Madre correcta, padre equivocado -
Capítulo 80
Capítulo 80:
Xavier miró a Ángela y Tamara, sintiendo el peso de la respuesta que estaba a punto de dar.
“Ángela… los resultados… confirman que… ¡Eres mi hija biológica!”. Dijo con una voz llena de emoción.
Ángela se quedó sin aliento por un momento, su mirada se llenó de lágrimas mientras procesaba la noticia. Tamara la abrazó con fuerza, compartiendo su alegría y emoción.
“Eres parte de nuestra familia, Ángela”. Añadió Tamara con ternura.
Ángela asintió, incapaz de articular palabras en ese momento. Finalmente, dejó escapar un suspiro de alivio y sonrió a través de las lágrimas.
“Gracias, gracias por aceptarme y amarme, pero… ¿Y si Laurent lo falsificó? ¿No será mejor ver los otros dos resultados?”. Interrogó la niña sin poder contener su incredulidad.
“Creo que no es necesario, pero si eso te hace sentir mejor, entonces vamos a esos sitios, una es nuestra clínica”. Dijo él explicando y ella negó.
“No es mía Xavier, yo lo único que quiere recibir es amor, solo eso”.
Los dos adultos se quedaron en silencio viendo a la niña, sentían pena por ella, seguramente actuaba así por las cosas que le había ocurrido a su corta edad.
Tal y como ella lo pidió, fueron a las otras dos clínicas para ver el resultado.
“Mi Ángela, los otros resultados son iguales, eres mi hija”. Le dijo emocionado y la alzó, pero ella se sintió apenada.
“No, bájeme Xavier, que vergüenza, no me haga pasar pena en la calle”. Expresó poniéndose colorada desde la raíz de su cabello.
“Ay Xavier, ¿Cómo se te ocurre avergonzarla de esa manera?”. Expresó Tamara bromeando.
“Creo que se burlan de mí”. Pronunció la niña con un suspiro.
“No es burla, es solo una pequeña broma”. Le dijo Tamara.
“¿Y ahora qué?”. Preguntó ella.
“Bueno, primero vamos a ir a la nueva casa dónde vamos a vivir”. Le explicó Xavier: “Ya está todo instalado, luego iremos a compra unas cosas para ti, Ángela”.
“Yo… nunca he ido de compras, mi papá… bueno mi otro papá, el que me crio. Él me compraba todo, no le gustaba que saliera de casa”. Expresó ella con preocupación.
“¿Por qué no te dejaba salir?”. Preguntó Tamara por curiosidad.
“Fue sobre todo los últimos dos años, temía que Laurent me secuestrara y me llevara de su lado, prefería que ella fuera a la casa y se quedara allí”. Explicó nerviosa.
“¿Qué pasa? ¿Acaso hay algo más?”. Interrogó Xavier.
“Antes de que llegara Tamara, Laurent me dejó sobreentendido que ella le había hecho algo mal a mi padre, sus palabras exactas fueron… ‘porque ya tu papito Travis no está en este mundo ¿Y sabes por qué?’ Como yo me sorprendí pensando lo peor, me dijo algo así ‘que comes que adivinas’… eso me hace pensar que ella lo mató ¿Puedes hacer algo para investigar? Porque si hizo eso, merece estar en la cárcel. Ella no se va a quedar tranquila”.
“No te preocupes, me encargaré de averiguarlo… ahora vayamos a la nueva casa para que la conozcas”. Dijo Xavier tomándola de la mano.
“Y podrás escoger tu habitación”. Le propuso Tamara con una sonrisa.
“¿Cuándo mis hermanos nazcan van a dormir cada uno en una habitación?”.
“Mientras estén pequeños pueden dormir la misma habitación”. Expresó Tamara.
“Entonces yo quiero dormir en una habitación al lado de ellos, que estén en el medio de nuestras dos habitaciones ¿Se puede?”. Cómo Xavier y Tamara la miraban con el ceño fruncido, ella aclaró: “Es que yo puedo protegerlos, no dejaré que nadie les haga daño”.
De nuevo Tamara y Xavier se miraron.
“Los vas a cuidar junto con Tamara, pero no es necesario que los protejas de quienes le quieran hacer daño, porque nadie se atreverá a hacérselos, hay un equipo de seguridad que las cuidara a ustedes y a los niños… debes tranquilizarte”.
Aunque ella asintió, no podía dejar de estar preocupada.
Fueron a la casa y Tamara la animo a que escogiera su habitación, y eligió la que estaba al lado de la de sus hermanos, porque nadie le sacaba de la cabeza que debía cuidar a sus hermanitos.
Después de que escogiera su habitación, le ofrecieron ir al centro comercial a comprarle la ropa y ella se negó.
“¿No sería mejor que escojamos por internet? Hay varias tiendas y traen la ropa aquí”. Pidió con una expresión esperanzada.
“Pero es bueno ver las cosas en la tienda, así escoges la ropa tu misma, te la puedes medir y es más exacto”. Trató de convencerla Tamara, pero la chiquilla se negó.
“No, por favor, mejor compremos por internet… no quiero salir”.
A la final Tamara y Xavier no quisieron seguir insistiendo. Ese mismo día terminaron mudándose y comenzaron a vivir los tres en la casa, pero debían buscar personal.
“No es necesario contratar a nadie para limpiar, yo puedo hacerlo”. Dijo Ángela.
Pero Tamara se negó.
“Tú no vas a hacer el trabajo de limpieza cuando podemos contratar a alguien para que lo haga”.
Al final la niña terminó cediendo.
Pasaron un par de días y Tamara se dio cuenta de que no era normal que Ángela siempre viviera asustada. Por eso, ese día en la noche, mientras daban un paseo por el jardín, decidió hablar con Xavier.
“Amor, hay algo que me está preocupando, creo que deberíamos conseguirle una cita a Ángela con una psicóloga, no es normal que una niña como ella ande tan angustiada y nerviosa como si siempre estuviera temiendo de algo o alguien. No sé si está recibiendo amenazas de Laurent, pero me preocupa, es tan pequeña para estar de esa manera, ella no es feliz”.
Xavier escuchó atentamente las preocupaciones de Tamara y asintió.
“Tienes razón, amor. Es importante que Ángela reciba ayuda profesional para superar sus miedos. Buscaré un buen psicólogo especializado en niños para que pueda hablar con ella y brindarle el apoyo que necesita.
Tamara agradeció la respuesta de Xavier y ambos acordaron tomar medidas para asegurar el bienestar emocional de Ángela. Juntos buscaron un psicólogo adecuado y concertaron una cita para la niña.
“Ángela, te concertamos una cita con un psicólogo”.
“¿Yo? ¡¿Por qué debo ir a un psicólogo?!”. Dijo la niña con sorpresa.
Tamara se arrodilló frente a ella y le explicó con ternura.
“Sí, cariño. Queremos que veas a un especialista que te pueda ayudar a sentirte mejor, porque vemos que estás muy preocupada, angustiada y nerviosa. Queremos asegurarnos de que te sientas bien y tranquila. Él te ayudará a hablar de tus miedos y te dará herramientas para poder superarlos”. Explicó Tamara con dulzura: “Él te escuchará, te ayudará a entender tus emociones y sentimientos”.
Ángela se mostró reacia al principio, pero luego de algunas explicaciones y consuelos por parte de Tamara, finalmente accedió a la cita.
El psicólogo que eligieron era un experto en el tratamiento de traumas infantiles, además de que tenía un enfoque muy amigable y comprensivo con los niños. Estaban seguro que él ayudaría a Ángela a ser menos temerosa.
Justo en ese momento Xavier recibió una llamada, frunció el ceño porque no conocía el número. Sin embargo, lo atendió, cuando lo hizo supo que se trataba de Laurent.
“Hora amorcito ¿Pudiste comprobar que la Angelita es tu hija?”. No esperó respuesta y continúo hablando: “Si es así, quiero que nos sentemos para llegar a un acuerdo… voy a pedir la custodia de mi hija, a menos que me pagues por ella”.
“Estás muy equivocada, mi hija no es una moneda de cambio y no voy a darte un solo centavo por ella, ni mucho menos te le vas a acercar. Me parece que te estás olvidando de con quien estás tratando y creo que es hora de recordártelo”. Expresó Xavier con firmeza.
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