Capítulo 26:

POV Eva Dreyfus

“No me importa quién seas, ni saber cómo estás relacionada con Niccolo, pero, te diré una cosa, conmigo no te metas”, le amenazo furiosa aunque con una voz relativamente serena, ella nada más se me queda viendo, veo que está pensado en lo próximo que está por decirme.

Pero, antes de que me dé cuenta, ella pone sus manos sobre mis hombros y me empuja hacia atrás sin ningún remordimiento, caigo de espalda al piso, siento que el piso está un poco mojado.

“¡Por supuesto! se me manchó el vestido, ¡Qué vergüenza!”

Pienso mientras oprimo mis labios y me intento levantar, pero ella me patea y cuando vuelvo a intentar

levantarme, me sigue derrumbando.

“¡Dime, pues!, ¿Qué me vas a hacer?, si ni siquiera te puedes levantar de ese suelo sucio, ¡Ves!, por eso no te tengo miedo, porque tú solo ladras y ladras… Pero, no muerdes”.

Luego de eso, se carcajea en mi rostro.

Y solo se queda aquí humillándome, es verdad, ni siquiera me puedo levantar, se comienzan a cristalizar mis ojos, no me dejan ver muy bien donde ella está parada.

Observo como puedo que ella se pone a mi altura y pone su mano en mi frente y me echa para atrás, caigo acostada en el piso, no puedo más me seco las lágrimas, me levanto. Ella vuelve a tratar de tirarme con una patada asi que tomo su pierna y la tuerzo.

Ella pierde el equilibrio y justo la jalo para que caiga al piso, es lo que pasa, no obstante, ella pega su frente contra los lavamanos y cae totalmente al piso.

Presencio como está acostada en el piso y un miedo me invade, no veo signos de se haya creado una herida, asi que me acerco a tocar su frente y está bien, no hay sangre tampoco.

“Creo que por el golpe se desmayó”, murmuro para mí misma.

Después de aquello, reviso sus signos vitales a ver si está bien, sigue viva que es lo importante.

Aun con miedo me acerco a la pared que está en frente de mí, me siento un momento para poder relajarme, de a poco me levanto y al hacerlo me doy cuenta de que aparte de la mancha de agua hay una mancha muy sospechosa.

Una idea horrible pasa por mi cabeza y me doy cuenta que lo de Niccolo lo puedo dejar para después

“¡Por Dios! Tengo que ir a dónde Miles mi doctor, debo saber si mis bebés están bien…”

Sin más me voy del baño con mis manos atrás sosteniendo mi cartera para que nadie note mi accidente.

Camino pasando el pasillo y justo veo que Niccolo, todo sudado y tembloroso, al verme casi se cae de rodillas, pero, corre hacia mi y me abraza con fuerza.

“Niccolo, por favor no me abraces tan fuerte, el bebé”, le pido apaciblemente y él pierde fuerza en sus piernas y se arrodilla frente a mí de igual modo, me rodea con sus brazos.

“¡Eva!, gracias a Dios, te encontré, ¡Dios!, si no lo hubiera hecho… No sé qué hubiera sido de mí, Eva…”

Me llama por mi nombre y miro hacia abajo, encontrándome con sus ojos.

“Eva, tenemos que salir de aquí, alguien trajo una bomba lacrimógena para sabotear la cena”.

Apenas menciona con un claro temblor en cada palabra aquello que pronuncia me deja perpleja.

´Sé que estoy molesta con él, aun asi habrá otro momento para conversar sobre aquella ramera´.

“¿Qué pasó con mi familia?, ¿Tú como te salvaste?”, interrogo y atrás de él vienen unos hombres vestidos totalmente de negro con máscara que tapa toda la cara y él al voltear se levanta y me carga entre sus brazos.

“Ellos no son mis guardaespaldas, tu familia estaba en la parte de restaurante, yo me salvé porque después de darme cuenta de que no venias desde hace treinta minutos, decidí buscarte, solo escuché la bomba explotar…”

Por un momento para porque le falta el aliento.

Miro por arriba de su hombro y hemos salido del restaurante, ahora estamos en el estacionamiento, veo que nos acercamos al auto de Paola.

“Al llegar no te vi y todos estaban en el suelo, los tipos esos con máscaras a penas me vieron corrieron hacia mí, pero no podía irme sin antes encontrarte”.

Termina de relatarme y me deja sobre el suelo para abrirme la puerta del auto.

“¡Oye, qué pasó estaba viendo como salía un poco de humo!, y escuché algo, pero Niccolo cuéntame”, le exige Paola a Niccolo y él con un suspiro, rodea el auto, abre la puerta del copiloto y se sienta, Paola enciende el auto y gira el volante para ir saliendo del estacionamiento.

“Paola, alguien trajo una bomba lacrimógena para sabotear la reunión y de cierto modo, menos mal que Eva se había ido, porque no es por ponerte más estrés de lo que conlleva saber esto, pero, no sé si venían por Eva”.

Justo al terminar aquello, los hombres con máscaras salen del restaurante y uno de ellos tiene un revolver.

El hombre jala del gatillo, Paola da una vuelta, veo que la bala viene hacia nosotros y todo sucede como en cámara lenta, instantáneamente oigo como Niccolo se queja del dolor, alarmando todos mis sentidos, intento ver donde le dieron a Niccolo y solo observo como está lleno de sangre.

“¡Paola hacia el hospital de Miles! ¡Ahora!”, le grito y ella solo asiente con la cabeza mientras que pisa el acelerador.

Estoy corriendo hacia donde están llevando a Niccolo encima de una camilla, él aunque está acostado mira hacia atrás viéndome correr, no entiendo por qué no grita o dice nada.

Pero, estoy cansada y aún no he visto a mi doctor Miles. Justo siento que me voy a caer, mis ojos se están cerrando, en ese momento siento unas manos sujetarme con fuerza, volteo para mirar sobre mi hombro y es Miles.

“Déjame ayudarte, veo que estás cansada”, se ofrece Miles con una sonrisa apacible, yo vuelvo a mirar hacia donde estaba Niccolo y a él ya se lo llevaron a operación.

“Miles, necesito que me revises porque me he caído de espalda y me salió un fluido extraño”.

Apenas Miles logra procesar lo que le dije, abre los ojos más de la cuenta y me ayuda a pararme bien.

“Quédate aquí”, opone con un tono serio, yo asiento, él da media vuelta y corre hacia un pasillo, siento que me da una punzada en la cabeza, lo que hace que tambalee.

Miro hacia mi alrededor y no veo a Miles, siento que me voy hacia atrás, cierro los ojos para no ver quién ve que me he caído.

“¡Eval, ¡Eva, despierta!”, oigo la voz de Miles y siento sus manos que están en mis brazos moviéndome de un lado a otro. Abro los ojos, tengo su cara encima de la mía, él al ver que abrí los ojos se espanta y se sienta en su silla.

“Eva, estabas con la glucemia baja, por eso el dolor de cabeza, veo que te saltaste una comida, sabes que no puedes hacer eso, ya que tu cuerpo es… Susceptible a esos cambios repentinos, además que tuviste…”, hace una pausa antes de continuar, yo me quedo cien por ciento alerta a lo que tenga que decir.

“Solo te orinaste un poco, pero, si me di cuenta de que debes de tener cuidado, si tu cuerpo recibe un mal golpe, puede que los bebes se vean afectados”, detalla muy serio, yo oprimo mis labios y miro a otro lado mientras suspiro.

´Yo tengo en cuenta que mi cuerpo es débil, pero, no pensé que fuera para tanto. Entonces, me tengo que cuidar de cualquiera que me desee el mal´.

“Vale, Miles, yo tengo cuidado con todo, ¡Oye!, ¿No sabes si a este hospital ingresaron varias personas que venían de una reunión?”, inquiero con una mirada inquisitiva, él me quita los ojos de encima y lleva una mano hacia su mentón mientras que mira hacia la nada.

“Vale, yo creo que si, hace treinta minutos, vi a varios compañeros atareados con personas todas rojas. Asi que creo que si”, me confirma lo que sospeché, asiento con la cabeza.

Me voy tranquilizando a medida que voy procesando la información, miro hacia otro lugar de donde está Miles. Aunque siento la mirada intensa de este, asi que volteo con la intención de verlo a los ojos y él solo se me queda viendo gélidamente.

“Eva, no sé cómo decirte esto sin que suene mal, pero…”

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