La promesa del padre de mis trillizos -
Capítulo 35
Capítulo 35:
POV Eva Dreyfus
Tres días después, miro de reojo a Niccolo, como me ha dicho, lo esperé en el baño. Entro cautelosamente y él está sentado con una hojilla sobre él, muy a gusto, con una mirada picarona.
Solo suspiro porque ya sé lo que se viene.
Me acerco a él, sin esperar algo muy grave, y simplemente me da la hojilla, ya sé lo que significa, así que no me molesta, me parece divertido hacer esto con él.
“Hace unos días dijiste que te molestaba mi barba y pues, te invito a hacerme el favor de quitármela, si no te molesta, solo quiero…”, lo interrumpo antes de que balbucee otra cosa que pueda arruinar el ambiente.
“A mí me parece bien, así que quédate quieto mientras te ayudo y cumplo mi capricho”, siento que estoy firmando una sentencia para mi final porque viendo la mirada tan extraña que tiene Niccolo.
Sin darle mucha atención, le echo crema de afeitar y comienzo a limpiar su rostro. Al momento, veo que se nota una gran diferencia, lo que me anima bastante a seguir.
“Eva, te quiero preguntar algo, solo que no quiero que suene apresurado, ¿ya has pensado nombre para nuestro bebé?”, me pregunta mirándome a los ojos y realmente evito mirarle, ya que me pone nerviosa, más cuando estoy tan cerca de su rostro.
“Bueno, no lo había reflexionado porque estaba muy pendiente de lo que iba a pasar con mi futuro y con la empresa. Sin embargo, últimamente, después de salir del hospital contigo, a pesar de los rumores y las amenazas, me he sentido más segura y tranquila”, le aseguro y levanto mis ojos hacia su brazo que aún sigue en recuperación.
“¿Has estado forzando tu brazo?”, le pregunto intuitivamente y él me responde con un ´Ujum´ sin ni siquiera abrir la boca.
“Sí, veo que tu herida ha tardado un poco en sanar”, le regaño porque no quiero que mal sane su herida.
Él me chasquea los dientes quitándole importancia, pero me molesta que Niccolo no se cuide.
“Eva, pensemos en un nombre”, me propone con dureza y detengo mis movimientos para no dañarle su rostro.
Esta vez, obligatoriamente, le miro a los ojos.
“Tadeo”, le menciono uno y sigo donde había dejado mi trabajo.
Por alguna razón, me molesta que me saque este tema.
“¿Qué te parece Nicolás?”, me ofrece su mismo nombre, pero en otro formato, por lo que le miro sin creerme lo que acaba de decir.
“Es tu mismo nombre”, le reprimo y él se echa a reír.
Genuinamente, le miro el rostro y ya he terminado de afeitarle la barba. Se ve como el Niccolo que vi por primera vez.
´Esa vez que sentí la corriente cuando tomé su mano por primera vez´.
Sin darle más importancia a Niccolo, me giro para limpiar todo y no es mucho que digamos.
´Tal vez me molesta que me saque el tema porque no incluye otros dos bebés más, es que aún no le he dicho que son trillizos, quiero que se entere en un evento especial´.
En eso, me volteo ya secándome las manos y veo que Niccolo me toma por la cintura y me carga entre sus brazos. Le miro a los ojos y solo veo que se ha estado aguantando esto por mucho tiempo.
“Niccolo, ¿Qué pretendes hacer?”, le pregunto incómoda por todas las acciones que toma de improviso y quisiera que me explicara de inmediato.
“Pues, te llevo a tu habitación”, luego de eso, se ríe.
Yo me siento realmente confundida, más que todo nerviosa porque no sé qué es lo que quiere de mí. Llegamos a mi habitación, abre la puerta, entramos y luego la cierra, para rematar con seguro. Siento el aire frío, él me deja en mi cama, y me ve que busco mi cobija porque soy friolenta, así que baja la intensidad del aire, lo que me alivia bastante. Él sin decir nada se acuesta a mi lado. Yo le miro con recelo, no pudiendo confiar en él, aunque aprovecho para abrazarme a él, porque tengo mucho frío.
“Eva, ¿Cuáles son tus expectativas de un buen esposo?”, de la nada me pregunta semejante cuestión y yo me alejo de él porque me incomodé.
Le observo sin saber qué decirle, pues, ahora mismo no pensaba casarme.
“Pues, verás, cuando no te había conocido ya tenía prometido, sinceramente mis expectativas con un hombre no eran altas hasta que me ha pasado todo lo que ha pasado. He tenido que crecer y madurar ciertas cosas, he leído más y bueno…”, me detengo para pensar lo que voy a decir.
“Espero que sea leal, que me ame de verdad, que ame a mi hijo, que tenga la capacidad de resolver problemas, que se sepa defender educadamente, que sea fuerte, muy inteligente y trabajador, que le guste dar, que sea hogareño y que le guste salir también, que priorice a su familia, que sea ordenado y limpio”, por ahora me quedo callada.
Llevo mi mirada a donde Niccolo que sonríe satisfecho al escuchar mi respuesta.
“Y que sea buen amante”, concluyo por ahora porque son tantas cosas que sé que tengo que decir, pero, no me acuerdo y él se remoja los labios.
“Pues, me acabas de describir”, menciona con aires de superioridad y le miro mal para que no se crea mucho.
“Pues, yo no suscito”, le llevo la contraria para que sepa que tiene que mantenerse al margen.
“¡Ah, sí, ¿No me consideras?, mmm bueno, comencemos demostrándote que soy un buen amante, ya que si me preguntases cómo sería mi esposa perfecta serías tú”, se acerca a mí para besarme, pero me alejo porque no soy una mujer tan fácil.
“Niccolo, no te lo pondré fácil”, en sí hago una confesión y él arquea una ceja.
Veo que él es muy competitivo, así que puedo usar eso a mi favor.
Él se da la vuelta y se coloca encima de mí, al instante mi corazón se acelera mucho más, no hago ningún movimiento, siento que mis orejas arden en llamas.
“Déjame demostrarte de lo que soy capaz”, me susurra y se acerca a mi rostro, junta sus labios con los míos, se acarician poco a poco, yo voy soltando mi cuerpo.
Siento como cada vez el beso se va profundizando más y más, él se aleja de mis labios y siento un frío que no soporto, así que abro los ojos y tomo su mentón, le beso con fiereza.
Él me sigue el juego y me obliga a profundizar más en el beso, pasa su lengua por mi labio inferior, yo no sé qué hacer, así que abro un poco más la boca, siento que él sonríe, nuestras lenguas se encuentran.
Tímida, ahora yo soy la que le sigue el juego a él, siento como su mano viaja hacia debajo de mi camisa y me aprieta la cintura, va subiendo cada vez más hasta conseguirse con mi sujetador.
Saca su mano de mi camisa y con una sola mano va desabotonando todos los botones de mi camisa, justo al abrirla siento el frío recorrer mi piel, que rápidamente es cambiada por las cálidas caricias de él.
Él pasa a besar mi cuello, simplemente me dan cosquillas, sigue y sigue bajando hasta llegar a mi sujetador y desabrocharlo con los dientes, siento que estoy expuesta, por lo que abro los ojos, me consigo con su mirada de cazador que ya tiene a su presa donde quería.
“No te avergüences, sabes, pienso que tu cuerpo es perfecto y deberías de disfrutar de todo lo que te puedo dar”, me levanto un poco, estoy intranquila, él me mira seguro de sí mismo, acerca su rostro a mí.
Pasa sus labios por uno de mis atributos, yo me quejo fija sin saber cómo responder, él saca la lengua y grito en mi mente, porque solo me acaricia con ella, en verdad ahora mismo me duelen mucho mis p#zones.
Lo que causa en mí un tipo de placer que no sería fácil de describir, me muerdo el labio inconscientemente, porque pasa de un lado a otro, en verdad tengo sensaciones, él pasa una mano por su camisa y se desabrocha cada botón pacientemente.
Antes de quitarse su camisa se desabrocha su pantalón, mi respiración no da más, porque veo semejante miembro, trago grueso porque no puedo creer que esa cosa se llevó mi primera vez.
Al darse cuenta de que le estoy viendo su miembro, gruñe, no tengo idea de por qué gruñe, sus manos se van contra mi pantalón y lo desabotona de golpe, para luego jalármelo, en verdad siento que no hay marcha atrás, así que tengo que bailar pegada a Niccolo.
Él de un cambio repentino viene hacia mí para besarme, en eso, siento su miembro contra mi feminidad, suelto un suspiro porque estoy perdiendo el control sobre mi cuerpo, ya sin tabú, le beso a mi manera, parece que lo disfruta.
Nuestros besos resuenan en todo el lugar, siento que con cada movimiento involuntario que hace Niccolo, al estar tan cerca de mí, me enciendo más y más, me dejo llevar por las sensaciones que estoy experimentando.
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