Capítulo 74:

“Lo siento amor, yo no he dicho nada, no te enojes·”. Pronunció levantándose y abrazando a su esposa por detrás sosteniendo su mentón en el hombro.

Eso pareció apaciguarla y Tamara suspiró con admiración, sintió a Xavier pararse detrás de ella.

“Ellos aún son como un par de noviecitos peleándose —expresó Xavier y ella asintió.

“Son lindos, ¿Sabes? Me encanta ver en tus padres el mismo amor que veo en los míos y en las parejas de mi familia, eso siempre lo he admirado y es lo que quiero para mi vida”.

“Y así será mi amor, seremos todo lo felices que has imaginado y más”.

Ella suspiró contenta, se sentía cómoda y agradecida por la cálida recepción que había sentido de parte de la familia de Xavier. Aunque no había tenido mucho contacto con ellos previamente a ese momento, se sentía como en casa.

Mientras se preparaban para comer la deliciosa comida mex!cana, ella se fijó en la manera en que Xavier interactuaba con su familia. Era evidente que se llevaba bien con todos y que era muy cercano a su madre. Tamara no podía evitar sentirse atraída por esa confianza y ternura que emanaba de él.

Finalmente, se sentaron a la mesa y comenzaron a comer. Tamara se sorprendió por lo deliciosos que estaban los platillos que Gálata había preparado. Cada sabor se mezclaba de manera perfecta en su boca y ella no pudo resistirse a probar un poco de todo.

“Esto está demasiado delicioso, tanto que los bebés quieren repetir”. Dijo ella y todos se echaron a reír.

“Creo que mi mujer tiene una buena excusa para seguir comiendo”. Pronunció Xavier: “Aunque yo también, porque he leído que a veces los síntomas de embarazo les dan a los padres”.

De pronto su madre recordó algo y entrecerró los ojos.

“¡Claro Xavier, era eso!”. Exclamó, pero ninguno supo de qué hablaba y la miraba con curiosidad, ella se sonrió y aclaró: “¿Recuerdas aquellos síntomas de náuseas y mareos que te dieron sin ninguna explicación?”.

Ante la pregunta de su madre hizo memoria y recordó.

“Claro que recuerdo, fue cuando te dije que la chica con la que firmé el contrato no había quedado embarazada”.

“Si, pero se trataba de Tamara, de verdad que es asombroso”. Dijo Gálata complacida por eso.

“Es sorprendente como actúa el destino, haciendo que todo se mueva a favor, ¿Pueden creer que yo no recordaba que la chica que contraté tenía el mismo nombre y apellido de mi Tamy?”. Inquirió y todos lo miraron con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

“¿En serio?”. Preguntó Gálata con incredulidad.

“Si, se me había olvidado decirles, aunque no tiene ningún vínculo con mi Tamy porque yo me encargué de investigar”. Expuso Xavier con tranquilidad.

“Claro, por eso es que las confundieron e inseminaron a nuestra Tamy, en vez de la otra”. Mencionó Matteo.

“Sí, bendita equivocación”. Murmuró Tamara y todos soltaron una risa.

Tamara se sentía cómoda ante la presencia de sus suegros, durante toda la cena compartieron risas, anécdotas y se conocieron mejor. La relación que se había dado con los familiares de Xavier era genuina y venia acompañada de un sentimiento de pertenencia, como si siempre hubiese formado parte de ellos, eso la hacía sentirse feliz.

“Tamara, quiero decirte que desde que mi hijo se volvió un hombre hecho y derecho, jamás había traído una mujer a esta casa. Sabes, me siento tranquila porque estoy viendo que eres una chica extraordinaria. Esta vez nuestro hijo hizo una maravillosa elección y estamos orgullosos de que seas la madre de nuestros nietos ¿Me dejas darte un abrazo?”.

La chica asintió y enseguida Gálata le dio un emotivo abrazo.

Después de esas palabras, cada uno fue diciendo lo que sentía con su presencia. El ambiente en la mesa era distendido y relajado, se notaba que todos estaban disfrutando de la mutua compañía.

Tamara no dejaba de agradecer por la forma en que la familia de Xavier la había recibido, y estaba emocionada por la perspectiva de lo que el futuro les deparaba. Con cada minuto que pasaba iba confiando más, la nube de la desconfianza y de la inseguridad se iba despejando. Estaba volviendo a ser esa jovencita bromista y segura sí misma que dejó de ser cuando se casó con Joel.

Después de la cena, Xavier llevó a Tamara a dar un paseo por el jardín de la casa de su madre. Era una noche fresca y agradable, el cielo estaba salpicado de estrellas. Tamara se sintió tranquila y emocionada mientras caminaban de la mano, disfrutando de la belleza del jardín.

“Estoy muy feliz, Xavier. Esta noche ha sido perfecta”.

“También para mí, me siento más enamorado que nunca”.

Se sentaron juntos en un banco, disfrutando de la brisa nocturna, contemplando las estrellas brillantes en el cielo.

“Estoy feliz de que hayas venido conmigo hoy”. Dijo Xavier, mirando amorosamente a los ojos de Tamara: “Mi familia te ha aceptado por completo, y eso significa el mundo para mí”.

Tamara sonrió y apretó suavemente la mano de Xavier.

“Y yo estoy complacida de estar aquí contigo y de ser parte de tu vida. Tu familia es maravillosa y me siento agradecida por su cálida bienvenida”. Respondió sinceramente.

Se quedaron allí en silencio, disfrutando de la compañía del otro y sintiendo la conexión profunda que los unía. Sabían que juntos habían superado un obstáculo importante.

De pronto él la giró y la besó con pasión, saboreó el elixir de sus labios mientras no dejaba de abrazarla. Tamara respondió al beso y sus cuerpos se acercaron aún más. El deseo que sentían uno por el otro se había ido acumulando durante esas horas y ahora no podían resistirse.

Xavier llevó a Tamara hacia una esquina del jardín, donde una hermosa fuente iluminada por la luna brillaba en toda su magnificencia. La tomó en brazos y la sentó a horcajadas encima de él, para seguidamente besarla de manera apasionada.

Tamara se sintió como si estuviera flotando en el agua y sus sentidos se agudizaron al máximo. Xavier la tocaba de una manera que la hacía sentir como si nadara en un mar de placer. Sus manos recorrían su cuerpo con delicadeza, casi con reverencia.

De repente, Xavier se detuvo y la miró a los ojos como si quisiera p%netrar en lo más profundo de su alma.

“Te amo Tamara, eres el mejor regalo que me ha dado la vida. No me canso de admirarte, de amarte”.

La tomó por el mentón y devoró sus labios con absoluta pasión, mientras ambos sentían una especie de fuego que se agitaba en su interior. Se besaron hasta quedar sin aliento, porque debieron separarse para poder recuperar el aliento, ella sonrió porque parecían dos adolescentes calenturientos.

“Creo que nos deberíamos ir a la casa, porque si nos quedamos aquí será una tentación muy grande y terminaremos haciendo el amor ante la vista de todos”: Propuso ella a regañadientes, pues a decir verdad no quería separarse de él.

“Entonces vamos”.

Justo cuando entraron a la casa escucharon un alboroto que venía de la sala.

“¡Descarada! ¿Cómo te atreves a presentarte en esta casa diciendo que eres familia nuestra? ¿Acaso no tienes vergüenza?”. Se escuchó la voz de Gálata indignada.

Ellos escucharon el escándalo y corrieron a ver qué estaba pasando, pero fue muy clara la voz soberbia de una mujer.

“Lo siento por usted, pero necesito conversar con Xavier, él y yo tenemos mucho de qué hablar, existen cosas que debemos tratar entre nosotros como pareja y usted no podrá evitarlo Gálata”. Expresó en tono sarcástico: “¡Así que llámelo!”.

“¿Pareja? ¡Estás loca! Creo que te dr%gaste, porque tú no eres la pareja de mi hijo”. Declaró Gálata con vehemencia.

Tamara escuchó la voz de la mujer y le pareció conocida, no pudo evitar que su cuerpo se tensara. Xavier se dio cuenta, así que la acercó más a él abrazándola, luego la detuvo y la miró a la cara.

“Tranquila mi amor, no tienes nada que temer ¿Confías en mí?”. Preguntó.

Por un momento ella se quedó estática, pero segundos después reaccionó. Primero asintió con la cabeza y luego agregó.

“Si, confío en ti”. Expresó con sinceridad.

“Entonces vamos”. La tomó de la mano y caminó a la sala.

De la boca de Tamara salió un jadeo cuando vio a la misma mujer con la que había colisionado en la tarde.

“¡Tú!”. Exclamó la mujer sorprendida, mirando las manos unidas de Tamara y Xavier.

Pero antes de que pudiera decir algo más, Xavier habló con absoluta tranquilidad, con una voz firme, como si la mujer frente a él no hubiera sido la causante de sus sufrimientos en el pasado. Lo que sorprendió a Laurent.

“¿Qué haces en la casa de mi familia?”. Inquirió con frialdad.

“He venido a hablar contigo… necesito darte algunas explicaciones, a solas”. Dijo la mujer y la voz de Xavier no se hizo esperar.

“No sé qué quieras conversar conmigo, pero tú y yo no tenemos ningún asunto de lo que conversar, mucho menos a solas Laurent. El pasado pisado, para mi está en el olvido”.

“Pues te equivocas, tenemos un asunto importante entre nosotros que no podemos eludir”. Expresó la mujer dibujando en su rostro una expresión triunfal.

“No hay nada importante de que hablar y te agradecerías que te retiraras de esta casa”. Señaló con firmeza.

“Pues creo que no, tenemos que hablar de nuestra hija”. Pronunció la mujer sin dejar de ver de manera despectiva a Tamara, ante el asombro de todos.

La mención de una hija hizo que Tamara se tensara y un nudo se formó en su garganta, mientras Xavier se quedó paralizado al escuchar esas palabras. ¿Hija? Él no tenía conocimiento de que tuviera una hija con Laurent. Miró a Tamara y notó que el rostro de ella también reflejaba la confusión y el desconcierto.

“¿Hija?”. Repitió Xavier, intentando procesar la información.

“Si, nuestra hija. No puedes ignorar tu responsabilidad como padre, Xavier”. Insistió Laurent, desafiante.

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