trillizos dormía en el pecho de su madre.

Mientras tanto, el resto de los familiares los seguía en sus propios autos.

Agradecían que la clínica fuera de los Ferreri, si fuese otro lugar no se dejarían invadir por tanta gente, porque todos los invitados de la fiesta se fueron a concentrar en la clínica. Yeso que era una sencilla ceremonia de no más de doscientos invitados.

Ya en el hospital, Tamara fue llevada rápidamente a la sala de parto mientras Xavier se ponía el traje quirúrgico y entraba. La preocupación se reflejaba en su rostro, pero su determinación de estar allí para Tamara y sus hijos era inquebrantable.

Después de una hora más de trabajo de parto, finalmente se escuchó el llanto de los otros bebés y los orgullosos padres pudieron conocer a sus otros dos pequeños, dos varoncitos más.

“¡Gracias a Dios!”. Dijo Xavier emocionado: “Con solo cuidar a Ángela de los buitres es suficiente”.

Exagero de manera teatral mientras los doctores se carcajeaban y Tamara negaba con la cabeza.

“Señor Sebastini, usted debe pagar sus andanzas”.

“¡Yo! Yo siempre he sido un ángel”.

“Sera un ángel caído, así como Lucifer”. Agregó ella sonriente, porque a pesar de estar cansada se sentía feliz.

“¿Cómo se llamarán estos hermosos bebés?”. Preguntó la enfermera.

“Bastián Alexander, Nicolás Alexander y Abel Alexander”. Pronunció ella con firmeza, mientras Xavier la veía con una sonrisa.

“¿Alexander? ¿Amor, acaso no hay otro nombre?”. Interrogó con humor.

“Me gustan esos ¿Acaso no te gusta?”. Inquirió con preocupación.

“No amor, es perfecto, tú eres perfecta, ellos son perfectos y todo lo que tú haces es perfecto”.

Le trajeron al otro bebé y dejaron entrara Ángela, luego se tomaron fotos los seis. Tamara y Xavier estaban extasiados, no podían creer que su familia hubiera aumentado tan rápidamente.

La pareja se sentía llena de amor y emoción, mientras observaban a su niña y a sus tres pequeños tesoros.

Tamara tomó en brazos a Abel Alexander, mientras Xavier sostenía a Bastián y Ángela cargaba a Nicolás. Aunque los dos últimos eran gemelos, los tres bebés eran idénticos, con grandes ojos azules y cabellos oscuros.

“Son iguales”. Dijo Xavier, sorprendido.

Tamara asintió con una sonrisa, mientras acariciaba el suave cabello de su hijo.

“Son perfectos”. Dijo ella con voz suave.

La enfermera se acercó y les ofreció ayuda para vestir a los bebés.

A Tamara la pasaron a una de las habitaciones, y mientras la enfermera se ocupaba de los bebés, la pareja se quedó sola en la habitación de hospital.

Tamara se acurrucó en el pecho de su marido, sintiendo su calor y su amor por ella.

“No puedo creer que tengamos cuatro hijos ahora”. Dijo Tamara con una risita.

“Yo tampoco, pero no podría estar más feliz. Todo lo que siempre quise desde que te vi fue estar contigo y formar una familia juntos. Aunque no creas que esa fábrica se cierra, tal vez dentro de un año, podamos buscar esa niña que tanto quieres de manera natural ¿Qué te parece?”.

Tamara levantó su cabeza para mirar a los ojos de Xavier. En ese momento, supo que había encontrado al hombre perfecto para ella. Se amaban con todas sus virtudes y defectos.

“Te amo, Xavier”. Susurró Tamara.

“Y yo te amo más, Tamara… espero que pronto puedas recuperarte del parto para que podamos celebrar como se debe”.

Mientras Xavier hablaba, Tamara notó la mirada lujuriosa de su marido. No podía evitar sonrojarse ante la intensidad de su mirada, pero también sabía que su amor por él nunca había sido solo emocional, sino también físico. Con un gesto travieso, Tamara se deslizó de su pecho y se acercó para besar sus labios.

“Entonces prepárate, porque cuando te agarré jamás te voy a soltar.

“¿Es una proposición?”. Interrogó él.

“¡No! Es una promesa esposo”.

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FIN

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