La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1350
Capítulo 1350:
Cuando el coche de Albert pasó a toda velocidad junto a ellos, el suelo se agitó bajo sus ruedas, el chapoteo del agua y el barro fundiéndose en uno solo.
Axell dejó de besar a Jessie, y el ambiente en el coche se volvió sombrío.
Sus pesadas respiraciones llenaban el silencio, teñidas de una tristeza y una incomodidad subyacentes.
Apoyada en el respaldo de su asiento, Jessie habló en voz baja: «Hace mucho tiempo que lo olvidé».
La actitud de Axell se suavizó, y una pizca de vergüenza coloreó su expresión.
Tras una larga pausa, admitió: «No te besé porque le viera».
Jessie prefirió no desenmascarar la mentira de Axell.
En general, tenía una opinión favorable de él. Parecía un compañero adecuado para el matrimonio. Sin embargo, Albert seguía siendo una barrera entre ellos.
Si Axell no podía reconciliarse con esa realidad, su relación se enfrentaría inevitablemente a desafíos, por mucho que trataran de ignorarlo.
Tras un momento de contemplación, ella sugirió: «Tomémonos un momento para calmarnos, Axell. Piensa si merece la pena seguir con esta relación. Llámame cuando te decidas, ¿vale?».
A Axell se le encogió el corazón al oír sus palabras.
Se volvió para mirar a Jessie a los ojos, donde detectó una tristeza persistente. Era una tristeza conmovedora, que atraía a los hombres, tentándolos a reclamarla para sí.
Sin pensarlo, alargó la mano para apartarle suavemente un mechón de pelo detrás de la oreja.
«¿De qué estás hablando? ¿Cómo se nos ocurre romper por esto? Ya es tarde. Deja que te lleve a casa», respondió con voz tranquilizadora.
Jessie le devolvió la mirada con ternura. Tras un momento de silencio, planteó una pregunta crucial: «¿Entonces no volverás a sacar el tema?».
Axell negó con la cabeza. «No, no lo haré. Te lo prometo».
Su reconciliación llegó en un momento en el que Albert no estaba de muy buen humor. Cualquier hombre sentiría una punzada de celos. Aunque Albert se hubiera preparado y aunque Jessie y Axell se hubieran enamorado de verdad, Albert no podía discutir con Jessie. Albert no estaba en condiciones de juzgar a Jessie.
Sin embargo, en términos de justicia, planteaba una prueba importante para un hombre.
A su regreso a la villa, Albert se sorprendió al encontrar también allí a Helen.
Helen había optado por permanecer en Duefron todos estos años, reacia a trasladarse a Heron. Tal vez aún guardaba rencor hacia el padre de Albert, el hombre que la había engañado.
A pesar de su avanzada edad, Helen mantenía un aire de elegancia mientras jugueteaba con Jeslyn.
Helen era una mujer inteligente. Sabía que Albert y Daisy tenían una relación tensa y que Jeslyn no era hija biológica de Albert.
Sin embargo, por el deseo de que su hijo tuviera una apariencia de familia real, Helen optó por pasar por alto estas discrepancias.
«¡Mamá!» Albert la saludó calurosamente.
Albert se quitó el abrigo y se lo entregó al criado antes de entrar en el vestíbulo. Jeslyn corrió hacia él y le rodeó la pierna con los brazos, gritando «papá».
Helen notó el ligero olor a humo que desprendía Albert y comentó: «Hueles a humo. ¿No te preocupa que afecte al niño?».
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