Capítulo 1722:

A Leonel le dolía el corazón.

Su mano temblaba mientras le acariciaba delicadamente el rostro, ofreciéndole silencioso consuelo. Incluso se inclinó para presionar su cálida mejilla contra la de ella.

En ese momento, Alexis sintió como si el espacio y el tiempo se fundieran.

Tuvo la fugaz ilusión de volver a su juventud, cuando Leonel aún no había viajado al extranjero. Pasaban los días juntos, inseparables y unidos.

Leonel permaneció a su lado toda la noche mientras ella estaba enferma.

Levantando las manos, Alexis rodeó cautelosamente el cuello de Leonel, acercándose a él en busca de su calor reconfortante. Su voz tembló al confesar: «Leonel, tengo miedo».

Leonel se tensó al oír sus palabras.

En respuesta, Alexis lo abrazó con fuerza, como si tratara de envolverlo por completo en su abrazo. Sólo llevaba puesta su camisa, sin nada debajo.

Vulnerable, volvió a sentirse como una niña de diez años, aunque en realidad no lo era.

La mujer que tenía en sus brazos era madura, había compartido la cama con él y había tenido varios hijos. Habían compartido la intimidad innumerables veces, lo que le permitió conocer íntimamente su cuerpo.

Leonel luchó contra su agitación interior, pero finalmente se serenó y besó suavemente su frente para ofrecerle un consuelo silencioso.

En ese momento, una sirvienta se acercó con un botiquín. Mientras sacaba el alcohol para fricciones, dijo: «El doctor Glyn no está disponible. He llamado al Dr. Hall. Llegará dentro de media hora».

Sólo entonces se acordó Leonel. Cogió el alcohol e indicó: «Yo me encargo a partir de aquí».

Leonel y Alexis se abrazaron con fuerza, pareciendo siameses. La sirvienta, embargada por la vergüenza, evitó volver a mirarlos y salió de la habitación, cerrando la puerta con suavidad.

Con la espalda apoyada en la puerta, reflexionó en silencio para sí misma.

Estaba claro que aún había sentimientos entre Leonel y Alexis, especialmente evidentes cuando Alexis se mostraba vulnerable.

El pensamiento hizo sonreír a la sirvienta. Rápidamente bajó las escaleras para preparar un poco de sopa. Como Alexis probablemente se sentía muy débil cuando el médico llegó para tratar su fiebre, era imperativo reponer su cuerpo con alimentos nutritivos.

Un buen plato de sopa de pollo sin duda ayudaría.

Dentro del dormitorio, Alexis seguía entrelazada con Leonel. Tal vez debido a la incomodidad, enterró la cara en su pecho y susurró su nombre suavemente.

Su voz le mordisqueó el corazón.

El corazón se le entumeció y sintió un cosquilleo.

Leonel no conocía el alcance de su capacidad para amar a alguien, pero estaba seguro de que Alexis era la única que podía hacer palpitar su corazón. También era la única que podía evitar que sucumbiera a la oscuridad de sus instintos. Por eso encontraba paz en estar con la familia Fowler.

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