Capítulo 49:

POV Eva Dreyfus

Llama a mi tío, quien con un pésame va hacia donde estaba Daniel y sé que no deja de mirarme con mucha intensidad.

Intensidad que no sirve ni para alumbrar a un bombillo porque me le quedo viendo y lo único que hay en mi corazón, es indiferencia. Miro a mi tío que está más pálido que un papel.

“Drogo, ¿Usted a probado sustancias ilícitas?”, me rio un poco por lo bajo, porque si pudiera usar la palabra que es, haría juego con el nombre de mi tío.

“Sí”, responde en una voz temblorosa, ahora está como un hombre de papel, blanco y tembloroso.

Es que se ve que mi tío es todo un pusilánime, no es capaz de afrontar las consecuencias.

Asi pasan los minutos en una corte, es demasiado aburrido, tanto que soy consiente de haber quedado dormida en intervalos de diez minutos, y he vuelto a despertar, aunque supongo que me da mucho sueño porque no he podido dormir desde que Niccolo supuestamente falleció. Pero ahora que lo tengo aquí descanso plácidamente en su hombro.

Ya han pasado tres horas desde que se inició el juicio, solo se han tomado dos recesos para poder ir al baño, a comer y a todo lo demás. Yo fui al baño y Niccolo fue por algo de comer, habíamos quedado de que nos encontraríamos en la puerta del tribunal, pero es que no lo veo.

Por lo que, tomo la decisión de irlo a buscar hacia la cafetería o hacia las pequeñas tiendas de comida que están cerca de este lugar, camino con los brazos cruzados mirando a todas partes disimuladamente.

No hago contacto visual con nadie, entonces, choco con una persona, lo que me hace llevar mi vista hasta donde están sus ojos, me doy cuenta de que es Daniel.

“Chica, ¿Qué haces? ¿Estás perdida?”, es lo primero que me pregunta a grosso modo, y yo le lanzo una mirada súper indignada por haber chocado con él.

“Nada, no estoy perdida, solo busca a alguien”, le opongo cortante, yo nada más doy un paso a un lado y él hace lo mismo tratando de bloquear mi paso.

“Eva, tú no te vas hasta que me des un beso. Si voy a la cárcel y no te veré más, nunca quiero que me beses apasionadamente, uno de esos besos que nunca valore, hazlo por una persona que nunca más vas a ver”, me ruega tratando de convencerme de una falacia, y por unos micro segundos lo considero por los viejos momentos de que yo le pedí algo y aunque no me amará me complacía.

“No, quítate de mi camino”, vuelvo a dar un paso hacia un lado y él se vuelve a entrometer, yo pongo mis manos en sus brazos para poder irme sin que él se mueva, pero tampoco funciona.

Hasta que se escucha como se golpea alguien por lo que yo observo a su cara y le han metido un golpe, la persona está detrás de mi por lo que volteo y es Niccolo.

“Vámonos Eva”, me aclama Niccolo y yo de verdad le hago caso porque me aburre Daniel, y si no lo hiciera también para mí Niccolo lo vale todo y Daniel es un cero al lado de la ecuación.

Volvemos a la sala y pasan asi otras dos horas y realmente ya me duele el trasero, cuando estoy por decirle a Niccolo de qué verdad me tengo que ir, se escuchan el martillo del Juez.

“El jurado finalmente ha fallado. Todos son culpables, procedo a dictar la sentencia da cada uno en cuento a sus cargos: Daniel Zambrano treinta años; Drogo Dreyfus cincuenta y seis años; Alfonso Dreyfus seguirá cumpliendo su condena de veintisiete años; y por último Alexander Di Pascuale…”

Por alguna razón se queda callado antes de dar su condena.

“Quince años”, menciona su condena y es la más baja de todas y es que hasta por donde entendí, solo le pudieron acusar por intento de eliminar a Niccolo.

“La empresa sera asignada a Eva Dreyfus y Niccolo Di Pascuale, ya que ninguno de los presentes al salir de prisión puede retomar alguna actividad económica”.

Asi con esa sentencia, observo a Niccolo,  a ambos nos brillan los ojos y le abrazo porque lo hemos logrado.

“Lo conseguimos, Amore mío. Pero tenemos que cambiarle el nombre a la empresa y aunque no lo dijo, tenemos que recibir amparamiento político porque los cobradores no sabemos si nos cobraran sus deudas a nosotros”, me expresa consciente de cada consecuencia y aunque no me gusta mucho la idea de cambiarle el nombre, asiento la cabeza.

“Bueno, tenemos que ir a almorzar con mi familia y tu familia, ¿Te parece?”, me pregunta calmado poniéndose otra vez su Blazer y yo niego con la cabeza.

“No quiero que lo que quede de mi familia venga, ni mi tía ni mi madrastra con su hija, no, tal vez le pueda volver a dar algo a mi tía como regalo de ofrecerse a cuidarme, pero, es que no…”

Me niego porque me soy leal a mi y a mis ideales.

Sin embargo, él me mira nervioso, él me pone sus manos en mis hombros para poder ir saliendo.

“Bueno, invité a tu tía,a sus hijos y su esposo y a tus tíos, pero, claro que no invité a esas dos, de hecho, al salir de aquí quiero regalarte algo”, me vislumbra y la ansiedad me carcome, asi que, por supuesto que me apresuro en salir de este edificio.

Caminamos bastante y me alegra que Niccolo sea detallista porque no me acordaba lo de la mancha del vestido, al final ese atentado de la cena lo inició Daniel para poder robar joyas y dinero de los invitados para poder pagar su deuda.

“Vale, lo que tengo para ti, es esto”, me da el collar de zafiro de mi madre totalmente nuevo, le reviso la piedra y es la misma, las lágrimas no se hacen esperar y le miro con cara muy aniñada porque esto es mucho para mi, lo es todo.

“Te daré contexto, yo estaba hablando con Melissa preguntándole si no había algo que apreciaras mucho porque te lo quería dar y ella me sacó ese collar, estaba roto en el ganchito, pues con lo que tiene que ver con ella es caro, asi que le pague gustosamente y bueno…”, antes de que termine le beso.

“De verdad, esto significa mucho para mi, de verdad gracias”, le vuelvo a mirar a los ojos, y nos volvemos a besar, para luego ir al auto y subirnos para ir a almorzar con su familia.

Ahora prácticamente volví a mi anterior estatus, tengo la empresa compartida con Niccolo, ahora tengo algo que llevo conmigo desde que es el collar de mi madre y la empresa de mi padre.

“Me mandó un mensaje Paola, dice que nos apuremos”.

Luego de decir eso se ríe y a mí, me causa curiosidad porque él es un hombre realmente puntual, pero hoy anda muy risueño. Qué estará tramando.

Llegamos a la reunión tomados de las manos y todos nos saludan de besos en la mejilla, es primera vez que veo toda la familia junta de Niccolo y es muy numerosa, miro a mi tía y tío, prima y primos.

Voy y los saludo con mucho cariño a todos, me dicen que me siente y asi lo hago, pero estoy en una punta de la mesa y Niccolo está en la otra.

“Eva, adivina quién nos dio los panecillos con esa cuestión que hacían dormir a uno, pues fue Alexander, porque apenas te vio, le gustaste. Estaba esperando a que lo comiéramos para entrar al apartamento a venir a hacer no sé qué cosa”, me confiesa Paola y mi expresión de sorpresa es una auténtica mueca casi divertida.

“Entonces, ¿Cómo es que no logró hacer algo malo? Porque si te entendí”, le consulto muy curiosa por lo que va a decir y ella me mira decepcionada por lo que la miro raro.

“Ayer me llamó y me confesó eso”, luego de objetar aquello asiente con la cabeza y yo abro muy bien los ojos, no puedo estar seria porque siento la mirada muy intensa de Niccolo.

Le miro por el rabillo de mi ojo, y él se sonríe, luego hablo con alguno de sus hermanos que me pregunta cosas sobre cómo es estar embarazada y le respondo, porque me parecen gracioso como indagan haciéndome preguntas como si fueran todos unos pequeños.

“Eva, sé que es desconsiderado venir a interrogarte asi, pero, ¿Cómo les fue en el tribunal?, es que Niccolo no me quiere contar”, me pregunta la madrastra de Niccolo, yo le miro extrañada de que me pregunte directamente, no obstante, sin dar rencores le comienzo a explicar más nos fue.

Y para este punto todo el mundo me está escuchando a mi hablar, nada más puedo posar mi mirada en la de Niccolo que se le ve muy satisfecho con que yo sea el centro de atención.

“Y verdad, ¿Cómo le vas a colocar al bebé?”, inquiere el padre de Niccolo, sonrío porque ya Niccolo me lo había preguntado, pero yo solo evadí la respuesta.

“Bueno, tienen muchas opciones, pueden que el nombre del bebé haga juego con uno de ustedes o con los dos”, agrega el padre de Niccolo y asiento la cabeza, pero, no es que es un solo bebé, son tres.

“¡Ah, cierto!, ¿Va a ser hombre o mujer?”, inquiere el hermano que le sigue a Niccolo, que se llama Antonio, es el que más me he hecho reír.

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