Capítulo 945:

Marcus abrazó a su hijo una vez más, un gesto lleno de ternura.

Sylvia ayudó a Julie con las maletas, acompañándolas escaleras abajo.

Julie, con Matthew en brazos, se despidió de Marcus. Mientras se marchaban, Matthew miraba continuamente a Marcus, como una promesa silenciosa de que volvería.

Marcus observaba en silencio desde donde estaba.

Le invadió una oleada de decepción, pero la sonrisa de Matthew, brillante e inocente, despertó la alegría en su corazón.

«Niño tonto», rió entre dientes, con un afecto innegable.

Como nieto mayor de la familia Fowler, la fragilidad de Matthew se correspondía con su encanto, llenando a Marcus de una profunda sensación de felicidad.

Inicialmente inseguro sobre su relación con Melissa, Marcus sentía ahora una sensación de claridad.

Quizá Matthew se había convertido en un puente, no sólo en un pretexto para sus deseos inalterados.

En el aparcamiento, Julie hacía malabares con Matthew y unas bolsas de la compra, llamando la atención de Melissa cuando salió de su coche y se acercó.

Cogiendo las bolsas de Julie, Melissa enarcó una ceja. «¡Has comprado mucho! ¿No has elegido nada para ti?».

La respuesta de Julie llegó con una suave sonrisa: «El armario que me has regalado es más que suficiente».

Matthew, a punto de hablar, captó la mirada de advertencia de Julie y se contuvo, recordando su conversación anterior.

Una vez en casa, Melissa pasó un rato jugando con Matthew, un breve respiro de alegría.

Más tarde, mientras ordenaba las compras del día, un recibo se deslizó de la bolsa y la firma que había en él le llamó la atención: Sylvia Ramos.

Un escalofrío recorrió a Melissa. Sylvia era la secretaria de Marcus.

La implicación era clara: Marcus también había estado allí.

Se había enterado de lo de Matthew.

Con el recibo en la mano, Melissa miró por la ventana y sus pensamientos se arremolinaron. Julie estaba preocupada por Matthew y los preparativos de la cena.

Melissa pensó entonces en el medio millón que, según Julie, le había tocado en la lotería.

Tras un prolongado silencio, Melissa cogió el teléfono, con la decisión tomada.

La llamada se conectó tras varios timbres, y la voz de Marcus, áspera por el desuso, la saludó. «¿Qué pasa?

La voz de Marcus era ronca y ligeramente seductora en aquella tarde de invierno.

Como viejos amantes, aún había una conexión persistente entre él y Melissa.

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Nota de Tac-K: Pasen un agradable fin de semana lindas personitas, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. (^◡^ )

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