La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1746
Capítulo 1746:
A las tres de la tarde, Alexis se puso la camiseta blanca debajo del abrigo y se dirigió al colegio de Daniel. El acto tuvo lugar bajo techo, en un gimnasio. A pesar del frío invernal, el ambiente era lo suficientemente cálido como para que los padres se pusieran cómodamente la camiseta.
Leonel ya había llegado, luciendo la misma camiseta blanca con las palabras «Go Daniel». Aunque tradicionalmente se le consideraba inaccesible debido a sus años en el mundo de los negocios, parecía quitarse años de encima cuando vestía la sencilla camiseta, pareciendo mucho más joven, quizá de treinta y pocos, e innegablemente guapo.
Cuando Leonel se sentó en el suelo, su mirada se detuvo en Alexis, con una sutil intensidad parpadeando en sus ojos.
Alexis se acercó y se acomodó a su lado.
«Tienes buen aspecto», comentó.
Al mismo tiempo, Leonel replicó: «Te sienta bien».
Sus comentarios sincronizados provocaron risas entre ellos, teñidas de una pizca de nostalgia.
«Todavía tengo un recuerdo vivo de nuestros días de escuela, y antes de que nos diéramos cuenta, los niños crecieron tan rápido», rememoró Leonel, con un toque de añoranza evidente en su voz.
Al encontrar su mirada, Alexis replicó: «Sigues siendo tan guapo como siempre. Muchas de las madres de aquí te están mirando».
Sin dudarlo, Leonel respondió: «Preferiría que no lo hicieran».
«Sólo hay una persona en el mundo a la que quiero de verdad, y con eso me basta», pensó en secreto.
Tras un prolongado silencio, Alexis habló en voz baja: «Leonel, ¿no habías declarado que se había acabado? ¿Qué es esto? ¿Te arrepientes ahora?».
Él permaneció en silencio, pero la miró con ojos profundos.
Justo cuando el ambiente entre ellos se tornaba íntimo, Daniel se acercó corriendo y se colocó entre ellos.
«La competencia está por comenzar», anunció ansioso, con evidente preocupación por el bienestar de Leonel, temiendo que se cansara o lastimara.
Leonel despeinó cariñosamente a Daniel. «Un poco de ejercicio no me molestará. Tu madre y yo nos encargaremos de que te lleves el primer premio».
La confianza de Leonel provenía de los años pasados con Alexis. Habían competido juntos en numerosas carreras de tres piernas, desarrollando una sinergia tácita.
Daniel asintió con seriedad, su determinación alimentada por motivaciones más profundas. Las burlas de sus compañeros de clase por el divorcio de sus padres, que les había dejado a él y a Evelyn sin una figura paterna, pesaban mucho sobre él. Evelyn había llorado a veces por esos comentarios hirientes, pero nunca se había atrevido a contárselos a su madre.
Así que esta vez, Daniel sintió una inmensa alegría al ver a sus padres juntos.
Como era de esperar, la competición resultó pan comido para Alexis y Leonel. A pesar de las limitaciones de su pierna, consiguieron sin esfuerzo el primer puesto.
Con las mejillas sonrojadas, Daniel subió al escenario para reclamar el premio. Pocas veces se había sentido tan jubiloso.
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