Madre correcta, padre equivocado -
Capítulo 37
Capítulo 37:
Xavier estaba furioso y aunque no le gustaba perder la compostura, escuchar al hombre insultar a Tamara lo hizo rabiar.
“Que sea la última vez que te dirijas a ella de esa manera”. Siseó sin ocultar su enfado: “Ahora te quiero fuera de este lugar, te vas de manera voluntaria o juro que te mando a echar de este lugar”.
“¿Quién te crees que eres para sacarme de aquí? Puedes ser muy Sebastini Ferreri, pero este sitio no es tuyo, no puedes venir a mandar como si el mundo te perteneciera”. Dijo Joel aun de manera pendenciera.
“Pues te equivocas, si puedo mandar en este lugar porque todo este sitio ¡Es mío!”. Expresó con una sonrisa de satisfacción al ver la palidez en el rostro del hombre.
Chasqueó los dedos y enseguida un par de hombres se acercaron, tomaron a Joel de cada uno de sus brazos y lo sacaron el lugar.
Una vez que Joel fue sacado, Xavier se dio la vuelta para ver a Tamara, quien estaba de pie con las manos sobre la boca, asustada por lo que acababa de suceder.
“Lo siento, Tamara. No deberías haber tenido que ver eso”. Dijo él, acercándose a ella y tomando su mano en la suya.
Ella lo miró fijamente, con sus ojos llenos de gratitud y admiración.
“No tienes que disculparte, Xavier, sólo me estabas defendiendo… de verdad que no dejo de pensar ¿Cómo no pude ver antes todo lo que era ese hombre?… lo siento mucho”. Expresó sin poder decir nada más por la vergüenza que sentía en ese momento.
Xavier la miró fijamente durante un largo rato antes de hablar.
“No tienes nada que disculparte, no es tu culpa. Él es el responsable de sus acciones y debes saber que siempre estaré a tu lado cuando me necesites para defenderte y protegerte. Tamara, no permitiré que nadie te falte al respeto de esa manera otra vez”.
Tamara asintió con la cabeza y sonrió, al mismo tiempo que Xavier le dedicó una sonrisa cálida y apretó su mano con suavidad.
Tamara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, sintiéndose bien al escuchar sus palabras. Se dio cuenta de que Xavier se preocupaba de manera sincera por su bienestar.
De pronto tuvo una necesidad imperiosa de acercarse a él, de sentir sus brazos alrededor de su cuerpo… era una sensación extraña, era tan fuerte que debió apretar los ojos y contar hasta diez para ver si volvía la normalidad en ella. Respiró profundo y él pensó que se estaba sintiendo mal.
“¿Te pasa algo? ¿Es el bebé?”. Al escuchar su voz, ella abrió los ojos negó con la cabeza.
“Tranquilo, no te preocupes, estoy bien”. Expresó sin poder apartar esa sensación dentro de ella, de querer sentir su presencia protectora a su alrededor. Deseaba tanto estar cerca de él que le resultaba hasta increíble que eso le estuviera sucediendo.
Sus manos temblaban y su corazón latía a mil por hora mientras Xavier fruncía el ceño con preocupación.
“Creo que lo mejor será que nos lleves a casa, sé que habíamos hecho un trato con Joel para no acusarlo de violencia intrafamiliar, pero luego de esto no es seguro dejarlo impune frente a esa situación”. Dijo Freya y Tamara abrió los ojos de par en par rogando porque su amiga se callará y no le contará detalles sobre eso a Xavier, porque esa situación le resultaba bastante vergonzosa.
“¿Hicieron un trato con él?”. Interrogó más por curiosidad.
“Solo queríamos que firmara el divorcio”. Aclaró Tamara, sintiéndose avergonzada: “Fue la única forma en que lo pudimos lograr”.
“Yo no soy quién para meterme en tu vida, pero si no lo denuncias, él no va a detenerse y las consecuencias pueden ser peores”.
Xavier hizo un gesto a uno de los guardaespaldas.
“Por favor, revisa los celulares de las personas y hazlos borrar los vídeos de la pelea, no quiero salir mañana a primera hora en los principales medios de comunicación”.
Pronuncio con firmeza y el guardia asintió.
“Ahora vamos chicas”. Les dijo tomando la mano de Tamara.
Tamara asintió y lo siguió mientras se alejaban del restaurante y subían al auto.
“Lamento que nuestra maravillosa velada haya terminado de esta manera”. Dijo Xavier y Tamara negó con la cabeza: “Me habría gustado que fuera especial”.
“Para mí lo fue… nunca me había divertido tanto en una cena con un apuesto caballero como tú”. Expresó ella con una sonrisa.
“No me hagas emocionar si no es cierto”. Manifestó observándola con absoluta devoción.
“Te aseguro que no te estoy mintiendo”. Respondió ella sin poder contener su nerviosismo.
Freya se sintió un poco avergonzada por el coqueteo de la pareja, y quiso hacerles saber que aún estaba allí.
“No tranquilos, yo no estoy aquí, soy solo un holograma… por favor Xavier se te agradece que la próxima vez que me invites a salir con ustedes puedas, aunque sea traerme un perrito de compañero, con gusto lo aceptaré”. Todos se carcajearon ante las ocurrencias de la mujer.
Xavier condujo en silencio por un rato, disfrutando de la paz que le brindaba la oscuridad de la noche. Tamara podía sentir su mirada puesta en ella por momentos, lo que la hacía temblar como una gelatina.
Finalmente él frenó en la entrada del edificio, y justo en ese momento sintió que se le revolvía el estómago. Debió bajarse del auto y correr hacia una esquina donde vomitó hasta lo último que había comido. Las dos mujeres se quedaron esperando cerca sin entender lo que le había ocurrido, cuando regresó junto a ella, Tamara no pudo ocultar su preocupación.
“¿Qué te pasó? ¿Te habías sentido mal y no nos dijiste?”. Inquirió ella con sorpresa.
“Claro que no, todo esto fue sorpresivo”.
“¿Quieres subir para que te tomes algo? No me gustaría que Le fueras sintiéndote mal”. Pronunció Tamara y él no pudo evitar sentirse satisfecho al escuchar su ofrecimiento.
“No te preocupes, me siento bien, estoy perfecto, ni siquiera tengo idea porque vomité. Por favor vamos, las acompáñate hasta la puerta del edificio”.
Fue caminando con ellas hasta la entrada.
“Gracias por esta hermosa velada, a pesar de incidente me divertí mucho esta noche. Me encantaría repetirlo”.
Tamara sonrió, sintiéndose cada vez más atraída por Xavier.
“Yo también la pasé muy bien, más de lo que imaginé”. Pronunció la mujer.
Freya, que caminaba delante de ellos, se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.
Chicos, no se olviden de que todavía estoy aquí. Pensó para sí misma con una sonrisa pícara. Pero decidió no entrometerse en la conversación de los dos, los dejaría coquetear, se veían tan hermosos.
Xavier se despidió dándole un beso en la mejilla a Tamara y un apretón de manos a Freya. Las dos mujeres se quedaron mirando su figura desaparecer en la distancia.
“Bueno, ¿Qué opinas de Xavier?”. Le preguntó Freya a su amiga con una sonrisa.
“Es un hombre fuera de serie”. Respondió Tamara con sinceridad.
“Y solo tiene ojos para ti, picarona”. Le dijo Freya dándole un golpecito en el brazo, Tamara no pudo evitar sonreír ampliamente, complacida con el comentario de su amiga.
“Sí, me parece que hay química entre nosotros. Ya veremos qué pasa en el futuro”.
Mientras tanto, Xavier caminaba por la calle pensando en lo bien que había pasado la noche. Pero también se sentía un poco incómodo por lo que había sucedido al final de la cena con Joel y ahora con su repentina indisposición, aunque esperaba que esto no fuera nada grave.
Si embargo, esa misma noche vomitó una vez más, y en la mañana apenas desayuno, debió correr al baño porque botó todo lo que había comido. Además, se sintió mareado y toda la comida que le gustaba ahora le daba asco.
De inmediato llamó a su madre, porque a decir verdad era un cobarde cuando se enfermaba y solo le provocaba que ella lo atendiera. Apenas le atendió el teléfono, ni siguiera la saludó, sino que fue directo al grano.
“Mamá estoy enfermo… no sé qué me pasó, tengo náuseas, mis comidas favoritas ahora me dan asco, y hasta mareado me sentí”. Expresó tratando de entender a que se debían sus síntomas.
“Sí que es extraño ¿Y cuándo te comenzó eso?». Interrogó con curiosidad.
“Anoche después que cené en uno de los restaurantes de la familia”.
“Si, ya sé que estuviste allí y hasta tuviste un altercado con ese hombre que ahora está internado en una clínica y que según están tratando de salvarle la vida porque se intentó s$icidar… de acuerdo a lo que dicen los medios, no pudo soportar que su esposa le estuviera siendo infiel con el hombre más cotizado del país y que ni siquiera no los detuvo el hecho de que ella estuviera embarazada de él. El pobre ahora solo quiere morirse.
¿Xavier acaso no pudiste conseguir a una mujer libre? ¿Por qué siempre te gusta complicarte la vida, hijo? ¿Sabes el escándalo que ha causado esta situación? Hiciste oídos sordos a las recomendaciones de tu padre… ay hijo, me cargas con el alma en un hilo”.
“¿Qué estás diciendo?”. Interrogó sorprendido.
«Eso que escuchaste, el esposo de esa mujer, Tamara Castelli, intentó envenenarse esta mañana, pero afortunadamente lo encontró un amigo y llamó a una ambulancia. Ahora están luchando por salvarle la vida».
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