Capítulo 668:

Sabía lo que le rondaba por la cabeza, pero no quiso ser explícito al respecto.

Poco después, la conversación entre ambos se apagó. Una vez que terminó de comer, se dirigió al piso de arriba. Esta vez, Leonel ya no la detuvo.

Había dado el día libre a todos los criados, dejándolos sólo a ellos tres en la villa.

Alexis entró en el dormitorio principal para ver cómo estaba Evelyn.

Una pequeña lámpara de cabecera bañaba la habitación con una suave luz. Junto a ella estaba Evelyn, que dormía profundamente.

Alexis podía distinguir el contorno de su cuerpo bajo el fino edredón.

Aunque estaba acurrucada como un bebé, su delicado rostro seguía pareciendo adorable.

Alexis se inclinó hacia ella y la besó.

La piel de Evelyn se sintió cálida contra sus labios.

El beso debió de despertar a Evelyn, que abrió los ojos somnolienta y miró a Alexis. «Mamá», la llamó suavemente mientras extendía sus pequeñas manos para abrazarla.

Alexis la abrazó y le acarició la carita.

«Me gusta papá», murmuró Evelyn en voz baja.

Al oírlo, Alexis sintió un vuelco en el corazón.

Antes de que pudiera decir nada, Evelyn volvió a quedarse dormida. Sus pestañas en forma de abanico temblaban ligeramente, su piel tan tersa y suave.

Mientras dormía, Alexis la observaba en silencio.

Nunca se cansaría de mirar a su propia hija.

Fue entonces cuando Leonel entró en la habitación. Cuando fue recibido por esta escena, se dio cuenta de que era la primera vez que veía a Alexis en un estado tan tierno desde que se reencontraron.

No había intercambios bruscos ni comentarios sarcásticos, sólo una mirada amable centrada en el hijo que compartían.

Leonel cerró suavemente la puerta y se aseguró de no hacer el menor ruido.

Aunque la puerta y la cama estaban a pocos metros de distancia, llegar hasta allí le seguía pareciendo toda una vida.

Se detuvo detrás de ella y miró a Evelyn.

Luego, como todos los buenos padres del mundo, preguntó en voz baja: «¿Está dormida?».

El sonido de su voz hizo que el cuerpo de Alexis se tensara, devolviéndola a la realidad. «Se despertó un segundo y se durmió inmediatamente después», respondió.

Leonel asintió mientras le agarraba la esbelta cintura con la mano. Había una pizca de lujuria en su tacto, al menos según la percepción de Alexis.

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