Capítulo 40:

POV Eva Dreyfus

“En verdad, si es raro que nadie te reciba, te invitan y por lo menos deben de mandar a alguien. Bueno, con lo que sucedió ya nadie está de humor para tales formalidades”, expreso lo que pienso cuando atravieso todo el porche.

Veo a los lados de la arquitectura estilo internacional, pero, con el estilo más hacia lo brutalista, me gusta mucho, aparte de que me gusta la distribución de los pilares.

Dejando eso de lado, paso por una gran puerta y al pasar me encuentro con el que debe de ser el padre de Niccolo fumando un buen puro y la madrastra de Niccolo en la cocina.

“Buenos días, permiso”, saludo de una forma muy cordial, ellos apenas se inmutan en verme y analizan a poca profundidad mi presencia, él que toma acción es el padre, se levanta y me ofrece apretar su mano, asi que lo acepto.

“Leonardo Di Pascuale, y la mujer hermosa que está en la cocina es mi esposa, Martina Di Pascuale, es un gusto conocer a la ex comprometida de mi hijo”,al presentarse usa un buen tomo hasta que llega a la última parte.

“Si, soy Eva Dreyfus, es un placer”, le aclamo para que se aprenda mi nombre, él asiente sin mucho interés y se va a sentar en el mismo lugar donde estaba.

“Fue el abuelo quien la llamó, está en su oficina. Gracias Pao, por traerla, por favor, por favor, ¿Puedes llevarla a la oficina del abuelo?”, me anuncia y al pedirle el favor, se lo pide con dulzura lo que hace que Paola asienta la cabeza y con un ademán me invite a seguirla.

Pasamos hacia un pasillo en el cual, veo todas las fotografías de la familia de Niccolo e inconscientemente sonrío cuando veo algunas fotos de Niccolo pequeño, cuando está más grande y como iba creciendo.

“¡Ay, Eva!, Es una total pena que los tengas que conocer en este momento, a decir verdad, ellos no son asi, por favor no te dejes llevas por la primera impresión, aunque creo que el abuelo está de mejor humor”, mientras que ella se disculpa por la pesada actitud de ambos.

´¡Qué por favor!, ¡Vamos!, yo los entiendo, no quería venir para este lugar, quería seguir durmiendo en el apartamento´.

Justo levanto la mirada y me tropiezo con un chico muy similar a Niccolo, pero, se ve físicamente diferente a él, supongo que nada más son familia

“¡Ay, vamos!, ¡Alexander, quítate de aquí!”, exclama Paola enfadada y yo solo le quito los ojos de encima al muchacho y la sigo como perrito asustado, no obstante, veo por mi rabillo del ojo que aun el chico me está viendo hasta que voy por otro pasillo.

Justo se abre la puerta por donde iba a salir el abuelo de Niccolo, apenas lo veo por alguna razón, sonrío un poco y él sin aún darse cuenta de mi paciencia nos hace pasar antes que él y él es el ultimo en pasar, oigo como cierra la puerta.

“Bien, lo único que les voy a pedir es que conversemos bajito, ya que de este modo nadie escuchará”, nos ordena una petición un tanto extraña, pero de todos modos lo haré porque ya me quiero ir de este lugar, solo hay más tristeza de la que ya tenemos Paola y yo.

“Hola, mucho gusto soy Abel Di Pascuale, el abuelo de Niccolo. Fui yo quien te llamé por medio de Rogelio y me imagino que Rogelio hacia Paola o hacia ti misma”, se presenta para estrecharme la mano y yo accedo nuevamente.

“Eva Dreyfus, comprometida de Niccolo”, no sabía si decir eso ciertamente, pero ya lo dije, él se queda sorprendido y sonríe de igual manera, yo lo hago también.

“Luego me cuentas esa historia, pero en verdad, quería conversar con ustedes porque mañana es el funeral de Niccolo, ellos no querían que viera muchas personas, sin embargo ya eres familia y te doy la bienvenida”, otra vez me da la mano y se la acepto, me toma de las dos manos.

“No tienes que apenarte de nada, soy el que más conversaba con Niccolo. De todos modos también les quería advertir de algo: cuando estén en la ceremonia utilicen ropas con las que no sean fáciles de reconocer, además que vendrán más tarde y se irán un poco más temprano”.

Nos da algunas instrucciones. Todo esto, me llama mucho la atención, asi que tengo la valentía para verle a los ojos con semblante serio.

“¿Por qué nos dice todo esto?”, inquiero intentando ocultar mi adolorida voz porque me parece una falta de respeto que nos quiten tiempo junto a Niccolo.

El abuelo no me dice nada, más bien lo he dejado tieso, algo que me enfada, porque nos invitó a su casa en donde nadie tiene ánimo de nada, ni siquiera yo para seguir esta conversación y es tan mal educado que no me responde una simple pregunta.

“Disculpe, tal vez, mi pregunta no fue directa, mi pregunta es”, tomo aire para no llorar.

“Si nos restringe tanto nuestra presencia en la ceremonia, ¿Para que nos quiere allí?, mejor me ahorro molestia y no voy”, inquiero dejando ver ligeramente mi molestia.

Aunque en este instante recibo un pequeño golpe en la pierna, por parte de Paola, sé que estoy siendo muy egoísta con mi pregunta, pero, es que no tengo fuerzas para ver a Niccolo fallecido.

Observo la cara del hombre que está muy apenado por toda esta situación, no sabe como responder por ello, empieza a tartamudear, yo aprieto mis puños, bajo en mi regazo.

“No, por favor vayan, se los pido de todo corazón. Créanme que todas estas ´restricciones´, como usted muy bien lo dice, es para su seguridad, ¡Por favor vayan!, a Niccolo le hubiera gustado que estuvieran en su funeral”, expresa muy apenado, nada más me abstengo de ver como el abuelo de Niccolo ruega por nuestra presencia.

´Has que el abuelo deje de rogar y dile que vas a ir. De todos modos es el papá de tus hijos, tienes que verlo una última vez, aunque sea asi, de cierto modo, tus hijos que están dentro de ti lo verán una última vez a través de tus ojos”.

No tengo idea de porque me llega ese pensamiento tan sacado de contexto, pero me relajo y llevo mis ojos hasta donde está Paola que espera sin nada de paciencia a que yo diga algo. Bajo la mirada para volverla a subir y ver al abuelo.

“De acuerdo, claro que iremos a pesar de ser tan poco tiempo”, accedo sin ganas de ir y al abuelo se le iluminan los ojos como si hubiese conseguido algo valioso, lo que me llama mucho la atención.

“Gracias, no se preocupen de cómo ir. A las diez de la mañana enviaremos a dos guardaespaldas y a un chofer para que vayan cómodas y más tranquilas al funeral, una vez haya pasado la mitad del funeral o más o menos a las once los mismos hombres con los que llegaron las escoltarán”, nos explica, yo solo me limito a escuchar y asentir con la cabeza.

“Aparte se deben de sentar atrás de toda la familia, yo estaré allí esperándolas, eso sería todo”, concluye con una sonrisa que no me inspira confianza, en este momento Paola se levanta y le da la mano gustosamente al abuelo de Niccolo.

“Siempre es un placer dialogar con usted, creo que es momento de irnos. Tenemos una agenda pendiente para el día de hoy y por supuesto, no queremos robarle más de su precioso tiempo, muchas gracias por recibirnos e invitarnos”, Paola se despide magistralmente de Abel y en ningún momento percibo que él se lo tome a mal.

Por ende, pongo la misma sonrisa y le doy la mano luego de Paola, por alguna razón siento que aún no deberíamos de irnos.

“Bueno, la verdad es que le agradezco a la vida por darme salud y poder ver a la comprometida de Niccolo en persona y espero que pueda volver a verlas y ver a sus hijos, para tener el honor de poder decir que ya soy bisabuelo”, después de eso se ríe y ambas le seguimos el juego y nos reímos igual, creando un poco de tiempo, ahora si le suelto la mano y me dirijo hacia la puerta para abrirla.

“¡Nos vemos!”, le vislumbro a Abel, asegurándole de que nos veremos otra vez, pienso que si nos hubiéramos encontrado en otra situación, pudimos haber tenido una buena conversación.

Justo al abrir la puerta escucho como algo se cae, por lo que la abro totalmente, nos conseguimos al chico con el que me tropecé, queriendo entrar a la oficina de Abel

“Disculpe, ¿Ya se van?, de todos modos, quería darles esto y pasar a la oficina para hablar con mi abuelo”, después de dar una excusa tan barata, nos hace entrega de una caja y la siento caliente, la tomo por abajo, no le presto atención, lo rodeo y sigo con mi camino fuera de esa oficina.

“Claro que le mentí, vi que ya no quería estar allí y te ibas a poner obtusa con él, que no tiene la culpa de nada, solo que nos quiere invitar porque bueno, le tocó, debe de ser un trabajo difícil”,Paola empatiza mucho con Abel, lo que me lleva a pensar que fui mala, sin embargo, lo bueno es que ya nos vamos de este lugar.

En el apartamento…

“Paola, el chico que nos cruzamos después de salir de la oficina del señor Abel, me entregó esto, creo que es lo que estaba haciendo la madrastra de Niccolo cuando llegamos”, le hago mención y luego me acuerdo del nombre de la madrastra.

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