Capítulo 11:

Joel se quedó mirándola mientras simulaba angustia, no iba a dejar que se fuera, no después de haberse enterado de que la Familia Castelli no estaba en ruinas. Si antes no quería dejarla ir, menos lo haría ahora… pero sabía que debía ser convincente para convencerla, solo esperaba que pudiera seguir teniendo el mismo control sobre ella.

“¿Pero por qué te vas?”. Se atrevió a preguntar y ella negó con la cabeza.

“¿Eres capaz de preguntarme después de lo ocurrido?”. Inquirió con un sollozo: “A pesar de nuestras discusiones en el pasado nunca me habías golpeado… pero hoy rebasaste todos los límites, me obligaste a tener intimidad contigo, me humillaste llamándome cualquiera solo porque quise verme diferente y cambiar para lucirte a ti”.

“Me di cuenta de que yo soy la única que pone de su parte para que funcione este matrimonio… cambié mi forma de ser, por ti, para agradarte y siento que ya no soy ni la sombra de lo que era. Necesito reencontrarme conmigo misma y eso solo lo puedo lograr alejándome de ti… porque tú me enfermas, me haces daño, no me hace bien permanecer a tu lado”. Concluyo sin detener las lágrimas.

“¿Cómo puedes decir eso?”. Preguntó él con una expresión de sorpresa: “Yo te he amado, he querido lo mejor para ti… tal vez si te he abandonado un poco porque me he dedicado al trabajo… pero solo es porque estoy buscando un mejor futuro para nosotros y para nuestra familia, para los hijos que vendrán”.

Le dijo poniéndole la mano en la barriga y acariciándola con suavidad.

Ella retrocedió sorprendida, porque no recordaba la última vez que él tuvo un gesto similar con ella.

“No te apartes”. Susurró en tono suave: “Probablemente aquí ya esté nuestro hijo ¿Le vas a negar la oportunidad de estar con su familia?”.

Él vio la duda en el rostro de ella y sabía que debía seguir insistiendo.

“Lamento la forma que me he comportado Tamara. Todo es por el estrés de estar reuniéndome constantemente con inversionistas y que no muchos estén dispuestos a invertir en mi negocio. Durante todos estos años no he querido cargarte con mis problemas financieros porque no quiero preocuparte. Pude haberte pedido que le pidieras ayuda a tu padre y nunca lo hice ¿Tú crees que, si no te amara o estuviera contigo por interés, durante estos cinco años no te hubiera pedido dinero o que hablaras con tu familia para que me ayudara?”.

La determinación de Tamara comenzó a flaquear, estaba indecisa entre creerle o no.

“¿O acaso es que ya no me amas? ¿Es eso? ¿Te enamoraste de otro hombre?”. Interrogó con recelo.

Por un momento, la mirada de ojos verdes de Xavier Sebastini llegó a su mente, acusándola de que solo pensaba en él, a pesar de eso ella alejó esos pensamientos. Suspiró y negó con su cabeza.

Joel la miró fijamente con una mirada de angustia que logró conmover el corazón de Tamara.

“Yo… lo siento Joel, pero ya no quiero seguir aquí… ni la vida que llevo. Estuve pensando durante el resto de la madrugada y me siento anulada… dejé de ser yo, de hacer lo que me gustaba para agradarte a ti ¿Y qué recibo? Humillaciones, insultos… eso no lo vi en mi familia, allí vi respeto, amor, solidaridad, ayuda mutua… contigo aprendí a vivir en un mundo que no quiero”. Se disculpó con amargura, mientras Joel enmudecía y la miraba con miedo a perderla.

Sin esperar un segundo más se lanzó al piso arrodillándose mientras la abrazaba a la cintura y le hablaba en tono suplicante, hasta un par de lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.

“¿Acaso quieres que nuestro hijo tenga que andar de un lado a otro con padres separados? Porque estoy seguro de que allí concebimos a nuestro hijo, no sé si por la fertilización in vitro… o luego de lo que pasó… por favor, vamos a darle una oportunidad a nuestro matrimonio … te prometo que voy a cambiar, que te trataré con todo el amor que te tengo, seremos la familia que siempre soñamos. Así como tus padres, tus tíos, abuelos, nuestro matrimonio será digno de los Castelli ¿Qué dices Tama, mi amor? ¿Me darás una oportunidad?”. Preguntó suplicante.

‘Los hombres patanes como Joel nunca cambian’. Escuchó en su mente la voz de su amiga Freya como si le estuviera hablando en voz audible. ‘No le creas’.

Lo vio de rodillas y respiró profundo. Estaba en una situación difícil, porque una parte no quería dar marcha atrás, estaba decidida a mandar todo al demonio; pero la otra parte, la ilusa, la que no quería fracasar… quería darle una oportunidad, para demostrar que no se había equivocado.

Joel sabía que estaba perdiendo terreno, que debía hacer algo para impedir que ella lo dejara y por eso hizo una propuesta desesperada.

“Hagamos algo, vamos a darnos unas semanas para que tú lo pienses, no te vayas de nuestro apartamento… puedes quedarte aquí, yo me iré a la oficina para no perturbar tus pensamientos y para no presionarte en que te quedes conmigo. Te llamaré, y estaré pendiente de ti… iremos juntos al doctor cuando nos vayan a decir que estamos esperando un bebé. Por favor Tamara, déjame demostrarte que soy el hombre que mereces”. Habló con una expresión de melancolía.

Cuando vio el destello de luz en los ojos de Tamara, supo que había ganado y que ella aceptaría su propuesta, solo que no se esperó esas condiciones.

“Está bien… tomaré tu propuesta, pero primero debes escuchar varias de mis condiciones. Uno, no voy a echar a Freya de mi vida, porque es mi mejor amiga. Dos, no voy a usar esa ropa horrorosa que me compraste, la verdad es que siempre la he odiado”. Declaró caminando hasta el closet, sacando la ropa y tirándola al piso mientras la pisoteaba sin ninguna consideración: “Tres voy a Fl%rencia a visitar a mi familia por un par de semanas, no voy a seguir alejada de ellos… solo bajo estas circunstancias aceptaré pensarlo. Peo te aclaro, esto no significa que te daré una oportunidad, sino que consideraré la propuesta de poder dártela ¿Entiendes la diferencia?”.

Termino de hablar con firmeza.

Joel parpadeó cuando la vio hablar de manera determinante. Esta Tamara que tenía frente a él, no era la misma que había sometido la noche anterior ni en el pasado, pero estaba dispuesto a dejarla poner las condiciones.

“Acepto”. Declaró con una media sonrisa, pero su sonrisa se congeló en el rostro cuando la escuchó responderle.

“Entonces saquemos mi ropa de esta maleta y sustituyámosla con la tuya, porque parte del trato incluye que no te quedarás en este apartamento conmigo ¿O me equivoco?”. Preguntó ante la expresión de sorpresa en el rostro de Joel.

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