Capítulo 8:

POV Eva Dreyfus

“¡Zorra!, ¿Tan pronto sedujiste a otro hombre?, ¡Y quieres huir de mi casa!, ¿Qué clase de mocosa eres?, ¡Y tú, idiota! metiéndote en asuntos ajenos, ¡Devuélveme a mi mujer!”, grita sin vergüenza alguna Daniel, una lágrima corre por mi mejilla porque aún me duele lo que dice.

POV Niccolo Di Pascuale

Siento como una furia brota desde mi estómago, frunzo mi ceño por todas las blasfemias que grita este pusilánime hacia Eva y hacia mí. Miro hacia donde Eva y está temblando lo que me parece muy raro, asumo que debe de tenerle miedo a Daniel.

“¿Cómo es eso posible?, si, ella había venido conmigo voluntariamente, asi que, ¿Cómo Eva podría aún ser tu mujer, Daniel?”

Aún me hierve más la sangre porque no estoy entendiendo. Le aprieto un poco con mucho cuidado la mano a Eva para mirarle buscando respuestas.

Eva está más nerviosa cuando mis ojos se encontraron con los suyos, por lo que, volteo mi mirada hacia donde está Daniel que está tirado en el piso del ascensor con una mano cerca de su nariz sangrante.

Él me da a entender que no me puede ver ni en pintura, asi que volteo y veo a Eva que ahora está cada vez más pálida, lo que hace que mi corazón golpee fuertemente mi pecho obligándome a tomar una decisión y dejar atrás mis dudas, mantengo la calma, sueno mis dientes antes de girar una orden.

“Llévense a Daniel de aquí”, declaro observando con el mentón un tanto levantado a Daniel.

“No me iré de aquí, al menos no sin Eva, asi que, ¡Suéltala!”, me exige Daniel al momento levantándose para irse contra mí y yo solo doy un paso hacia atrás.

“Por favor, tomen a Daniel y pónganlo a un lado”.

Al girar y tras esa orden todos mis guardaespaldas sin esperar ni un segundo impiden que Daniel me toque y yo no dejaré que ponga sus sucias manos encima de Eva.

Me echo más hacia atrás y como tengo tomada de la mano a Eva la llevo detrás de mí no dándole más opción que también echarse atrás y darle espacio a mis guardaespaldas a que hagan lo propio.

Observo como mis guardaespaldas le dan una buena paliza a Daniel, no me conmueve ni me hace sentirme mejor al ver como recibe su merecido, asi que volteo a ver lo más hermoso que he podido conseguir en mi vida.

Mis ojos se topan con una Eva toda temblorosa, más pálida que hace unos minutos y con unos ojos tan temerosos, por lo que he mandado hacerle a Daniel me temo que me agarre pavor.

“Eva, por favor ven aquí, todo va a estar bien. No permitiré que él te tome otra vez, si necesitas algo, puedes decirme con confianza y anticipación, yo me encargaré”.

Acerco mi cuerpo al de ella para darle un abrazo, pero ella se echa para atrás otra vez con esa mirada de duda y desconfianza hacia mí.

“Si lo necesitas ve a casa primero, puedo llevarte con mi chofer asi estarás e irás a salvo. Por favor dime que es lo que sucede”, le ruego casi endeble por sus reacciones, mi corazón va cada vez más rápido porque no quiero dar esa imagen de mal hombre, ella se pone de cuclillas para poder ver lo que pasa tras de mi.

Y de una manera muy lastimera se escuchan los gritos de Daniel, aprieto la mandíbula porque no ayuda a cómo me está percibiendo Eva.

“Por favor, te lo pido Niccolo deja a Daniel con vida, al menos, por… favor…”

“No quiero que muera en manos de tus guardaespaldas”, me suplica piedad por Daniel, percibo como me ven sus ojos, sé que estoy proyectando una imagen de hombre despiadado y recto.

“Muchachos déjenlo”, doy la orden y ellos se detienen, por moral volteo mi cuerpo para ver en qué condiciones está Daniel y está todo golpeado, con mucha sangre sobre si, pero, veo que está totalmente estable y está vivo.

Sé que yo quedaría implicado como la cabeza de su hipotético asesinato y mis guardaespaldas, serían los asesinos principales, no obstante, Eva no se atrevería a hablar al respeto de eso.

“Estará bien, veo que no se puede mover. Por favor, chicos sáquenlo del ascensor y pónganlo como dije a

un lado”, ordeno nuevamente para dejar a mi Eva con la paz mental y emocional que ahora necesita, veo que se destensa y baja sus hombros.

Aunque me doy cuenta de que ella no puede seguir soportando ver como Daniel se revuelca por la golpiza que le mandé a dar, asi que respiro hondo y pongo mis manos sobre sus hombros para que solo me preste atención a mí.

“Vamos a planta baja”, le propongo y ella asiente, asi que camino hacia el ascensor de al lado.

Presiono el botón, las puertas se abren y dejo que Eva pase primero para luego entrar yo y con un ademán le digo a mis guardaespaldas que bajen por el otro ascensor, ‘Pues, no me preocupo porque solo hay sangre en Daniel en el ascensor´.

Presiono el botón y para mi buena fortuna el ascensor baja de una buena vez para salir y caminar un poco por la recepción, aunque yo actué con naturalidad me preocupa mucho lo que está pasando Eva.

“Eva… ¿Necesitas ir a casa?, ¿Necesitas descansar?”, le pregunto aún latente en lo que sea que esté pasando y pensando, siento mis manos frías por lo que se las quito lentamente de sus hombros, no quiero espantarla.

Ella sonríe de lado y me mira como si fuera su única esperanza, lo que logra conmoverme mucho, busco en sus ojos respuestas que casi salen como lágrimas, tenso mi mandíbula porque no me quiere decir.

“Niccolo, si puedes llévame a casa de mi tía Camelia que me dijo que podía quedarme, ella vive en Paseo de Gracia Bas Apartamentos”, al confesarme eso, siento que me oculta algo, asi que asiento y busco mi teléfono en el bolsillo, consigo escribirle a Víctor para mandarle la dirección y que me investigue de que se trata.

«Niccolo, esta dirección es real, es la tía de Eva, pero, no tiene una dirección fija, hablo de Eva, no tiene donde quedarse, recuerda que embargaron su casa».

Leo el mensaje y busco una solución rápida para ella, no quiero que corra riesgo, creo que estoy siendo un poco protector con ella. ´No obstante, quiero serle de ayuda, quiero cuidarla y mi instinto me lo está pidiendo´.

“Eva, ¿Estás segura de querer ir hacia allá?”, inquiero antes de decirle algo permanente, o mejor dicho muy directo, quiero que ella me responda.

“Pues, no… Solo me quedaría allí tres días y sin el día de hoy ya son dos días los que me quedan”, me dice la verdad y muevo mis labios a un lado, veo hacia otro lado y vuelvo a mirarle a los ojos.

“Pero…”

Antes de que pueda decir algo, ella masculla frente a mí con ojos tiernos, y yo quedo totalmente cautivado con ella y logra captar toda mi atención.

“Dime, ¿Qué me dirás ahora?”, me pregunta y me anima que Eva me vaya respondiendo y que no solo se quede callada por lo que sea que piense de mi.

´Jamás la lastimaré´.

“Te iba a proponer ir a la Junta General De Accionistas de la empresa de tu padre, del señor Dreyfus y también si quieres hospedarte en un hotel.”

Le ofrezco a ver si se anima viendo a otras personas, interactuando con más personas que posiblemente ella conozca y que le es familiar, pero, con un rápido movimiento de cabeza, ella se niega ante mi.

“Es que parezco un perro, antes le pertenecía a Daniel, ahora a ti porque siento que te debo algo”, susurra algo muy rápidamente, cuestión que no logro escuchar, ella me aparta la mirada y yo la busco para saber qué es lo que me expresan sus ojos.

“Eva, ¿Me quieres decir algo?”, le pregunto con un poco de ansiedad, me duele un poco el estómago porque creo que le estoy presionando mucho y no quiero eso, solo le quiero ayudar.

“Entiéndeme Niccolo, apenas te conozco y no sé si eres de bien o solo quieres hacerte pasar por un héroe para conseguir más seguidores  o qué sé yo, pero que me salvaste eso no te lo niego”.

Sube el tono de voz y me quedo atento a lo que dice y puedo comprenderlo.

“Eva, yo tengo buenas intenciones y entiendo tus inquietudes, pero, confía en mí”, le trato de convencer para que pueda ayudarla y ella me frunce el ceño.

“Es que.. Agh… Alguien como tú tan… No me fio de que tenga buenas intenciones solo porque eres un príncipe azul”.

Solo sostengo mi mirada hacia ella, porque con el tiempo sé que le puedo demostrar que soy un buen hombre.

“Eva, no necesito motivos para querer ayudarte…”

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