Capítulo 8:

Tamara sintió terror al ver la expresión molesta de Joel, intentó liberarse del agarre de su esposo, pero él la sujetó con más fuerza.

“¡Quédate quieta! Habla de una maldita vez ¿Te quedaste muda? ¿No tienes nada qué decir? ¿Por qué andas vestida como una cualquiera?”. Joel escupió las palabras con rabia.

Tamara temblaba de miedo, pero trató de mantener la calma. No quería que su esposo la viera débil.

“Yo… me vestí así porque quería darte una sorpresa… gustarte”. Respondió ella con voz aparentemente serena, aunque por dentro estaba atemorizada.

Pero a Joel no le agradaron sus palabras: “Te dije de manera exacta cómo te ibas a vestir, si hubiese querido una p%ta, le habría pedido a alguna que me acompañe ¿Acaso no tienes vergüenza vestida como una z%rra mostrando tu cuerpo a los hombres? Un cuerpo que seguramente no les provoque nada ¿Crees que viendo tantas mujeres altas y elegante van a poner su mirada en una enana siniestra como tú?”.

Tamara se quedó viendo a Joel con los ojos anegados en lágrimas.

En ese momento, Joel escuchó un murmullo entre los presentes, haciendo comentarios sobre el hombre que hacía que todos le abrieran paso en su caminar.

“Es Xavier Sebastini, hay que buscar la manera de hablar con él”.

“Es increíble que el magnate hotelero sea tan joven”.

“¿Por qué está corriendo? ¿Iba detrás de quién? ¿Acaso de la mujer que bailaba con él?”.

Extendió la vista y miró al elegante hombre.

“Te mantienes aquí, ni se te ocurra abrir la boca y decir que eres mi esposa, no quiero que me asocien a una mujer vestida como una cualquiera”. Pronunció entre dientes.

Tamara se quedó allí sola, viendo a su esposo alejarse en dirección a Xavier Sebastini.

Los ojos de Tamara ardían con lágrimas reprimidas mientras observaba a su esposo acercándose al hombre que por un momento la hizo pensar que era deseada y que la miró con un brillo especial en sus ojos… o eso fue lo que creyó.

Cuando Joel vio al millonario caminando hacia él, esbozó una gran sonrisa, incluso se sacudió una pelusa imaginaria de su traje, se irguió orgulloso sintiéndose importante y extendió la mano para saludarlo. Pero Xavier lo ignoró por completo, dejándolo con la mano extendida, ni siquiera lo vio porque su mirada se centró en la mujer que permanecía atrás en silencio, abrazándose a sí misma con el rostro bañado en lágrimas.

Al momento que Xavier llegó al lado de Tamara y se paró en frente a ella, Joel entrecerró los ojos sin poder salir de su sorpresa, la cual aumentó cuando vio a todos los hombres posando la mirada en su esposa.

Una sensación de algo desconocido se agitó en su interior, tuvo el deseo irrefrenable de agarrarla y sacarla de allí para que no la vieran, pero no se atrevió. Por nada del mundo iba a hacer algo que fuera en contra de uno de los hombres más poderosos de Eur%pa, sino todo el mundo. Su fortuna y su influencia solo era comparado como los otros hombres de su familia.

“Señorita Castelli, siento mucho si me propase, por favor vamos a hablar”. Le pidió en ese tono de voz que era como una hermosa melodía que despertaba las fibras más sensibles en el cuerpo de la mujer.

Tamara no sabía qué responder. Tenía la mente en blanco y el corazón latiéndole desbocado en el pecho. Levantó la cabeza y miró a Xavier directamente a los ojos. Su intensidad la hizo sentir como si estuviera desnuda frente a él, expuesta y vulnerable. Pero al mismo tiempo, esa mirada la hacía sentir segura, como si él pudiera protegerla de todo lo que la hacía daño.

Él se veía imponente a su lado y ella no podía evitar sentirse atraída, pero Joel estaba ahí observándolos con recelo, pendiente de sus movimientos. Quizás tenía razón, lo que estaba haciendo era amoral y estaba claro que no podía ignorar la presencia de su esposo. Pensó con angustia.

“No sé si sea buena idea hablar contigo aquí”. Dijo finalmente, tratando de mantener la compostura.

Xavier asintió comprensivo y le ofreció su brazo.

“Entonces ¿Por qué no vamos a dar un paseo?”.

Joel frunció el ceño al escuchar sus palabras, se sintió inquieto, pero se tranquilizó al escuchar la voz de Tamara.

“Lo siento, Señor Sebastini, pero no tenemos nada de qué hablar… lamento mucho si le he dado una idea equivocada… pero no soy una mujer disponible, perdone si mi forma de vestirme o de peinarme le hizo creer que yo era una cualquiera. Con permiso”. Pronuncio alejándose.

Xavier estaba confundido, no sabía por qué decía todas esas cosas. Intentó detenerla, pero ella fue firme.

“Por favor, si en algo le importo, no complique más las cosas”. Dijo ella y comenzó a caminar hacia la salida.

Tamara notó como las personas miraban en su dirección y deseó que la tierra se la tragara, porque era evidente que ella era el tema de conversación.

Se sintió incómoda y vulnerable vestida de esa manera, pero ella solo había querido que su esposo la viera y la admirara, que reviviera su amor por ella. Jamás pensó que algún hombre la miraría como lo hizo Xavier.

Sin embargo, se dio cuenta de que su esfuerzo había sido en vano y se sintió aún más triste. Siguió caminando hacia la salida y cuando estuvieron afuera, Joel la tomó por el brazo.

“Explícame ¿Qué fue eso? ¿De dónde conoces a Sebastini? ¿Por qué te trataba con tanta confianza? ¿Desde cuándo lo conoces?”.

Como ella se quedó en silencio, su esposo le exigió respuestas.

“¡Responde! Maldita sea, no te quedes callada”.

Freya se había levantado de la mesa cuando vio salir corriendo de la pista a Tamara. Caminó a buscarla y luego vio como una espectadora más el intercambio de su amiga con Sebastini, pero vio también a Joel. La vio salir del salón y corrió hacia ella.

Cuando se dirigía a la puerta, Xavier se paró en frente de ella.

“¿Puedes explicarme lo que está pasando?”.

“Lo siento, no puedo hablar ahora, debo ir tras ella”. Pronunció de manera nerviosa porque se sentía culpable en las consecuencias que le podría acarrear a Tamara todo eso.

Y no se equivocó, encontró a la pareja discutiendo en el estacionamiento, mientras él la tenía recostada del carro sujetándola por el cuello.

“¿Te vestiste así para lucirle a Sebastini? Dime ¿Me estabas siendo infiel con él? ¿Desde cuándo me ves la cara?”.

“¡Por supuesto que no! Me lo encontré allí por casualidad, no lo había visto antes”. Dijo Tamara angustiada.

“No me vengas con esas mentiras, él te trató con demasiada confianza ¿Te estás viendo con otro hombre? ¿Me montaste los cuernos?”.

“No lo hice”. Declaró ella sin poder ocultar el nerviosismo por la furia de Joel, nunca lo había visto de esa manera, estaba por completo fuera de sí.

“¡¿Acaso me crees que soy idiota?!”.

Tamara negó con la cabeza, tratando de defenderse. “No, no estoy viendo a nadie más, te lo prometo”.

Joel la apretó con más fuerza y apareció Freya furiosa. Se quitó el tacón y lo sujetó como si fuera una peligrosa arma.

“¡Suéltala maldito idiota! O te juro que te clavo el tacón de este zapato en la cabeza y te la abro en dos. Le hare un favor al mundo al liberarlo de un tipo como tú”.

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