Capítulo 55:

La mirada de Kellan seguía siendo inescrutable, sobre todo mientras sostenía la tira aromática del perfume número cinco.

¿Limonada? La duda persistía en su mente: ¡esta era la firma de Serpiente Escarlata, y eso significaba que Allison era Serpiente Escarlata!

Kellan se dio cuenta con la fuerza de un relámpago. De todas las fragancias expuestas, sólo ésta llevaba el toque inconfundible de Scarlet Snake. El aroma no sólo era sorprendentemente similar, sino que tenía un efecto calmante en él. Sólo la técnica de extracción de Scarlet Snake podría haber hecho eso.

«Enhorabuena, señorita Clarke, por su victoria». Las palabras de Kellan contenían una curiosidad comedida. «Debo admitir que no esperaba que se ocultara tan bien. Esa rara fragancia con la que dijiste que habías tropezado… ¿era una de tus creaciones?».

Su mente rebobinó hasta su primer encuentro en su despacho, cuando ella dijo que acababa de comprar casualmente aquel perfume. Kellan ordenó entonces a sus hombres que compraran en las tiendas de perfumes más exclusivas del centro.

Sin embargo, ninguna se había acercado. Cada intento palidecía, como comparar el oro con el oro de los tontos.

Allison, tan aguda como siempre, captó la insinuación en su tono. «Nunca podría compararme con su reputación, señor Lloyd. La empresa Carisma ya es una leyenda del sector. Pero por otra parte… su aroma base no grita precisamente originalidad».

Allison no había previsto que Kellan era el fundador de Carisma.

La noticia le dejó un sabor amargo, sabiendo lo cerca que había estado de encontrar pistas sobre su madre años atrás. Sus ojos permanecieron fijos en él, buscando cualquier señal de ofensa. Pero, para su sorpresa, no había ninguna. Lo que en esencia era una acusación velada de plagio no le alteró lo más mínimo.

«Por supuesto que no. Los labios de Kellan se curvaron en una sonrisa imperturbable. «Es un secreto familiar, transmitido durante generaciones. ¿Y usar ‘Limonada’ como alias? Has mantenido un perfil mucho más bajo de lo que pensaba».

Ahora, estaba seguro. ¡Allison era Serpiente Escarlata!

Kellan se maravilló de ella. Desde el crucero Royal Princess hasta Athton y ahora el concurso de perfumería, esta mujer no dejaba de desvelar capa tras capa, cada revelación más sorprendente que la anterior.

Y Allison sabía perfectamente que Kellan tenía las respuestas que ella necesitaba. Pero no era el momento ni el lugar para ello. Todavía no.

Sus palabras goteaban felicitaciones, pero sus ojos fijos contaban otra historia: un duelo silencioso que se desarrollaba como el choque de dos imanes, opuestos pero innegablemente atraídos el uno por el otro. Saltaban chispas, pero nadie más parecía notar el calor.

Rebecca, ajena a la corriente subterránea, suspiró con nostalgia. «Qué pena. Si no te hubieras casado con esa escoria, habrías arrasado en el mercado internacional hace siglos. Diablos, ¡probablemente estarías sentada con los jueces ahora mismo!». Su lamento era sincero.

Los ojos de Allison bajaron brevemente a la pulsera con la que jugueteaba. «No es ninguna vergüenza. Elegí mi camino. El camino equivocado, sí, pero al menos me salí de él a tiempo». Su voz sonaba segura, aunque había momentos en los que el arrepentimiento se colaba en ella.

Recordaba cuando se había casado con Colton con nuevas esperanzas, incluso había creado una fragancia personalizada para su cumpleaños. Pero en lugar de aprecio, se había encontrado con el frío desdén de él, que se lo había echado en cara, llamándolo inútil.

Le había dolido, aunque ahora podía admitir que formaba parte de un error mayor: su lealtad equivocada hacia un hombre que no la merecía.

Pero sólo podía culparse a sí misma.

Colton, que estaba cerca, era ahora el que luchaba contra una tormenta de emociones. Su burla anterior se sentía ahora como una bofetada a su propio orgullo. Su rostro se ensombreció cuando cogió el perfume número cinco y se lo acercó a la nariz. Su expresión se agrió de inmediato. «Esto huele como el perfume de Melany».

Su comentario provocó una oleada de inquietud en la multitud. «¿Podría ser trampa? Huelen parecido». El murmullo se extendió, acallando rápidamente el murmullo anterior en la sala.

Colton, animado por la creciente sospecha, redobló la apuesta. «¡Melany es Serpiente Escarlata! Es imposible que Allison la haya superado. Olfateen todos, el número cinco es casi idéntico al perfume de Melany».

Ante los rumores de posibles trampas, varios concursantes que no habían quedado entre los diez primeros levantaron la cabeza, intrigados por el drama que se estaba desarrollando.

Uno a uno, se inclinaron para comparar. Las notas de fondo de pino y violeta persistían, ingeniosamente mezcladas. Sin embargo, resultaban innegablemente familiares.

El estilo único de Scarlet Snake, estratificado, intrincado y enigmático, no era fácil de imitar. Colton, envalentonado por la vacilación del público, se volvió hacia Allison, con voz acusadora. «¿Has robado la fórmula de Melany?».

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