La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1498
Capítulo 1498:
«Parece que dominas lo de irte. Bien podrías haberte quedado con esa de fuera, para lo bien que te ha venido».
Al salir, Alexis se encontró en medio de un mar de periodistas, con sus preguntas cayendo como lluvia.
«Sra. Fowler, ¿ha terminado con el Sr. Douglas?»
«¿Fue Anika quien inclinó la balanza?»
«¿Cree que el Sr. Douglas volverá a casarse pronto?»
Alexis se quedó de pie, con la tez cenicienta. Leonel intervino, abriéndose paso entre la multitud para protegerla.
Pero cuando el momento ofrecía un resquicio, un reportero pinchó: «Sr. Douglas, ¿se vislumbra una boda con Anika?».
Leonel aclaró con voz gélida: «Se equivoca. La señorita Cohen y yo somos estrictamente profesionales. Eso es todo lo que va a ser».
La multitud reunida se convirtió en un torbellino de murmullos. Estaba claro que Leonel prometía fidelidad a su ex cónyuge, pero ¿acaso su sincronización no hacía que sus gestos resultaran vacíos?
El semblante de Anika era ceniciento. Ella había orquestado este aluvión mediático para acorralar a Leonel, sin prever su indiferencia y su decidida renuncia a cualquier vínculo con ella.
La confusión nubló los pensamientos de Anika. Alexis había sido el que se había marchado, y sin embargo aquí estaba él, separándola.
Alexis, al oír a Leonel, apenas pudo reprimir una burla. Sin reconocerlo, se deslizó en el vehículo dispuesto por los Fowler, Olivia siguiéndola. Cuando el motor se puso en marcha, el coche pasó junto a Leonel.
Uno estaba protegido dentro del coche; el otro estaba expuesto al mundo. El marcado contraste marcaba aquel momento, Leonel en el exterior mirando hacia dentro. Alexis pasó sin dedicarle una mirada, ni siquiera un latido.
Era el final de su unión. Sin despedidas, sin gentilezas de despedida, sólo le quedaba su profundo odio. Tambaleándose bajo el peso de su desprecio, Leonel retrocedió dando tumbos.
Noreen se acercó, con una expresión de dolor por la angustia de su jefe, recordando los días en que Leonel y Alexis parecían inseparables. Le tocó el brazo, con voz suave. «Sr. Douglas, es hora de volver al hospital».
En la tranquilidad de la habitación del hospital, Leonel se había convertido en el centro de atención de Anika, su presencia constante e inoportuna. Noreen entró, documentos en mano, y vaciló antes de hablar.
«La señorita Cohen está afuera, insiste en verlo. Sr. Douglas, no debería quedarse así».
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