Mamá correcta, papá equivocado -
Capítulo 73
Capítulo 73:
Xavier sonrió aliviado por la respuesta de su novia. Había estado preocupado por lo que su ex podía ocasionar en su relación, pero ahora sentía que había tomado la decisión correcta al contarle todo a Tamara.
“¡Esa es mi chica! Nunca dudes de que te amo, no podemos permitir que el pasado afecte nuestro presente y robe nuestro futuro”.
“Y tú tampoco lo permitas, seguro intentará buscarte, hacerte caer… que la escojas a ella”. Pronunció sintiéndose un poco inquieta.
“Ya mi corazón escogió”. Declaró Xavier acercándose a ella, él la abrazó con fuerza y la besó con pasión: “Y por supuesto que no permitiré que nada ni nadie nos separe, recuerda algo, Laurent es el Joel de mi vida”.
Ella asintió con determinación y una chispa de valentía brilló en sus ojos.
“Estamos unidos y no dejaremos que nadie nos perturbe”.
Xavier acarició suavemente su rostro y le dedicó una sonrisa llena de amor.
“Eres increíble, Tamara. No puedo esperar a pasar el resto de mi vida contigo”.
Ella le devolvió la sonrisa y acarició su mejilla. Ambos se miraron con ternura, conscientes del amor inquebrantable que los unía. Sabían que, juntos podrían enfrentar cualquier desafío que se presentara en el camino.
El pasado había sido doloroso para Xavier, pero ahora se sentía liberado al compartir su historia con Tamara. Ella era su refugio, su apoyo incondicional, juntos construirían un futuro lleno de amor y felicidad.
“Creo que es hora de volver…”.
En ese momento el celular de Xavier repicó, cuando miró la pantalla, vio que se trataba de su madre y le atendió de inmediato.
“Hola, mamá, ¿Cómo estás?”. Saludó con voz alegre.
“Eres un hijo ingrato, ¿Por qué no has venido? Te hemos estado esperando ¿Puedes venir a cenar?”.
“Ando con Tamara y…”. Las palabras fueron interrumpidas por su madre.
“Perfecto, así vienen los dos y tu papá conoce a su nuera en persona”. Propuso su madre.
“Está bien, estaremos allá”. Cortó la llamada y Tamara, que había estado escuchando la conversación, sonrió.
“Por supuesto que iré contigo. De ahora en adelante no te dejaré solo, que la suripanta esa no crea que va a venir a querer metérsele por los ojos a mi marido”. Dijo con un marcado tono de posesión.
“¿Soy tu marido?”. Preguntó él con una sonrisa complacida.
“Ah, no ¿Crees que me acuesto con cualquiera?”. Protestó y Xavier soltó una carcajada que le hizo erizar la piel.
Se vistieron con rapidez y salieron de la casa, enseguida Xavier llamó a su agente inmobiliario.
“Curvelo, la segunda casa es la nuestra, en este momento estoy haciendo la transferencia. Preparen los documentos mañana a nombre de mi futura esposa, Tamara. Ya te envío los datos”. Dicho eso cortó la llamada.
“¿A mi nombre? Pero…”. Él la interrumpió.
“Ningún pero, es el primer regalo para mi futura esposa y mis hijos”.
“Joel nunca compró nada a mi nombre y…”. De nuevo Xavier la interrumpió.
“No te olvides que no soy Joel, eso debes tenerlo claro… además, por culpa de ese idiota estoy durmiendo solo en mi frio apartamento”.
“Te puedo prestar una cobija”. Bromeó ella y él la abrazó por detrás inhalando su dulce aroma.
“Te quiero usar a ti de cobija”. Le dijo mordiéndole el lóbulo de la oreja, haciendo que Tamara g!miera de placer.
Se abrazaron un momento más, disfrutando de la calidez y la cercanía el uno del otro. Luego, se separaron para dirigirse al auto. Durante el trayecto hacia la casa de los padres de Xavier, el ambiente estaba lleno de expectación y emoción.
Tamara miró por la ventana, perdida en sus pensamientos. Aunque estaba feliz de conocer a los padres de Xavier, también se sentía un poco nerviosa. Sabía que esta reunión sería un paso importante en su relación, y quería causar una buena impresión. Se preguntaba ¿Qué pensarían de ella? ¿La aceptarían como parte de la familia? ¿Qué opinarían de qué hubiese estado casada?
Xavier notó la mirada pensativa de Tamara y le dio un suave apretón en la mano.
“No te preocupes, cariño. Mis padres son personas maravillosas, estoy seguro de que te adorarán tanto como yo lo hago, y ni estés imaginando cosas que no son”. Dijo con una sonrisa reconfortante.
Tamara asintió, agradecida por sus palabras de apoyo. Le dieron confianza y la tranquilizaron en medio de sus nervios. Sabía que Xavier estaba a su lado y eso era suficiente para enfrentar cualquier situación.
Finalmente, llegaron a la casa de los padres de Xavier. El corazón de Tamara latía rápidamente mientras recorrían el camino de grava que daba a la impresionante mansión rodeada de un exuberante jardín tropical de tres mil setecientos metros cuadrados con una gran piscina.
El jardín es una obra de arte, con flores y arbustos bien cuidado, se entraba a la casa principal a través de una hermosa escalera romana junto a un patio cubierto y espacioso con comedor al aire libre, luego caminaron a una sala de estar, con un generoso espacio abierto con techos altos de bermudas que daban una agradable sensación de libertad.
Apenas entraron, salieron los padres de Xavier. La madre, con una sonrisa cálida, la abrazó como si la conociera de toda la vida y eso la hizo relajarse, los envolvió en un abrazo largo y emocionado.
“¡Finalmente los tenemos aquí! Estábamos ansiosos por tenerte con nosotros Tamara, estoy tan feliz y mi esposo quería conocerte en persona”. Dijo con entusiasmo.
Tamara sintió alivio al ver lo acogedora que era la madre de Xavier.
Enseguida vio al padre de Xavier. Era un hombre alto, atractivo, con el mismo color de ojos de su hijo. Este enseguida le dio la bienvenida con una sonrisa amable.
“Es un placer tenerte aquí, Tamara. Xavier nos ha hablado mucho de ti… es bueno ver a la chica que volvió loco a mi hijo”. Comentó.
“¿Yo lo volví loco?”. Interrogó ella con curiosidad.
“Pues claro, ¿No lo sabías? Desde el mismo momento en que te conoció me llamó, y hasta me dijo que eras casada, pero que como no veía tus ojos brillar ese hombre no te hacía feliz”.
Ella se sonrió recordando lo ocurrido en esa oportunidad y comenzó a hablar.
“Si, hasta creyó que mi padre era mi esposo. Fue hasta Fl%rencia para hablar con él y decirle que, como los ojos de su mujer no brillaban, se la iba a quitar”. Comenzó a decir y todos comenzaron a reír: “¿Y qué creen? Mi pobre padre llegó revisándole los ojos a mi mamá, ella lo miraba como si hubiese enloquecido”.
Eso causó una risa general de ellos tres, mientras Xavier los miraba con cara de pocos amigos.
“¡Qué bueno que los tres se estén divirtiendo a mi costa!”. Declaró serio, pero enseguida su molestia se disipó cuando ella se acercó y le dio un beso en los labios: “Si siempre me contentarás con beso, podrías seguir haciendo chistes de mí”.
“Vamos a la cocina, estamos preparando unos platillos mexicanos que me enseñó mi abuela Alicia, ella era una experta en la cocina y con una sazón envidiable ¿Has comido comida mex!cana?”. Interrogó Gálata y ella negó.
“En realidad he escuchado hablar muy bien de la gastronomía mex!cana y siempre había tenido interés de probarla, pero nunca había tenido la oportunidad”. Expresó ella con amabilidad.
“Bueno, hoy es tu día de suerte, estoy haciendo unas enchiladas, tacos al pastor, nachos con guacamoles y chiles rellenos, todo eso son los preferidos de Xavier”.
En ese momento él extendió la mano para agarrar un nacho y Gálata le dio un cucharazo en la mano.
“Auch”. Se quejó él.
“No metas la mano”. Lo reprendió como si fuera un chiquillo.
“Mamá, no hagas de eso delante de Tamara”. Debatió él.
“Tamara seguro tiene hermanos y saben cómo son los hombres”. Expresó Gálata con tranquilidad.
“Solo quería ver si te han quedado tan ricos como los de la bisabuela o como lo de mi abue Anabella”.
“Mejor que los de ellas, ¿Acaso se te olvida que el alumno supera al maestro?”. Expresó guiñándole un ojo.
Tamara no pudo contener la risa ante el intercambio de los dos, mientras Matteo blanqueaba los ojos con burla, se acercó a Tamara y le susurró.
“Ella se hace la dura con él, pero es su hijo preferido, se derrite por Xavier y siempre ha sido así, aunque diga que no tiene favoritos. Solo espérate, en menos de veinte segundos le dará el nacho que le negó, cuando llegue a diez ya se lo ofrece”. De inmediato el hombre comenzó a contar: “Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis”.
“¿Por qué me miras de esa manera?”. Suspiró profundo y accedió: “Está bien, come tu nacho para que lo pruebes y dime si quedó bien”.
Expresó entregándoselo mientras él se lo comía en un par de bocados
“¿Ves? ¡Te lo dije!”. Los dos soltaron la risa llamando la atención de Gálata y Xavier.
“¿De qué se ríen ustedes?”. Interrogó Gálata y Tamara negó con la cabeza.
“No es nada”. Dijo ella conteniendo la risa, pero la mujer conocía demasiado bien a su esposo, que palideció al verse descubierto.
“Seguro que te está diciendo que Xavier es mi hijo preferido y la verdad es que no los tengo”. Enfatizó.
Justo en ese momento entró Evans, el hermano de Xavier y luego de saludarlos a todos, se acercó a su madre.
“Mamá ¿Me das un nacho con guacamole?”.
“No, ya voy a servir la comida”. Respondió la mujer.
“¿Viste que no miento?”. Dijo Matteo, mientras Gálata lo observaba con un gesto de molestia.
“Matteo Sebastini, si sigues dándole malas referencias de mí, vas a dormir en el sofá”. Lo amenazó Gálata y el rostro del hombre palideció. Mientras Xavier y Tamara cruzaban las miradas comenzando a reír con complicidad.
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