Mamá correcta, papá equivocado -
Capítulo 48
Capítulo 48:
Tamara sintió que el mundo se había detenido en seco al escuchar las palabras del doctor. ¿Qué estaba pasando exactamente? Ella intentó procesar la información, pero su cabeza estaba en un torbellino. ¿La muestra con la que inseminaron, le pertenecía a Xavier después de todo?
“¿Qué estás diciendo?”. Preguntó Tamara, tratando de comprender lo que estaba sucediendo.
“Que hubo un error lamentable por parte de una de nuestras enfermeras. Hubo una confusión y se utilizó la muestra de Xavier en lugar de la de Joel”.
“¿Y cómo diablo ocurrió eso? ¿Cómo una muestra de él llegó a parar en mi útero?”. Inquirió dejando caer su cabeza en sus manos: “¿Quién carajo está jugando con mi vida? Mi hijo ya ha tenido tres papás diferentes y aún no ha nacido, lo que me falta es que ahora la muestra de Xavier no sea suya si no del jardinero”.
La desesperación hizo que los ojos se le llenaran de lágrimas.
Xavier se quedó viéndola, estaba en shock con las palabras de su amigo y doctor. A decir verdad, para él era la mejor noticia que pudieran darle, su hijo tenía como madre a la mujer que lo traía de cabeza, definitivamente el destino conspiraba a su favor.
“¡Esto es increíble!”. Pronunció, pero su expresión era de alegría. No podía contener esa creciente emoción en su pecho. Sin embargo, le preocupó verla a ella tan desolada.
“¡Esto es inaceptable!”. Exclamó Tamara, su voz temblaba de ira y frustración: “¿Cómo puede una clínica de tanto prestigio cometer un error tan grave? Esto es algo que debería ser simple y seguro ¿Cómo pudieron cambiar las muestras?”.
Grito Tamara sin poder contener su mortificación.
El doctor asintió, compartiendo su preocupación.
“Tamara, entiendo lo que estás sintiendo en este momento, y te ofrezco mis más sinceras disculpas en nombre del equipo médico y de la clínica”.
El Doctor Santorino se levantó y le pidió a la enfermera pasar.
La mujer entró con la cabeza agachada y su cuerpo empezó a temblar cuando el doctor la presentó.
“Ella es la enfermera Fanny Montés, ella fue quien cambió las muestras y es ella quien les explicará qué hizo para que esto sucediera de esta manera”.
“Lo siento mucho, yo fui la encargada de llevar las muestras. Pero yo vi ambos nombres iguales, e incluso le pregunté a usted si era la Señorita Tamara Castelli y usted me dijo que si… una muestra decía ‘señora’ y otra ‘señorita’… por eso la muestra del Señor Sebastini se la di a su doctor, y la otra se la di al Doctor Santorino”.
Tamara se quedó recordando ese momento. Era verdad lo que la enfermera dijo, pero en ese momento no le dio importancia a que le dijera señorita. Por un momento quedó sin habla. ¿Cómo había pasado eso? Aunque al llamarse iguales era completamente entendible que pudiera pasar esto.
Entretanto Xavier, no podía creer que durante todo ese tiempo no había recordado que el nombre de la mujer que contrató para que se inseminara a su hijo se llamaba igual que ella, la mujer de su vida.
“Tamara, necesitamos hablar”. Pronunció Xavier.
Ella levantó la vista y se quedó viéndolo mientras los engranajes de su cerebro hacían clic, porque allí se dio cuenta que cuando él le dijo que estaba feliz por su bebé, se refería a ese que crecía dentro de ella.
“¿Qué pasa jurídicamente con todo esto?”. Pronunció ella sintiéndose de pronto mortificada.
Antes de que pudieran responderle, Tamara se levantó y le pidió a Freya entrar. Las miradas del Doctor Santorino y de la recién llegada se cruzaron, aun sin explicarle su amiga lo que había ocurrido, ya lo sabía porque era de lo único que hablaba el personal en la sala.
“Ya sé porque me llamaste, puedes tomar acciones legales contra la clínica, contra los doctores y la enfermera”. Expresó mirando desafiante al hombre.
“La enfermera reconoció que había cambiado la muestra·. Trató de justificar Tamara, porque le pareció que su amiga se estaba excediendo con el doctor.
“Pero él fue un negligente que debió comprobar esas muestras”. Pronunció sin dejar de verlo de manera acusatoria.
Santorino solo la veía con los ojos entrecerrados, se levantó de su asiento y se puso en frente de Freya.
“Si andas buscando sumar dos y dos, para que yo te resulte el cuatro, estás equivocada. Tamara no era mi paciente”. Espetó.
“Pero Xavier sí, y sus muestras fueron a caer en una mujer que no era la que él escogió”. Refutó Freya.
“A mí no me miren, porque yo si estoy feliz, el destino no pudo hacerme mejor jugada. Señora, si pudiera”. Le dijo a la enfermera: “Haría una plaza o un parque en su honor, porque ahora Tamara, no podrá echarme de su vida”.
“No, yo no sé qué proceda legalmente, pero yo no voy a compartir a mi hijo contigo ¡Es mío!”. Exclamó la susodicha sintiendo temor de tener a Xavier cerca, porque lo más probable es que no pudiera resistirse a él.
“Tamara, él no tiene responsabilidad en lo que pasó, quieras o no vas a tener que llegar a un acuerdo con él. Eso sin contar que debemos rogar porque Joel se quede quieto y no intente ninguna acción para pelear la custodia del bebé, no tiene argumentos para ganar, pero solo lo haría por molestarte”: Declaro Freya.
“Joel no se le va a acercar a mi hijo”. Enfatizó Xavier.
Enseguida lo vieron tomar su teléfono y marcar a un número para luego dar una orden.
“Envía veinticuatro guardias de seguridad que se organicen por turnos, diariamente doce de ellos deben estar custodiando a la Señora Tamara Castelli a la dirección que les enviaré”.
Al cortar la llamada dirigió su atención a Tamara.
“Desde hoy tendrás un grupo de hombres custodiándote. Y yo me mudaré a tu apartamento, así no estarás sola, yo voy a cuidarte y…”. No pudo continuar hablando porque ella lo interrumpió con firmeza.
“Y un comino, a mí no me vas a mandar gorilas para cuidarme, porque hasta ahora me he cuidado muy bien sola. Segundo, ni creas que te vas a instalar en mi casa, eso no sucederá… cuando nazca mi bebé, tendré que ceder porque tendrás derechos sobre él, pero mientras esté en mi panza no tienes ningún derecho a tomar decisiones y mucho menos tendrás acceso a él”. Expresó con firmeza.
“Creo que estás equivocada Tamara, tengo derecho a compartir con mi hijo desde el mismo momento en que se encuentre en el vientre de su madre; estudios científicos han demostrado que el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres es el que le proporciona la base para el posterior desarrollo social, emocional y cognitivo, el cual es ideal que se dé desde el embarazo…”. Las palabras de Xavier fueron interrumpidas por una molesta Tamara.
“No me vengas con ciencia, Xavier. Yo soy la madre, está en mi barriga, mientras esté allí yo decido quién entra y quién no entra en nuestra vida. Y tú, como padre, tienes que respetar eso”.
“Yo como padre, tengo todo el derecho a estar presente durante el embarazo y a asegurarme de que todo esté bien”. Señaló enfático.
“¿Acaso estás insinuando que yo no seré capaz de criar a mi hijo adecuadamente si no estás tu vigilando?”. Preguntó Tamara con enojo.
Xavier se quedó en silencio, inseguro de cómo responder. Sabía que Tamara estaba sanando y que Joel había menguado esa mujer fuerte, independiente y combativa que estaba empezando a emerger. Quería respetar eso, pero también era su hijo, y él quería estar presente en su vida desde el principio, porque así lo había visualizado.
Finalmente, Tamara habló de nuevo.
“Mira Xavier, sé que eres el padre de mi hijo y que quieres estar presente en su vida, pero eso no significa que puedas imponer tu voluntad sobre mí. No voy a aceptar que me envíes guardias de seguridad o que te mudes a mi casa. Aunque sí estoy dispuesta a tener conversaciones contigo sobre cómo podemos trabajar juntos para criar de la mejor manera posible a este bebé”.
El silencio era absoluto, si se caía algún alfiler, probablemente los presentes lo escucharían. El doctor y Freya, que eran quienes estaban presentes porque la enfermera ya había salido, estaban a la expectativa, viendo de uno a otro cómo se desarrollaba la discusión, parecía un juego de pin pon.
Xavier respiró profundo y aunque quería llevar la fiesta en paz con ella, debía ser firme, porque de lo contrario ella no lo dejaría ser parte de la vida de su hijo y no estaba dispuesto a permitírselo.
“Tamara, voy a ser parte de la vida de mi hijo desde el principio porque así lo tenía planificado, o lo aceptas de manera voluntaria o me vas a obligar a interponer una demanda en tu contra… te pido que por favor no hagas esto más traumático”. Sentenció.
La mujer lo vio con rabia contenida, no iba a dejarse amedrentar más.
“¿Quieres demandar? ¡Hazlo! Tú tienes buenos abogados, yo también… haz lo que te de la maldita gana, pero en mi casa no vas a vivir”. Espetó saliendo furiosa del consultorio, tirando la puerta con fuerza tras su salida.
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