Capítulo 703:

Aunque las zanahorias no eran las favoritas de Melissa, los conejos sin duda las disfrutaban.

Mientras Marcus contemplaba la vida después del trabajo, su estado de ánimo seguía siendo boyante… Últimamente, su inclinación diaria consistía en buscar nuevas formas de fastidiar a Melissa.

Era bastante divertido.

Entonces pulsó la línea interna y dijo: «Dile a Melissa que venga a mi despacho».

Al cabo de un rato, llamaron a la puerta.

Era Melissa.

Marcus, absorto en sus papeles, la invitó a pasar despreocupadamente. «Adelante».

Al entrar Melissa, Marcus permaneció absorto en sus documentos, dando una instrucción casual sin levantar la vista. «El sofá está un poco desordenado. Ordénalo, por favor».

Melissa asintió con la cabeza y se puso manos a la obra.

El sofá de cuero estaba lleno de revistas y del abrigo de Marcus. Cuando Melissa desplegó el abrigo, una cajita cayó al suelo.

Cuando se dispuso a cogerla, la voz de Marcus la detuvo.

«Es una muestra del compañero. Deberías quedártela».

Melissa, desconcertada, vaciló, su instinto la instaba a negarse.

Pero Marcus insistió, le quitó el joyero y reveló su contenido. Era una pulsera de diamantes de una belleza discreta pero exquisita. Cada piedra brillaba con elegancia a pesar de su modesto tamaño.

Melissa, que no era experta en joyas, comprendió su importante valor y dudó en aceptar un regalo tan suntuoso.

Marcus insistió y le puso la caja en las manos. «Acéptalo como muestra de agradecimiento».

Melissa bajó la cabeza. En tono apagado, preguntó: «Señor Fowler, ¿puedo venderla?».

Marcus, con un bufido desdeñoso, aclaró: «Aún no está en el mercado. Venderlo no es una opción».

Melissa dejó de preguntar y expresó su gratitud en voz baja antes de reanudar su tarea.

Al inclinarse sobre el sofá, un vistazo a su delicado cuello y su fino vello reveló su juvenil vulnerabilidad.

Para Marcus, parecía un conejo inocente.

La observó en silencio, como un observador silencioso. Su proximidad aumentó cuando Melissa se enderezó, retrocediendo inadvertidamente hacia los brazos de Marcus.

Él retrocedió sólo un paso, y sus cuerpos casi se fundieron.

El contacto de las medias de seda de ella con los pantalones de lino de él le produjo una sacudida de pánico que le obligó a sujetarla por la cintura.

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