Capítulo 647:

Leonel le acarició suavemente la cabeza, pero no dio una respuesta directa.

Evelyn, joven y fácil de distraer, pasó rápidamente del tema.

En su mente, apenas comenzaba a comprender que ahora viviría aquí. Se preocupó por Calvin y pensó en preguntarle a su padre si Calvin podría mudarse también para que fueran una familia de cuatro.

En el dormitorio principal, Alexis quedó impresionada por su cuidada distribución.

Le llamó la atención la gran cama, con las sábanas echadas a un lado, probablemente el lugar de descanso reciente de Evelyn.

Tocó suavemente la sábana y observó los muebles y el armario preparados para el hombre y la mujer, que recordaban a una suite nupcial. Sospechó que también debía de haber una habitación infantil en alguna parte.

¿Qué emociones habían impulsado a Leonel a preparar todo aquello?

Tal vez esperaba una reconciliación a su regreso, pero ella había venido con otras intenciones. Ahora que sus verdaderos motivos habían salido a la luz, se preguntaba cómo reaccionaría él.

Su mente era un torbellino de pensamientos.

Como no quería quedarse en la habitación, bajó rápidamente las escaleras después de dejar la maleta.

Durante la comida, sus pensamientos siguieron siendo un torbellino.

Leonel era la personificación de la calma y la compostura, alimentando hábilmente a Evelyn.

Probablemente era una habilidad que había adquirido en el pasado, cuando cuidaba de sus hermanos pequeños.

Evelyn comía obedientemente, con la única peculiaridad de su aversión a la cebolla, que escupía enseguida.

«Igual que cuando eras pequeña», comentó Leonel con una sonrisa, su mirada se encontró brevemente con la de Alexis.

Sin embargo, su tono se volvió más frío al terminar la frase, creando una tensión tácita en el aire.

Alexis no sabía cómo reaccionar ante la situación.

Evelyn, aparentemente ajena a la tensión, chistó: «¿Mamá tampoco come cebollas? Pero si siempre me dice que come de todo».

Leonel miró a Alexis con curiosidad natural. «Ah, ¿de verdad mamá come de todo?».

Pareció recordar algo y añadió burlonamente: «¡Sí, lo hace!».

Su broma era evidente, y Alexis, quizá un poco frustrado, mordió una chuleta de cordero con más fuerza de la necesaria.

Leonel no pudo evitar una leve risita al verlo.

Apenas probó su propia comida, su apetito parecía ausente. Instintivamente buscó un cigarrillo, pero se abstuvo, consciente de la presencia de Evelyn.

A las ocho de la tarde llegaron a la casa dos criados, algo necesario teniendo en cuenta las responsabilidades tanto de Leonel como de Alexis, además del cuidado de Evelyn.

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