Madre correcta, padre equivocado -
Capítulo 79
Capítulo 79:
Tamara, sin embargo, demostró ser valiente y ágil. Esquivó los golpes de Laurent y contraatacó con determinación. La mujer no contaba con que Tamara era una luchadora excelente, ella había aprendido a defenderse con su padre y sus hermanos.
La lucha se intensificó, con ambas mujeres peleando ferozmente en la sala de estar. Muebles fueron tumbados y objetos se rompieron mientras la violencia se desataba.
Ángela, aunque asustada y adolorida, encontró la fuerza para levantarse del suelo y unirse a la pelea. A pesar de su tamaño y edad, su valentía era evidente. Golpeó a Laurent con todas sus fuerzas, intentando proteger a Tamara.
Laurent le dio un golpe que la arrastró por el suelo lanzándola contra una silla. La situación se volvió caótica y desesperada. Los gritos resonaban en la casa y el sonido de la lucha era ensordecedor. En medio del caos, Xavier llegó a casa, sorprendido y aterrado por lo que encontró.
“¡Basta!”. Gritó Xavier con su voz llena de autoridad: “¿Qué está pasando aquí?”.
Tamara estaba alterada, sus lágrimas rodaban por su rostro. Ángela la sostenía, con su cuerpo herido, abrazándola, ambas buscando consuelo y protección en ese momento de caos.
“Laurent vino aquí a hacernos daño”. Dijo Tamara con voz temblorosa: “Ella golpeó a Ángela e intentó atacarme, pero la situación se salió de control”.
Xavier miró a Laurent con ira, se acercó a ella y la enfrentó directamente.
“Esto se acabó, Laurent. No permitiré que sigas haciendo daño. No sé cómo lograste burlar la seguridad, pero voy a pedir una orden de alejamiento y más te vale que Tamara esté bien, porque de lo contrario no sé dónde vas a meterte para que no te encuentre”.
Laurent, derrotada y herida, se dio cuenta de que su plan había fracasado. Su rostro reflejó su ira interna. Sin embargo, no dijo nada mientras salía del apartamento.
Xavier abrazó a Tamara y Ángela, asegurándoles que todo estaba bien ahora. Las dos mujeres se aferraron a él, agradecidas por su protección y amor.
“¿Cómo llegaste tan rápido?”. Preguntó Tamara, sorprendida.
“Recibí una alerta en mi teléfono de que la seguridad del apartamento se había desactivado. No sabía qué esperar, estaba en camino cuando escuché los gritos”. Explicó Xavier, acariciando suavemente el cabello de Tamara: “¿Las dos están bien? ¿Te hizo daño, mi amor?”.
Tamara negó con la cabeza, todavía temblando por la experiencia.
“Ángela está más golpeada que yo y hay que revisarla, yo solo necesito descansar un poco. Gracias por protegernos, Xavi”.
Xavier sonrió con ternura y besó suavemente la frente de Tamara. Luego se giró hacia Ángela y le preguntó: “¿Quieres que te lleve al hospital?”.
Ángela negó con la cabeza.
“No, no es necesario, no fue nada grave. Solo necesito un poco de hielo y descansar. Gracias, Xavier”.
Xavier asintió, llevó primero a Tamara a su habitación y la hizo acostarse en la cama.
“Debes descansar, déjame y llevo a Ángela a su cama, luego les preparo algo de comer ¿Te duele algo?”. Preguntó preocupado.
“No, me siento bien, no te angusties”. Xavier besó con suavidad los labios de Tamara, luego tomó la mano de Ángela y la llevó a su habitación.
“Yo lo siento, es mi culpa que Laurent esté aquí y haya atacado a Tamara”. Dijo.
“No tienes la culpa de nada y no te preocupes, que mañana ya tendremos los resultados y prometo alejarla de nuestras vidas para siempre”. Expresó Xavier.
“A veces me pregunto si lo mejor para todos es que no sea tu hija, así ella se apartará de ti”. Manifestó la niña. Xavier notó la tristeza en la voz de Ángela y la abrazó con fuerza, sintiendo la delgadez de su cuerpo frágil contra su pecho.
“No digas tonterías, mi niña. Si eres mi hija, vas a ser parte de nuestra vida. Nada ni nadie nos separará y te vamos a proteger”. Dijo Xavier con voz firme y cariñosa: “Voy a preparar algo de comer ¿Qué te parece?”.
Ángela asintió, sonrió débilmente, sintiéndose a salvo y protegida en los brazos de Xavier. En el fondo, aunque deseaba que fuera su padre porque sabía que siempre estaría para ella y no la abandonaría, también temía que lo fuera, porque probablemente Laurent no los dejaría en paz. Varias veces escuchó a su padre adoptivo decir que su madre era como una serpiente, traicionera, peligrosa y venenosa.
Una vez que Xavier salió de la habitación, comenzó a preparar la comida. Mientras cortaba las verduras, su mente estaba llena de preocupación y furia hacia Laurent. No podía creer que fuera tan malicioso y malvada, jamás pensó que podría causar tanto daño. Nunca imaginó que se portara de esa manera, lo más probable es que su madre estaría avergonzada de ese comportamiento.
Después de unos minutos la comida estuvo lista y Xavier llevó los platos a la mesa del comedor, luego tomó el de Tamara y se lo llevó a la habitación, pero ella prefirió ir a comer al comedor y Ángela se unió a él. Compartiendo una comida silenciosa, pero reconfortante.
Después de terminar de comer, Xavier se acercó a Ángela y le acarició suavemente el cabello.
“Ángela, sé que todo esto es difícil para ti. Pero quiero que sepas que estamos aquí para ti, que te queremos y te protegeremos. Pase lo que pase con esos resultados, no te dejaremos solas”.
Ángela levantó la mirada encontrándose con los cálidos ojos de Xavier. En ese momento, sintió un destello de esperanza, pero se dio cuenta de que, a pesar de sus miedos y dudas, ellos iban a protegerla.
“Gracias, Xavier. Aprecio todo lo que haces por mí. No puedo evitar sentir miedo y dudas, pero sé que todo va a salir bien”.
Xavier sonrió y abrazó a Ángela con ternura.
“Entiendo tus miedos, mi niña, pero te prometo que haré todo lo posible para protegerte. Juntos superaremos cualquier obstáculo que se presente. Eres fuerte y valiente, estaré orgulloso de tenerte como hija”.
Tamara se unió al abrazo, formando un cálido y reconfortante abrazo familiar. Los tres se miraron el uno al otro, sintiendo la fortaleza y el amor que los unía.
A medida que la noche avanzaba, decidieron descansar y recuperarse del trauma del día. Xavier se aseguró de que la seguridad del edificio estuviera reforzada y que todos estuvieran seguros en sus habitaciones. Aún no habían terminado de habilitar la casa donde se mudarían y tendrían un equipo más eficiente.
Cuando se acostó a un lado de Tamara, vio que ella tenía los ojos abiertos.
“Veo que no puedes dormir, por eso me quedaré contigo ¿Te duele algo?”. Preguntó y ella negó con la cabeza.
“No físicamente, es algo más de ánimo ¿Qué puede llevar a una mujer a tratar a su hija de esa manera? A veces me preocupa que no vaya a ser buena madre para los trillizos”. Dijo con un suspiro sin ocultar su preocupación.
“Eso no pasará, si te estás preocupando por Ángela que no es tu hija, mucho más lo harás por nuestros trillizos. Además, tienes el ejemplo de tu familia y siempre has querido tener hijos, estoy seguro de que serás la mejor madre de todas. Ahora cierra esos ojitos y descansa, mañana será un día con mucho ajetreo”.
Él le dio unos suaves masajes en el hombro para que ella se relajara, fue subiendo por su cuello hasta llegar a su cabeza donde comenzó a masajear su cuero cabelludo. En segundos estuvo dormida, sin embargo, él no pudo dormir, estaba ansioso por lo que les esperaría el día de mañana.
Tenía la sensación de que Ángela era su hija. Tenía la fiereza de Los Ferreri y la lealtad de los Sebastini; sus ojos eran de ese mismo color que tenían sus tíos, algo tan característico de la familia de su madre; también tenía lo diminuta y frágil de su abuela Bella y Sofía. Sin embargo, no quería ilusionarse.
Al día siguiente, se levantaron temprano para ir a los diferentes laboratorios a revisar los resultados del examen de paternidad. Xavier sabía que este era un momento crucial para Ángela y quería asegurarse de que estuviera bien preparada para cualquier resultado.
Mientras Tamara y Xavier se vestían, Tamara preguntó.
“¿Estás preparado? ¿Te sientes bien?”. Preguntó preocupada.
“¿Tú cómo te sientes con todo esto?”. Interrogó preocupado.
“Ella me cae bien, si es tu hija le daré todo el cariño y apoyo que necesite, eso no cambiará nada entre nosotros… bueno, solo me tocará ser mamá de una adolescente”.
“Lo bueno es que tienes esos recuerdos recientes”. Bromeó Xavier y se ganó una mirada de reproche de Tamara: “La verdad es que me preocupa un poco Ángela. No sé cómo reaccionará cuando sepa los resultados”.
“Todo saldrá bien”. Lo calmó ella.
Una vez que estuvieron listos, los tres se dirigieron al laboratorio. Xavier se mantenía en silencio, tratando de preparar mentalmente a Ángela para cualquier resultado.
La tensión en el aire era palpable cuando se encontraron con el doctor que les entregó el sobre con los resultados.
Xavier tomó el sobre, lo abrió con cuidado y leyó el contenido, aunque su rostro no hizo ninguna expresión.
“¿Qué arrojaron los resultados?”. Interrogó la niña nerviosa.
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