Capítulo 27:

POV Eva Dreyfus

Justo al detener sus palabras se acerca a mi oído dándome un poco de cosquillas y mala espina, me quedo tiesa en mi lugar.

“Ven al baño del consultorio conmigo sin titubear”.

Me pide sin dar explicaciones, escucho en su voz que está algo nervioso y lo que percibo de él me hace dudar si de verdad acompañarlo o irme de este lugar. Otra vez, veo cómo se acerca a mi oído,

“Por favor, Eva, no te haré nada malo”, me suplica y esta vez siento que debo de confiar en él, asi que cuando se aleja de mí le miro con seriedad y le doy mi mano.

Él la toma y me ayuda a levantarme, me acomoda un tanto mi vestido, camino detrás de él, abre la puerta de su baño y me abre espacio para que pase primero, sin ver más opciones, doy el primer paso y luego entro, él también lo hace y enciende la luz.

“Eva, esta mañana vinieron tres personas hacia mi y me exigieron todos tus datos y como hasta ahora has llevado el embarazo, por supuesto, les dije que no les iba a dar nada”.

Vocea contundentemente y yo miro a sus ojos buscando más información y él me quita la mirada un poco triste.

“Eva, solo me dieron una advertencia de que si volvías a mi consultorio yo iba a morir, en verdad yo no sé qué ganan con eso, pero, realmente quiero que sepas que quiero seguir siendo tu doctor, cuando tengamos chequeo, tú me dices el lugar y voy a chequearte en un lugar menos público”.

Matiza con un tono de voz comprensivo.

Yo le vuelvo a mirar los ojos con un poco de tedio, él suspira y al final sonrió para darle una buena cara, Miles relaja sus hombros y su cara y me da una sonrisa de medio lado.

“Miles, está bien. Vamos a hacer como tú dices, porque si quieren algo de mi e incluso si no quieren el poder a través de ti… Es mejor que seamos precavidos”, termino para darle alguna señal de que está conversación ha concluido.

Él me sonríe y abre la puerta del baño del consultorio, salgo yo primero y luego él. Vuelvo a suspirar porque todo se ha complicado de último momento y volteó para pedirle a Miles un favor

“Miles, no me siento muy segura y tengo que ver cómo va Niccolo, que fue inducido a cirugía porque recibió un disparo en el brazo derecho, ¿Me podría acompañar a buscarle?”, algo temblorosa, le pido que me acompañe y él mira si reloj de muñeca.

“Bueno, creo que si puedo, tengo otra paciente dentro de una hora. Pero se que conmigo vas a conseguir más rápido a Niccolo”, accede y se adelanta para abrirme la puerta y salgo, volteó y veo cómo cierra con seguro la puerta de su consultorio y guarda las llaves en su bata.

Dejo que se adelante dos pasos en frente de mí y me siento como si hubiese recibido un gran regaño, camino con la cabeza agachado, cuando veo que llegamos a recepción subo la mira.

Me percato de que ha comenzado a conversar animadamente con la recepcionista, escucho que pregunta por Niccolo y al escuchar su nombre me hace sonreír y llevo mis ojos hacia Miles ya que me alegra que me ayude.

“Miles te necesitan en la habitación 04 con una paciente que ha comenzado a dar a luz y no hay ni un doctor para recibir al bebé. No es por ser más dramática, pero ese bebé es prematuro, te necesitamos”.

Una enfermera, supongo que una pasante, le comunica a Miles y él rápidamente voltea a verme con sus ojos llenos de lástima.

“Perdóname Eva…”, lo detengo antes de que siga disculpándose.

“Está bien, ve, yo veo cómo me las arreglo”, le sonrío de forma apacible para calmar su ansiedad y él pone una mano en mi hombro, me devuelve la sonrisa y se va rápido junto a la pasante.

“Chica, el hombre por el cual preguntaba Miles está en cuidados intensivos. La sala está por ese pasillo a la derecha”, me ayuda la recepcionista y le sonrío en forma de agradecimiento.

Camino por donde me dijo, trato de estar bajo perfil, pero creo que llamo mucho la atención.

“¡Te encontré!” justo alguien me susurra eso al oído y me toman fuertemente de la cintura. Volteo mi cara para poder bien quién me está tomando, mientras que pongo mis manos en sus brazos para alejarlo de mí.

“¡Suéltame!”, exclamo aterrorizada.

Uno de los hombres que estaban armados en la entrada del restaurante es quién me sostiene de la cintura, mi corazón late muy fuerte y mis intentos por separarme de este hombre son en vanos porque tiene más fuerza que yo.

“Actúa tranquila, no llames la atención. Porque si haces algo que no me gust,a tu noviecito al que le

disparamos se muere, asi que coopera, ¿Si?”, me amenaza para solo terminar con una pregunta sarcástica, yo me siento presionada.

Por lo que, solamente asiento con la cabeza, él me obliga a caminar hacia otro pasillo distinto donde yo necesitaba pasar, siento un nudo en la garganta porque me siento humillada por no poder hacer algo, porque por ahora no sé si tiene un arma o una navaja.

Veo que llegamos a un cuarto de puerta de hierro, él la abre y me tira, veo que es un cuarto de limpieza.

“No te muevas ni grites”.

En ese instante veo que tenía una navaja en su mano, lo que termina de hacer que mi corazón vaya aún más rápido y mis lágrimas salen de mis ojos cuando cierra la puerta muy fuerte.

Espero como unos veinte minutos para poder intentar algo, trato de calmarme, porque de igual modo siento una pequeña incomodidad a un costado de mi espalda, me pongo de pie y pongo mis manos sobra la puerta para intentar empujarla. Me es imposible, vuelvo a intentar empujar hacia fuera, pero nada, asi que comienzo a golpearla una y otra vez.

La desesperación se apodera de mi cuerpo, y del miedo siento los pies fríos, veo mis manos temblar, es como si todo mi mundo de redujera y justo entre lágrimas en mis ojos se abre la puerta.

Antes de hacer cualquier movimiento miro hacia fuera y no hay nadie, asi que pateo la puerta y saco la cabeza para examinar todo el pasillo y las cosas se complican porque no veo a nadie.

De todos modos, aprovechó este momento para correr hacia fuera y retroceder todo el camino que había recorrido con el malhechor, corro hacia el pasillo que da hacia los cuidados intensivos.

Ya no tengo aliento, asi que camino para estabilizar mi respiración, justo veo que llevan a Niccolo hacia otra parte, asi qué los sigo, no tan de cerca, pero no los pierdo de vista.

Observó como toman el ascensor, asi que camino rápido para entrar, no obstante, no llego. Veo que el otro ascensor ha sido tomado, por lo que opto por las escaleras.

Las subo lo más rápido que puedo, pero se me hace cada vez más complicado. Veo que no se abren las puertas del ascensor de este piso y me quedo un momento a ver si se abren.

Sin embargo, nada. Vuelvo a hacer lo mismo y justo al llegar al siguiente piso, siento como si me dieran ganas de vomitar, espero a que se me pasen estás náuseas recientes. Justo veo que abren las puertas del ascensor con Niccolo y camino despacio más calmada.

Veo que se lo llevan a una habitación, dirijo mis pasos hacia tal habitación para luego entrar, escucho que me dicen algo, pero no lo capto, voy hacia el sofá de la habitación donde hospedan a Niccolo y me desplomo, perdiendo el conocimiento en el proceso.

Tiempo después recobro poco a poco el conocimiento, y despierto en una habitación del mismo hospital, no veo a nadie cerca, asi que, me siento en la cama, veo que me han dado hidratación intravenosa, asi mismo me levanto para salir de la cama.

Siento el piso frio en mis pies, y me doy cuenta de que algo me molesta en la cintura, justo levanto la bata para ver que tengo y es un vendaje, mi respiración se comienza a acelerar porque pienso mil cosas.

Pero es solo un vendaje de un lado de mi cintura, lo retiro un poco y veo que tengo una pequeña herida que me han cosido. Sin darle más importancia camino hacia la puerta de la habitación y la abro, salgo y es el mismo pasillo en el que había estado para ver donde habían dejado a Niccolo, asi que reconozco de una vez la supuesta habitación de Niccolo y la puerta está ligeramente abierta, lo que no me inspira confianza.

Decido caminar hacia ella y entrar en esa habitación, justo mis ojos presencian como un hombre malhechor está por apuñalar a Niccolo por lo que corro sin hacer ruido y pongo mis manos en su brazo para detenerlo.

Pero realmente no soy más fuertes que él, asi que me va ganando y las lágrimas corren por mis ojos porque creo que no podré salvar a Niccolo.

Al instante, como si Dios me hubiera dado una segunda oportunidad o alguna bendición, entra Miles todo sudado, corre hacia nosotros y golpea en la espalda al hombre, consiguiendo dejarle inconciente.

“Por Dios Eva, no puede ser, ¿Estás bien?, ¡Oye!, Que te ha pasado?, ¿Por qué estás de bata?”, me pregunta mientras me abraza y yo le acepto el abrazo porque ya no puedo más.

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