La promesa del padre de mis trillizos -
Capítulo 41
Capítulo 41:
POV Eva Dreyfus
“¿Marina?”, inquiere anonadada frente a la caja que he puesto sobre en mesón.
“Si, veamos que es”.
Justo después de decir eso, vemos al abrirlo que es comida y algunos panecillos, dejo que ella se coma la comida, como hay cuatro panecillos tomo dos y dejo que ella tome dos.
Yo tomo algunos mordisco de los panecillos que realmente saben muy raros como a un embutido podrido, ella me mira y toma uno de los panecillos para probarlo y me ve con una mirada de que eso no esta bien.
“De pronto me empezó a dar sueño”, me avisa, deja a un lado la comida y el panecillo para poder irse a acostar en el sofá, yo olfateo el panecillo y huele raro.
“Quizás haya sido el panecillo, voy a cerrar las puertas con llave”, le aviso y me apresuro en ir a cerrarlas, llego a la puerta y las cierro ambas con llave. Con eso listo, me entra sueño al igual que Paola, asi que voy hacia mi habitación.
Pero voy primero al baño, veo por la ventana de este que un hombre esta fuera mirándome, lo que consigue asustarme, asi que un del baño, sin embargo, cuando lo intento me arrodillo para poder dormirme en el piso.
´¿Quien habrá sido?´
…
Siento como me zarandean de un lugar a otro, por lo que abro los ojos, y está Paola toda asustada, así que me siento de la nada y le observo con la misma cara de preocupación que tiene ella.
“¿Qué pasa Paola?, ¿Cuánto hemos dormido?”, inquiero para poderme ubicar en el tiempo y en el espacio, ella tensa su boca, lo que me da a pensar que hemos dormido mucho.
Mi corazón está al borde, me levanto del piso del baño y camino hacia mi habitación, me dirijo hacia el armario para ir buscando la ropa oscura, ya que tenemos el funeral de Niccolo.
“Eva, me desperté por los toques de la puerta que le estaban dando los guardaespaldas de Abel, les atendí y les dije que nos dieran media hora para estar lista”, me avisa mientras están en la puerta de mi habitación para luego irse a la suya.
´¿Quién habrá sido?, no sé que sustancia le haya puesto a los panecillos para que quedáramos dormidas, aparte de la razón del porqué quería que perdiéramos la consciencias´.
Sin seguir reflexionando mucho en eso, voy otra vez al baño para asearme un poco, luego ir a mi habitación, vestirme con un vestido oscuro, con unas sandalias oscuras, una chaqueta del mismo color y para complementar los requerimientos de Abel llevaré un sombrero oscuro que me tapa medio rostro.
Preparo mi cartera con lo esencial y protección, por supuesto, salgo hacia la cocina sin ponerme el sombrero, aunque no me guste, me ayudará mucho. Voy por agua, que ese panecillo aparte de dejarme un mal cuerpo, me dejo con mucha sed.
“Eva, ya estoy lista, ¡Vámonos!”, exclama Paola cuando se está acomodando el cabello, yo me termino de beber el vaso de agua que tenia y nos vamos hacia la puerta de entrada donde al abrir ya nos esperaban pacientemente los guardias que al vernos se sorprenden, mirándonos de arriba para abajo, hay uno, el más guapo que veo, que le puso el ojo a Paola, espero que se de algo entre estos dos.
Al salir cerramos las puertas con llaves y bajamos las escaleras, llegamos al auto que se nos había prometido, pero, yo me subo en uno y Paola en otro porque asi nos indican los guardias, lo que se me hace muy raro.
“Oye, ¿Por qué nos llevan separadas?”, inquiero al guardia que se le quedó mirando a Paola, antes vi su cara de decepción por no poder irse con ella y al recordarla voy a sonreír, pero rápidamente pone cara seria.
“Es protocolo exigido por los superiores”, me responde tan vagamente, me quedo mirando decepcionada para poder llevar mi mirada hacia la ventana.
´Verdaderamente, no tengo idea que hubiera pasado si Paola se pusiera en contra mía, el camino sería más duro, pero podría seguir adelante´.
´No asimilo aún que estoy yendo al funeral de Niccolo, un hombre que me di cuenta de que lo amé tarde y quizás, no se merecía la forma en la que lo ame, es que… Agh, si yo quería pudo ser mi esposo y era y es papá de mis hijos´.
´Si el estuviera vivo, le pediría que no se fuera y otra noche para despedirnos bien´.
De la nada comienzo a llorar otra vez, porque quiero que venga, quiero que me abrace y que esté conmigo y con sus hijos cuando nazcan, que disfrute de ser papá y que su familia lo reconozca más de lo que reconoce…
Veinte minutos después llegamos al funeral de Niccolo y todo me parece tan surreal como si no es lo que estuviera realmente viendo, es una mala película de cine, en la que falleció el protagonista y su pareja que sería yo, no puedo asimilar que se ha ido.
Camino despacio sin querer llegar a las últimas sillas, me coloco el sombrero, me doy cuenta de que ha comenzado a lloviznar y me dan un paraguas, miro desde atrás a todos sus familiares llorando, pero es que no se escucha ni un sollozo
Sin acobardarme más, camino directo entre las sillas hacia el ataúd de Niccolo para verlo una última vez, siento como se hace un nudo en mi garganta y me comienza a picar la nariz porque se me empiezan a cristalizar los ojos.
Coloco suavemente mi mano en la madera húmeda del ataúd y llego hasta ver la cara de Niccolo, como si estuviera dormido, siento que me da una punzada en el estómago, pero tengo que disimular.
Detallo a Niccolo, se ve tan diferente a como estaba con vida, me acuerdo de que no he traído una rosa, pero es que para mi, Niccolo no ha fallecido, solo quiero creer que está en un lugar mejor.
Mis manos me comienzan a temblar, me tengo que retirar porque no aguanto más verlo en ese estado, camino por donde me vine y al levantar mi mirada, veo a la mujerzuela que se le lanzaba a Niccolo en mi cara con un anillo en su mano izquierda.
´Debe ser de compromiso, ¿Daniel se habrá comprometido con ella?, no tengo idea si habrá dejado a Pilar´.
Miro al frente y justo veo al mismo hombre que me estaba viendo por la ventana del hospital.
Decido no quedarme con la duda, asi que camino más rápido para seguirlo, y mi corazón se acelera, me aproximo con más velocidad para poderlo alcanzar, pero justo los guardaespaldas se colocan en mi paso.
“Permiso, por favor, déjenme pasar”, les pido amablemente, pero, ellos no se mueven, asi que, pongo mi mano en el brazo de uno para ver hacia atrás y veo como el hombre se va sin dejar rastro.
Por lo que, miro a Paola que ya también lo estaba viendo, y luego me dirige una mirada cómplice como si pudiera leer lo que estuviera pensando.
“¿Por qué coño me sigue?”, inquiero en voz baja, para poder ir donde Paola, pero los guardaespaldas me toman del brazo impidiéndome el paso.
Quito mi brazo con fuerza y le miro de manera desafiante a los guardaespaldas, sin más camino hacia donde Paola, con el ceño fruncido, me cruzo de brazos porque me siento muy incomoda ahora.
“Ya no me tienes que decir nada, déjame ir hacia el ataúd de Niccolo y nos vamos, porque veo que no podemos estar aquí más tiempo”, asiento con la cabeza un poco indignada de tener que seguir esperando en este lugar, muevo de arriba a abajo mi pie, me quedo mirando como Paola llega al ataúd.
Mis ojos de pronto se van disimuladamente hacia la mujerzuela de Aria, ya que, se da media vuelta y camina para irse, más, le quito mi mirada, nada más con verla me puede traer un problema.
“¿Pensaste que no te vi? Mira pequeña estúpida, deja de fingir que te duele el fallecimiento de mi hombre, tú solo eres una p%ta que se embarazó de él, pero él siempre será mío, perra”, me susurra su voz, tan pronto como miro por el rabillo de mi ojo, ella está detrás de mi.
Por lo que, me volteo de una manera muy torpe, casi me resbalo por el césped húmedo y le observo anonadada por su aparición, yo tomo aire y respiro hondo para no arremeter contra ella.
“¿Cómo que tu hombre?, ¿¡Chica qué dices!?, hasta donde yo sé Niccolo huía de ti, tú le rogabas por mensaje como una mujer arrastrada, pidiéndole dinero, además que, si fueras su mujer te hubiera pedido la mano desde que te vio, como lo hizo conmigo, ¡Ah!… Pero, verdad, no fuiste nada para él”, le contradigo con un tono calmado y ella solo se queda mirándome con la boca entre abierta.
“Pues chica es la verdad, solo fuiste una más. Aquí la que valgo soy yo”, le remato para que tenga entendido de que ella es nada comparado a mí, aparte de que me consiguió en un mal momento.
“Ah, con que esas tenemos, pues, a tu Danielito me lo como todas las noches, solo me encargo de borrar todo rastro tuyo”, intenta insultarme, pero, lo que más bien me da mucha gracia, asi que, me rio en su cara de estúpida.
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