Capítulo 46:

POV Niccolo Di Pascuale

Me doy una ducha decente, voy hacia mi habitación, tomo la poca ropa que tengo, me la coloco, me peino un poco y salgo hacia la sala, todo listo para asistir a mi funeral.

“¡Vamos abuelo!”, le exclamo listo y agito la cabeza para poder secarme el cabello y él me observa desaprobatoriamente, chasquea los dientes y comienza a caminar hacia la entrada de la casa.

Llegamos hacia el auto donde nos esperan Cahir y Caleb, todos nos saludamos para luego ir hacia mi funeral. Espero, que todo esté simple y nada muy elaborada, nada más, lo ayudé a financiar para poder ver a Eva

Dos horas después llegamos al funeral casi corriendo porque ya había iniciado, sin embargo, yo me quedo en un lugar más apartado esperando a que Eva venga, le dije a mi abuelo que la estancia de Eva aquí fuera limitada por temas míos.

´Yo tengo asuntos pendientes con una persona presente en mi funeral, y por eso, no quiero que sus maliciosos ojos se posen en mi mujer´.

“Waoh, cada día está más hermosa”, susurro con una inocente sonrisa, veo cómo se cerca a mi supuesto cuerpo, yo sin darme cuenta camino en su dirección, pero me obligo a parar mis pasos.

Justo veo cómo ella se regresa y con mis propios ojos presencio cómo está por derrumbarse, no puedo evitar mi instinto y camino hacia donde ella.

Aunque siento que algo me para y no sé si es por los nervios de volver a encontrarla de este modo, en este instante Aria aprovecha para seguirla y le masculla algo en su oreja, más ella se aleja de esta con fiereza.

En verdad, no logro escuchar que es lo que le dice Eva a Aria, porque lo dice muy bajo, y esta la empuja, justo en este instante siento como se me entra un fuego y no me limito, corro hacia donde mi mujer y la tomo por los hombros.

Ella se levanta y justo llega a mirarme a los ojos, solo ruego que no me reconozca, porque si lo hace… En un impulso la tomo y me voy muy lejos con mi hijo, más no sé de dónde saco la fuerza de voluntad para quitar mis manos de encima de ella.

Al momento de alejarlas de ella se siente un frío que no me gusta, siento pocas lágrimas recorriendo mis mejillas y me alejo lo más que pueda.

En este momento, en el que me siento más destrozado, escucho como me llaman por el teléfono, asi que lo busco sin ganas de contestar, al darme cuenta de quién se trata contesto de inmediato.

“Buenas tardes, detective Kambe, es un gusto recibir una llamada de usted”, le saludo cálidamente porque desde ayer esperaba su llamada por una razón, y escucharé qué es lo que tiene para decir.

“De igual modo. Está comprobada toda la investigación que has hecho, además de completar algunos eslabones que nos faltaban, ahora si podemos proceder a imponer cargos sobre Daniel Zambrano, Drogo Dreyfus y Alfonso Dreyfus”, pregona sin hacer énfasis en algo en especifico, lo que me roba una expiración de alivio.

“De acuerdo, fue un gusto haber ayudado ¿Cuándo se piensa apresarlos?”, inquiero con aires de curiosidad y escucho como exhala por el otro lado de la linea.

“Se estima que para mañana, mientras más pronto mejor. Bueno, hasta luego”.

Se despide de mí fríamente y yo nada más guardo mi móvil, ya casi tengo toda esta batalla ganada. Puedo echar los hombros hacia atrás y sonreír triunfador.

“Niccolo, Daniel quiere vender la empresa a las personas del casino en la que apostaban y si no apareces lo más pronto posible como vocero mayoritario y CEO de la empresa, Eva se quedará sin nada”.

Me dicen por la espalda, por lo que, volteo y es Cahir que está todo agitado y me mira con mucha preocupación.

“Vale, entiendo la situación, pero primero, ¿Cómo carajo hago para resucitar entre los fallecidos? Y segundo, ¿Cómo te enteraste?”, le pregunto con una mirada inquisitiva, él lleva sus labios a un lado con una gran pesadez, lo que me indica que algo no anda bien.

“Porque llamaron a reunión para decidir que van a hacer con la empresa, además sé todo esto porque me he infiltrado”, me hace caer en cuenta y me lo esperaba, por eso mantengo mi vista neutral, mi postura rígida.

Me come el miedo. Estoy sentado en la sala de la casa que ha sido muy hogar por todos estos días, lo que acecha en mi mente es cómo voy a aparecerme frente a las personas y más cuando aun la ley no los ha apresado.

Tengo en claro que Daniel, ya está con Eva en la sala de conferencias del edificio, se me llena la sangre en vena de puro fuego e impotencia, no obstante, me informaron que aparte de Eva está su tío y este tiene muchos hombres en el edificio.

“Vamos Niccolo, deja de ser un puto cobarde y ve hacia donde está Eva”, me digo dándome ánimos a mi mismo, me siento listo pero estoy paralizado del miedo.

Esta vez, no lo pienso tanto, me levanto y camino hacia la puerta de entrada.

Salgo por la misma y me dirijo hacia el auto que estaba aguardando por mí, me subo, no intercambio palabras con Cahir, porque estuvo ayudando un poco al enemigo, lo que no me es factible.

Siento una decepción hacia él, pero, me lo veía venir, por lo que, no le seguí contando detalladamente las cosas.

Estoy muy pendiente de por donde llegamos y esta vez, hemos llegado más rápido hacia el edificio, me bajo y camino hacia dentro de la misma, tomo el ascensor que está vacío y le presiono al último piso. Al abrirse las puestas del ascensor, presencio con mis ojos como Alexander, mi primo, el que se quejó con mi abuelo de que no tengo esposa, sería un mal heredero al CEO, ya que está tratando de seducir a mi mujer.

Todo esto me llena de ira, por lo que voy directo hasta donde están ellos, para interponerme en el medio de ambos.

“Disculpe, pero, esta mujer tiene que irse”.

Toco a Eva por el brazo y ella se me resiste, lo que hace que se me parta el corazón, Alexander forma un puño con su mano e intenta darme, pero le esquivo.

Por lo que observo a Eva con esperanza de que me reconozca ella al encontrar sus ojos con los míos con tanta claridad.

“Como le dije, tengo que escoltar a esta mujer, permiso”, esta vez soy más brusco con Alexander y Eva coopera conmigo, ambos subimos de forma brusca al ascensor, yo soy todo un manojo de nervios y ahora que vi a Alexander me he encendido.

Las puertas del ascensor se cierran, no tengo fuerzas para hacerle caer en cuenta a mi mujer, que ha llorado en vano, ni siquiera soy capaz de mirarla a los ojos otra vez.

Sin decirme nada siento como ella me quita la capucha y estoy totalmente expuesto, no tengo la fuerza de voluntad necesaria para poder voltear a verla, miro por el rabillo de mi ojo que está quieta y veo como llora.

Cierro los ojos porque también me da un sentimiento como de pesadez, nada más me quiero rendir ante el miedo y solo voltear, y es exactamente lo que hago, me giro y le miro que está llorando.

Y acerco mi mano para poder secarle las lágrimas, pero ella no me permite tocarla, más bien, veo cómo se prepara solo para cachetearme y nada más me resigno a recibirlo.

“Niccolo, ¿Cómo es posible?… Yo te vi en tu ataúd, ¿Por qué no me dijiste? ¿Por qué apareces ahora?”

Me hace varias preguntas con un tono desconsolado y yo solo no le puedo responder.

Me vuelvo a poner la capucha y las puertas se abren, le tomo de la mano, pero ella se niega a caminar, volteo a verle para rogarle que coopere conmigo.

“Por favor, te lo explicaré, pero no aquí”, le ruego con voz baja, ella aún no quiere venir conmigo, por lo que me canso y la tomo entre mis brazos para llevarla conmigo fuera de este edificio.

Llegamos frente al auto y la dejo sobre el suelo mientras abro la puerta, ella entra porque la fuerzo y yo le sigo después. Cahir sabe que nos vamos otra vez a la casa donde tengo mi cuartel por decirlo de algún modo.

Dos horas después llegamos. Aunque pasé todo el viaje intentando acercarme a Eva, ella simplemente no me dejaba, le abro la puerta y ella baja, dejo que ella se me adelante y se ponga en el frente de la casa donde no le da el sol directamente.

“Cahir, ve hacia donde mi abuelo que él requiere un favor tuyo”, le miento para que pueda irse sin ningún inconveniente, él sonríe, asiente y se marcha de este lugar.

Yo voy hacia donde Eva y abro la puerta, ella entra y luego yo y vuelvo a asegurar la puerta.

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