Capítulo 1767:

«¿Sí?», respondió ella, rodeándole con sus brazos en un tierno abrazo. «Está bien no ser fuerte todo el tiempo, Leonel. Sigues siendo tú, incluso cuando no estás en tu punto más fuerte».

Leonel la abrazó, sus palabras se asentaron en él. Después de un momento, murmuró: «Alexis, ¿podrías traerme unos pantalones?».

En lugar de responder, ella lo silenció con un beso, sus labios cálidos y suaves. Se subió a la cama junto a él y lo besó con pasión. Sabía cómo despertar sus deseos, provocándole de la forma que más le gustaba. Se inclinó más hacia él, con su aliento caliente sobre su piel, y le susurró con un brillo travieso en los ojos: «¿No te apetece acostarte conmigo?».

La vacilación de Leonel provenía de su miedo a la incapacidad. Pero Alexis se mostró confiada y buscó el lubricante con movimientos lentos y deliberados. Cuando apagó la lámpara de araña, dejando sólo el suave resplandor de la mesilla de noche, sus dedos se entrelazaron y el aire entre ellos zumbó con una necesidad tácita.

¿Cómo podría Leonel resistirse? No pudo. Se rindió por completo, dejando que ella tomara la iniciativa, haciendo realidad fantasías que él no se había atrevido a expresar. Se movieron juntos, al ritmo de una ronda tras otra, y su conexión se hizo más profunda a cada momento. De no ser por el lubricante, Leonel podría haber creído que Alexis se había curado por completo de sus traumas pasados.

Después de su apasionado encuentro, ambos estaban resbaladizos de sudor, sus cuerpos enredados el uno en el otro. Leonel se inclinó hacia ella y le besó suavemente la barbilla. «¿Cómo te sientes?», le preguntó con voz tierna.

Alexis lo miró, con expresión suave pero firme. «Siento algo, Leonel. Pero lo más importante es que siento que estoy exactamente donde tengo que estar: contigo».

Leonel sintió que sus palabras le llenaban el corazón. La besó profundamente, abrumado por lo mucho que ella significaba para él. «Me vuelves loco, Alexis. Me llenas de formas que no creía posibles», susurró.

A medida que la noche se alargaba, no pudieron resistirse a repetir sus acciones, unidos una vez más por una necesidad insaciable.

A la mañana siguiente, Alexis se despertó y vio que Leonel ya no estaba en la cama. En su lugar había una sola hoja de arce, vibrante y roja. Se incorporó, sosteniendo la delicada hoja entre los dedos justo cuando Leonel regresaba a la habitación, llevando una bandeja con el desayuno.

Sentada con una sonrisa burlona, dijo: «Estoy impresionada. Incluso has conseguido levantarte temprano después de lo de anoche. Menuda resistencia para alguien de tu edad».

Leonel se rió, dejando la bandeja en el suelo. «Creo que fuiste tú quien hizo el esfuerzo anoche. Quería asegurarme de que hoy te sentías bien. El desayuno en la cama es parte del servicio».

Alexis miró el tubo de lubricante casi vacío de la mesilla de noche y se ruborizó. No podía discutir su tono juguetón.

Después de asearse, se reunió con él para desayunar. Mientras comían, Leonel la miró seriamente. «Hay algo que debemos tratar antes de casarnos», dijo.

Alexis enarcó una ceja. «¿Y qué es eso?».

Leonel sonrió. «Primero, vamos a visitar a Calvin. Luego, tenemos que pensar en cambiar el nombre de Cordelia. Siempre he pensado que ‘Corazon’ seria perfecto. Con todo lo que le ha pasado a nuestra familia, un nuevo comienzo se siente bien.»

Alexis rió, sacudiendo la cabeza. «No sabía que fueras tan supersticiosa».

Leonel le pellizcó la nariz juguetonamente. «Más vale prevenir que curar».

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