La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 648
Capítulo 648:
Mientras Evelyn disfrutaba de su baño, Leonel también bañó al cachorro, secando después a ambos.
Luego vistió a Evelyn con un body y la llevó al dormitorio.
Decidió que era mejor que durmieran todos juntos, dada su corta edad.
Evelyn parecía sentirse perfectamente a gusto en la gran cama con Leonel, como si siempre hubiera estado allí para ella.
Quería dormir también con el cachorro, pero a Leonel no le gustaba que hubiera tres personas y un perro en la cama.
Tras convencerla, Evelyn accedió a colocar la cama rosa de Ollie cerca, donde el cachorro parecía cómodamente acurrucado.
Evelyn, visiblemente encantada, emitía cálidas bocanadas de aire por su diminuta nariz.
Leonel la abrazó, sintiendo su forma ligera pero robusta.
Mientras ella se acurrucaba en la manta, él se sentó junto a la cama y le leyó un libro de cuentos.
Evelyn apoyó la cabeza en su brazo, escuchando atentamente.
A las nueve y media se había quedado dormida, con las mejillas sonrojadas por el calor.
Leonel la observaba con cariño, reacio a separarse de ella. Finalmente, retiró la mano y se dirigió al vestidor, donde Alexis estaba organizando sus pertenencias, tarea en la que llevaba trabajando más de una hora.
De pie junto a la puerta, Leonel la observó en silencio. Su expresión era impasible, sin mostrar resistencia ni alegría.
Era comprensible, dado que su principal motivo para regresar era esencialmente «tomar prestada la semilla», nada más.
A los ojos de Alexis, su relación con Leonel, junto con cualquier sentimiento que alguna vez sintió por él, se había desvanecido hacía mucho tiempo.
Rompiendo el silencio, Leonel preguntó en voz baja: «¿Esta pequeña cantidad de equipaje significa que planeas irte de nuevo? ¿Planeas marcharte en cuanto estés embarazada, llevándote a Evelyn contigo… tal vez incluso con Calvin?».
Bajo el resplandor de la araña de cristal, Alexis bajó la mirada.
Era tarde y estaba demasiado cansada para discutir con él.
Sacudiendo la cabeza, respondió: «No, es que sólo he traído unas pocas cosas».
Leonel la observó atentamente.
De repente, cerró la puerta y avanzó lentamente hacia ella, arrinconándola contra la puerta del armario.
Sus cuerpos estaban cerca, la cabeza de él bajada hacia ella.
Alexis giró ligeramente la cara, sin resistirse del todo.
Leonel hizo una pausa, con la voz ronca por la emoción. «¡Qué complaciente! ¿Por qué? ¿Tienes miedo de que me enfade y me niegue a dejarte embarazada?».
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