Capítulo 1497:

La mirada de Leonel se encontró con la de Olivia, y vio en sus ojos una chispa que antes no estaba allí. Se había vuelto más audaz, ya no era el alma tímida que una vez se vio ensombrecida por su presencia.

Se volvió hacia Alexis, con su postura resuelta. «Ahora», insistió.

Sin decir una palabra más, se encaminó hacia el ascensor, Olivia la seguía de cerca. Abandonada en el pesado silencio de la sala, Anika habló suavemente: «Vuestra relación… se ha acabado, ¿no? Tal vez sea hora de…»

Leonel levantó la cabeza, sus ojos feroces y rojos, deteniéndola a mitad de la frase. El tiempo pasó y pronto estuvieron sentados en la sala, Alexis y Leonel uno al lado del otro, pero separados por mundos.

El mediador intentó una vez más salvar la distancia. Alexis cortó el silencio. «Los dos estamos de acuerdo». Su voz era una corriente constante de resolución.

El mediador miró con pesar a Leonel, un titán de Duefron, ahora sólo un hombre a punto de perder a su esposa por caprichos del destino. Suspiró, un testimonio de la paradoja de la riqueza y el amor.

La mirada de Leonel se detuvo en Alexis, con el corazón apesadumbrado por el dolor que le había causado. Esperaba contra toda esperanza que ella reconsiderara su unión por el bien de los viejos tiempos y de sus hijos.

A la vista de miradas indiscretas, la voz de Leonel vaciló. «Alexis, ¿y si nos aventuramos a salir? Imagínanos explorando el mundo juntos para estar tranquilos».

Un silencio cayó sobre la habitación. Alexis bajó la mirada. «¿Hay alguna posibilidad?», susurró, con el bolígrafo en la mano, preparado para firmar. Un ligero temblor en la mano hizo que las palabras del documento se volvieran borrosas.

«¡Alexis!» La súplica de Leonel era desesperada cuando la cogió de la mano. Ella se apartó de un tirón, salpicándole la camisa con tinta, una marca permanente de aquel momento. Sin embargo, los espectadores permanecieron indiferentes a la mancha.

Su firma fue rápida. Revisó el documento durante apenas dos segundos antes de pasárselo a él. Él la miró durante un fugaz segundo. Mirando a otra parte, con voz áspera, Alexis murmuró: «Fírmalo».

Leonel vaciló. Aunque había accedido a este final, la dulzura del pasado de ella lo invadió. Las disputas, los agravios, todo parecía desvanecerse, dejando atrás una cruda renuencia. En lo más profundo de sus deseos, renunciaría a todo por su perdón y por abrazarla una vez más.

Las lágrimas nublaron la vista de Leonel cuando inclinó la cabeza, con la pluma sobre el papel, dando por finalizada su separación. Poco después, cada uno sostenía un certificado que demostraba la disolución de una vida compartida. En silencio, Alexis se marchó.

«¡Alexis!» El nombre escapó de los labios de Leonel, un reflejo. Estuvo a punto de tenderle la mano, pero la verdad de la ruptura de su vínculo -y la evidente repulsión de ella- se lo impidieron. Su mano cayó sin vida. Viéndola retirarse, susurró: «Lo creas o no, eres la única para mí».

Alexis no respondió. Su silencio era ahora un abismo entre ellos. El corazón de Leonel se hundió. La burla de Olivia cortó el momento.

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