Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 286
Capítulo 286:
Lindy hervía de furia mientras fulminaba con la mirada a Melany. «¡Tú!» Su ira era tan intensa que sus palabras tropezaban, incapaces de formar un pensamiento coherente. Melany, sin embargo, tenía una expresión que irradiaba inocencia, casi como un lobo con piel de cordero.
«Lindy, ¿no lo ves? En esta casa, soy la única que se preocupa de verdad por ti».
Ser eclipsada por Allison había sido un trago amargo para Melany, y los comentarios de Lindy habían tocado una fibra sensible. Cuanto más dulce se volvía la sonrisa de Melany, más afiladas se volvían sus palabras.
«Además, me he unido al Grupo Stevens y he conseguido el puesto de Directora General. Me aseguraré de que el Grupo prospere bajo mi dirección».
El sarcasmo de su voz fue como una daga dirigida directamente al corazón de Lindy, que casi se desmaya de rabia. ¿Qué quería decir Melany con que el Grupo Stevens prosperaría bajo su liderazgo? ¿Se trataba de un juego de poder, en el que Melany tenía cierta influencia sobre ella, lo que le daba la osadía de pisotear a Lindy?
Lindy respondió con una fría mueca: «Más te vale trabajar duro. Pero para mí no eres ni la sombra de Allison». El desagrado goteaba de sus palabras como veneno. «Tienes espíritu. Aunque seas un poco despistada, al menos eres testaruda».
Melany sentía una aguda punzada de incomodidad cada vez que alguien se atrevía a compararla con Allison. Sin embargo, se tragó su rabia, sabiendo que no era el momento adecuado para enfrentarse directamente a Lindy.
Lindy tenía décadas de experiencia en la empresa y, aunque sus leales no eran increíblemente serviciales, sí que podían causarle problemas a Melany.
Manteniendo su característica sonrisa, Melany respondió: «Lindy, ¿de qué estás hablando? Me esforzaré al máximo para apoyar a Colton, como hizo Allison».
«No olvides tus palabras», replicó Lindy.
Como no quería perder más tiempo en aquella discusión infructuosa, Lindy echó un vistazo al exquisito broche que Melany tenía en la mano.
«Qué broche más bonito. ¿Pero no es una antigüedad hecha a medida? Vosotros, los jóvenes, sí que sabéis tirar el dinero en cosas tan frívolas».
Cuanto más miraba a Melany, más crecía su desdén. Melany era una derrochadora que nunca pensaba en ahorrar un céntimo. Allison nunca despilfarraría el dinero de esa manera; ella encontraría la forma de contribuir al bienestar de la familia. Lindy sonrió con satisfacción, insinuando sutilmente: «Pero pronto será mi cumpleaños. Melany, ¿este broche es un regalito para mí?».
No tenía ningún interés en el broche; simplemente quería hacer que Melany se retorciera.
Lindy se enorgullecía de ser una dama elegante. Normalmente, no se ponía dura con nadie a menos que la provocaran. Pero ahora que sabía que Melany había conspirado contra ella, su relación estaba irremediablemente fracturada.
Lindy no tenía intención de darle facilidades a Melany. Era una maestra del sarcasmo, las puñaladas por la espalda y la manipulación emocional.
La sonrisa de Melany vaciló. «Lindy, te compraré un regalo de cumpleaños. No hace falta que me lo insinúes». No esperaba que Lindy fuera tan descarada.
En el pasado, Melany había pensado que, aunque Lindy pretendía reclamar la riqueza de su familia, al menos había sido sutil al respecto. Pero ahora intentaba descaradamente apropiarse de lo que era suyo.
En cuanto a este broche, fue un regalo muy considerado de la madre de una amiga. No sería apropiado volver a regalarlo, y tampoco sería bueno para ti».
Eso era precisamente lo que Lindy quería oír.
De repente, al oír un ruido en la puerta, Lindy se apretó el pecho dramáticamente y empezó a gemir: «¿Por qué tengo que soportar tanto sufrimiento?».
Melany retrocedió instintivamente.
La exhibición teatral de Lindy dejó a Melany tambaleándose cuando un hombre entró en la habitación.
«Mamá, ¿qué te pasa?». preguntó Colton, con el ceño fruncido, mientras se apresuraba a apoyar a su madre.
Hacía apenas unos días, había fracasado estrepitosamente en el hipódromo, no sólo perdiendo el jade, sino también soportando las burlas de Allison. Se sentía abatido y frustrado, y los llantos de su madre no hacían sino ensombrecer aún más su estado de ánimo.
Lindy se secó las lágrimas con teatralidad.
«Todo es por culpa de tu mujer. Es una fuente constante de problemas para nuestra familia».
Provocó deliberadamente a Melany delante de Colton. «¡Hoy, después de que halagara su hermoso broche, supuso que quería quedármelo para mí! Como miembro de la familia Stevens, ¡podría comprar fácilmente tantos broches como quisiera!».
Melany nunca se había encontrado con alguien tan desprovisto de vergüenza.
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