Capítulo 1349:

Como médico, Axell daba prioridad a la salud y normalmente evitaba fumar.

Sin embargo, ahora, recuperó un cigarrillo de la consola, encendiéndolo. Pero a mitad de camino, lo apagó, volviéndose hacia Jessie. «¿Seguís en contacto?», preguntó con tono tenso.

A Jessie le escocían los ojos de incomodidad.

Había previsto la influencia de Albert en su futuro, pero no esperaba que la incomodidad surgiera tan pronto. Evitando la mirada de Axell, volvió el rostro hacia un lado. «No», respondió secamente. «¿No me negué a ser tutora de su hijo?».

En cuanto terminó de hablar, Axell volvió bruscamente su rostro hacia él, reclamando sus labios en un beso feroz.

Su ferviente boca se apretó contra la de ella y su mordisco casi le hizo sangrar.

Jessie jadeó y agarró con la mano el hombro de Axell. Ella apretó con más fuerza, primero su ropa y luego su hombro.

Frágil, parecía ceder sin esfuerzo ante él.

Era una faceta de Axell que no había visto antes.

Su voz, ahora ronca por el deseo, emitía un sonido propio de la juventud.

Sin que ellos lo supieran, un Rolls-Royce negro se había detenido a pocos metros. Los limpiaparabrisas se balanceaban sin cesar mientras Albert se sentaba en el interior, con los dedos agarrando con fuerza el volante y la tez pálida.

Albert observaba en silencio, con la mirada fija en ellos.

Ver aquella foto de ellos besándose antes no le inmutó. Fue más bien un beso de cortesía e intrascendente a sus ojos.

Sin embargo, esta vez no podía pasarlo por alto. Pensaba que estaban muy lejos de ser amantes de verdad, pero la escena que tenía delante era diferente.

Era el beso posesivo de un hombre, y Albert podía ver la intensidad en los ojos de Axell, el fuerte apretón a Jessie.

Como hombre, Albert reconoció el deseo de Axell de reclamar a Jessie como suya. Descubrir la verdad había encendido en Axell la urgencia de hacer suya a Jessie.

Albert cogió un cigarrillo y le temblaron las manos al encenderlo.

Necesitaba la nicotina para mitigar el dolor, para calmar el impulso de intervenir y golpear a Axell hasta matarlo, algo que en realidad no podía hacer.

Albert no pudo evitar sentir lástima por Jessie. Sabía que no podía inmiscuirse en sus asuntos, por mucho que le disgustara Axell.

Mientras fumaba, Albert apagó bruscamente el cigarrillo con la mano desnuda, sin hacer caso de las chispas que chamuscaron su palma. Le dolía el corazón de una profunda pena. La idea de que Jessie se casara con Axell llenaba a Albert de espanto.

Pero no podía hacer otra cosa que contemplar impotente cómo Jessie se entregaba al abrazo de Axell.

¿No era esto lo que Albert le había hecho en el pasado?

Había obligado a Jessie a presenciar su matrimonio con otra mujer, a soportar la consumación de aquella unión y a presenciar cómo deslizaba un anillo de boda en el dedo de otra mujer. Había echado a Jessie de su vida, diciéndole que se había acabado. Ahora lo lamentaba profundamente.

Aunque normalmente se mantenía distante e indiferente, los ojos de Albert ardían de emoción en ese preciso momento. No podía soportar ver a Jessie con otro hombre por más tiempo, así que apretó el acelerador.

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