Capítulo 1747:

Justo cuando Daniel estaba a punto de recibir el trofeo, una voz impetuosa gritó acusadoramente: «¡Deben haber hecho trampa!». El padre de Daniel está lisiado. Cómo han podido ganar?».

«¡Sí, deben de haber hecho trampas!».

Los padres del niño se estremecieron visiblemente y se apresuraron a taparle la boca para sofocar cualquier otro exabrupto, pero las palabras ya habían llegado a oídos de los más de cien padres asistentes.

El silencio se apoderó de la multitud, sin que nadie se atreviera a pronunciar palabra. Estaban incrédulos de que alguien se atreviera a calificar tan abiertamente de lisiado a Leonel, que valía miles de millones.

Antes de que nadie pudiera intervenir, Daniel se abalanzó sobre el mocoso, asestándole una sólida patada en las costillas. Las lágrimas brotaron de los ojos de Daniel mientras le advertía: «Di una palabra más y haré que te arrepientas».

La escena era caótica.

Los padres del mocoso no se atrevieron a tomar represalias y se limitaron a apartar a su hijo. Daniel, aún furioso, deseaba tomar represalias de nuevo, pero Leonel intervino y lo contuvo, alejándolo del altercado.

Leonel abrazó a Daniel con fuerza, consolándolo mientras el niño lloraba en sus brazos. Abatido y disgustado, Daniel no dejaba de pedir perdón a Leonel, consciente del orgullo de su padre. ¿Cómo podía Leonel soportar que la gente le llamara «lisiado»?

Leonel se aferró a Daniel y lo abrazó.

Cuando las lágrimas de Daniel se calmaron, Leonel le dio un tierno beso en la cabeza y le susurró: «Tranquilo, Danny. Deja de llorar, ¿vale?».

Daniel siguió sollozando. «También le dijeron cosas a Evelyn. Eran muy malos y ella lloraba mucho».

Leonel se puso rígido, su preocupación crecía.

A su lado, Alexis frotaba suavemente la espalda de Daniel, y sus dedos temblaron ligeramente ante la revelación.

Alexis se giró lentamente y recorrió con calma los rostros de las personas allí reunidas. «Parece que Evelyn ha estado recibiendo bastante ‘atención’ en el colegio, ¿eh?», dijo riendo entre dientes. «Sus padres no se habían dado cuenta hasta ahora, supongo. He sido bastante negligente».

Pero nadie se atrevió a responder.

Todos conocían el poder y la influencia de la familia Fowler. Los bienes combinados de la familia Fowler y la riqueza de Leonel podrían hacer temblar a toda la ciudad de Duefron. Sin embargo, todos sentían curiosidad por saber qué niño había llamado lisiado al padre de la hija de Leonel.

Todos estaban de acuerdo en que quien lo hubiera hecho debía de haber perdido la cabeza.

Mientras tanto, al no escuchar respuesta, Alexis comenzó a caminar lentamente por el gimnasio, mirando a cada rostro.

Aunque iba vestida con una simple camiseta blanca y parecía una mujer normal y corriente, su mirada hizo que todos guardaran silencio.

Finalmente, esbozó una sonrisa y juró: «Esto no ha terminado».

Cuando Leonel la miró, la expresión de su rostro le produjo un escalofrío.

Esa expresión le era muy familiar, pero había pasado demasiado tiempo desde la última vez que la vio.

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