Capítulo 10:

Tamara no dijo nada de su acto de violencia contra ella, se sentía tan mal que por un momento quiso que todo eso le estuviera ocurriendo a otra persona. Pese a ello, de manera automática se terminó de despojar de la ropa, por eso no se dio cuenta como él la miraba con desprecio.

Cuando ella estuvo completamente desnuda, Joel la apretó contra su cuerpo y le dijo.

“Mira Tamara, no quiero volver a verte acercándote a Sebastini. Si lo haces te juro que me encargaré de que pagues las consecuencias. Tú eres mi mujer y tienes que estar dispuesta para mi cuando yo quiera”. Le dijo mientras pasaba sus manos por el cuerpo estrujándole la piel.

Sus caricias no eran suaves, sino dolorosas. La masajeaba sin ninguna delicadeza, le apretaba sus senos haciéndola g$mir, pero no de placer, sino del dolor.

Ella no se opuso, dejo que él hiciera con su cuerpo como quisiera; mientras las lágrimas salían a borbotones de sus ojos, bañando su rostro.

Lo único que se escuchaba en la habitación era el sonido de su respiración agitada. Él la tomó en brazos y la llevó hasta la cama.

Allí, comenzó a besarla con una fuerza increíble mientras le acariciaba cabello. Luego cambió de lugar para besar sus senos y su vientre mientras sus manos la recorrían por todas partes.

A medida que las caricias se volvían más intensas, ella se iba sintiendo cada vez más incómoda. Cuando él introdujo los dedos en su interior, ella g!mió de dolor y se mantuvo estática sin responder a las caricias.

Trató de retraerse de su realidad, mientas Joel entraba y salía de su cuerpo de forma violenta.

“¡Maldita sea Tamara! Eres tan fría como un témpano… ni siquiera sabes complacer a un hombre”.

Tamara se sentía expuesta y aterrorizada. Estaba en shock, desorientada y sin saber cómo reaccionar ante la situación. La única cosa que podía hacer era llorar y desear que aquel momento terminara lo más pronto posible.

Joel no paró hasta quedar saciado, luego se giró en la cama y se quedó dormida.

Ella se quedó viendo al techo con un dolor insoportable, pensó en sus padres, en sus abuelos, su familia, sus relaciones no eran así… porque a ella le tuvo que tocar de esa manera. ¿Realmente amaba a Joel? Volteó su vista a la cama y negó con la cabeza mientras pensaba en la forma amorosa que los hombres de su familia trataban a las mujeres, pensó en las palabras de Freya.

No pudo soportarlo más y salió corriendo al baño, pero no al de la habitación donde estaban, sino en otro. Terminó vomitando hasta la bilis, se metió en la ducha y se lavó estrujándose la piel como si se tuviera arrancando algún sucio imaginario.

Después de vestirse se envolvió con una toalla, salió del baño y caminó por el pasillo como si fuera una sombra, llorando y temblando.

Se sentó en la sala y allí se quedó por horas, pensando y recordando toda su vida… Joel nunca la había golpeado ni forzado a tener se%o, pero ese día se habían dado las dos situaciones. Pensó con tristeza.

No pudo evitar hacerse cientos de preguntas en su mente, la cual siempre se había negado a responder, pero que en ese momento era crucial darle respuesta ¿Era feliz? ¿Había sido feliz alguna vez con Joel? Y aunque quisiera engañarse, la realidad le explotaba en la cara de manera cruel… jamás lo había sido.

Pensó en las veces que escuchó a sus primas y tías hablar de lo maravilloso que era un org%smo y ella prefirió sonreír con timidez. En ese momento se preguntó ¿Alguna vez has sentido uno?

Se quedó en silencio, y repasó algunos momentos de intimidad con Joel una y otra vez, la verdad impactó en su cara.

Ni una sola vez.

Porque lo cierto era que todos los había fingido para no herir su ego, para hacerlo sentir bien, para no ofenderlo. Se pasó la mano por la cabeza con desespero, porque entre las palabras de su amiga y los recuerdos, no la dejaban en paz.

Se llevó las manos al vientre, pensando en si ese bebé que tanto quiso con ansias ¿Estaría allí, si se desarrollaría? Y si lo hacía ¿De verdad salvaría ese matrimonio? ¿Valía la pena salvarlo? Pensó con angustia.

La respuesta a todas sus preguntas fue un rotundo ‘NO’. Porqué lo cierto era que la única forma de salvarlo era con amor y eso, al parecer ya no existía… o por lo menos no de Joel hacia ella.

Ni de tu parte tampoco. Dijo su conciencia.

Respiró profundo y fue entonces cuando llegó a la conclusión que tenía que tomar una decisión, y decidió que no se quedaría más allí. Aunque el dolor había crecido, era preferible arriesgarse a estar sola, reconocer que había fracasado y no seguir con el tormento de una relación insatisfactoria.

Tomó aliento y se abrió camino entre sus miedos, tomó la decisión que creyó más acertada para ella. Así que se levantó con decisión caminando a la habitación para recoger sus cosas y poner distancia entre su esposo y ella.

Joel se había despertado, se giró y no la vio. Ya las primeras luces del amanecer se estaban filtrando por la ventana. Se levantó para ir a buscarla y reclamarle por haberlo dejado solo, pero antes entró al baño y en ese momento su celular repicó, vio que se trataba de su secretaria.

“Aló ¿Qué ocurre? ¿Por qué me estás llamando tan temprano?”. Interrogó el hombre en tono molesto.

“Disculpe Señor Prato, si no fuera importante no lo molestaría. Ayer cuando me dijo que la familia de su esposa estaba en la ruina, que se lo había dicho su suegro cuando se casaron, me llamó la atención que después de cinco años, todavía sus empresas estuvieran funcionando. Por eso me tomé la atribución de investigar, tengo una prima que trabaja en una sucursal de esa familia aquí en R%ma, y le hice la pregunta. Ella es asistente del CEO y me dijo que las empresas Castelli y Cavalcanti Modas están mejor que nunca, las empresas se están abriendo paso en otros países europeos. No existe ni ha existido ninguna crisis económica, su suegro lo engañó, porque ellos siguen siendo groseramente ricos”.

El cuerpo del hombre se tensó al escuchar las palabras de su secretaria, no podía creer que había estado engañado durante todo ese tiempo, se dio cuenta de que la familia de su esposa nunca había confiado en él.

“¿Es confiable esa información?”. Interrogó y la respuesta de la mujer le llegó desde el otro lado.

“Completamente, Señor Prato”

“Muchas gracias, ya te compensaré por ello”.

Apretó las manos molesto y se quedó mirando en el espejo con ira. Había sido engañado, pero ya no más. Decidido salió del baño para buscar a Tamara y cuando lo hizo ella estaba con una maleta en la cama y sacando la ropa de su closet.

“¿Qué haces?”. Le preguntó con cierto temor.

“Me voy Joel ¡Ya no más! No quiero seguir aquí, ni casada contigo… no soporto más vivir este infierno… no soy feliz, esto no es la vida que me imaginé vivir”. Pronunció con tristeza: “Después de todo resultó que mis padres tenían razón, nunca debí haberme casado contigo, este ha sido el peor error que he cometido y que voy a enmendar”.

Expresó con decisión, mientras Joel la miraba con incredulidad.

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