Capítulo 24:

POV Eva Dreyfus

Luego de ofrecerme ir a otro lugar con una mirada misteriosa, me guiña el ojo lo que me da mala espina.

Termino de beberme el jugo de piña que tengo delante, he observado que a Niccolo le gusta mucho reforzar sus raíces, ya que otra vez me ha traído a un restaurante italiano a comer.

Esta vez estamos terminando de almorzar, él me ha esperado a mí porque él se comió lo suyo velozmente, quiero preguntarle si tenía hambre, aunque últimamente he evitado extender alguna conversación con él.

“Niccolo, ¿Tenías mucha hambre?”, inquiero mientras que inclino un poco la cabeza, él sube y baja una ceja, sonríe pícaro como si estuviera pensando en algo sucio.

“Si, tengo que comer muy bien para poder mantenerme en forma, aparte de que quisiera que me conozcas mejor, ¿Sabes?”, me pregunta con aires de picardía.

Y yo no logró captar hasta que se me viene en mente lo que verdaderamente quiere decir y obligatoriamente tengo que voltear a ver la ventana a mi lado porque siento en rubor en mis mejillas.

“Tranquila, no fue del todo mi intensión, solo quería hacerte sentir algo distinto a los últimos treinta minutos, aprovechando, esta noche será la cena del corporativo. Lo que significa que sin importar si vas conmigo, serás la mujer de la que más se hablara en ese local”.

Nuevamente, me saca conversación y finalmente me digno a seguirle el rollo.

“Lo tengo en cuenta, ¿Qué pretendes hacer con eso?”, le pregunto por mera curiosidad, él arquea una ceja y vuelve a relajar sus tensos hombros, se echa para atrás y me observa cansado.

“Pues, mantenerte a salvo, después de todo Daniel es un hombre con siniestras intenciones que te había secuestrado una vez, no pienso permitirle que haga eso u otra cosa aún más peligrosa”, menciona algo tenso otra vez, suspira, inquieto, lo que me hace inclinarme hacia adelante, intrigada por lo que estará pesando Niccolo que lo tiene tan intranquilo.

“Niccolo, todo estará bien, además estaremos rodeados de muchas personas, no creo que le dé algo y me quiera llevar lejos de ti”, balbuceo sin reflexionar mucho en lo que digo, él voltea para verme extrañado lo que lo lleva sonreír de lado.

“Pues… es eso lo que me preocupa, ya que al ver muchas personas se puede mezclar entre la gente y llevar o… Discúlpame Eva, solo estoy suponiendo cosas que no vienen al caso, disculpa, ¿Quieres que te lleve al hotel?”, otra vez con otra pregunta en verdad este lado de Niccolo me ha intrigado mucho.

“Niccolo, entiendo tu preocupación, si te hace sentir mejor, yo también tendré la guardia alta”, intento simpatizar con él y me sonríe, veo como quiere tomar mi mano que está sobre la mesa pero al notar que yo pude ver eso, él se corta y simplemente finge tomar su copa de vino.

“No, no deberías tener el trabajo de estar con la guardia alta, ese trabajo debería hacerlo mis guardaespaldas, pero con que tuvieras cuidado si te ves con ese idiota, estaría bien”, carraspea de la nada dejándome intrigada por esta parte suya.

´Jamás lo había visto algo neurótico, sin embargo, creo que le importo mucho´.

Sonrío por las locuras de Niccolo.

“Se me hace curioso como tu madrastra y tu hermanastra nos miran desde donde están, ¡Venga!, vamos a ir saliendo, voy a pagar la cuenta”, me avisa con un buen timbre y yo asiento algo recelosa, él me ofrece su mano para levantarme, asi que la tomo y volteo buscando mi bolso, lo agarro y voy caminando al lado de él.

Dejo que él vaya a la caja a pagar y yo salgo del restaurante para ir al auto de Paola, de la nada veo que Melissa corre hacia mí toda agitada asi que detengo mis pasos y me cruzo de brazos.

´Que hayan fallado a favor de Niccolo, no quiere decir que pueda confiar en ellas´.

“Eva realmente has encontrado un buen marido, ¿Viven juntos ahora?, ¿En dónde viven?, ¿Podemos visitar su casa?”, me ataca con un motón de preguntas que me hacen desconfiar de su reciente interés en mí, doy un paso hacia atrás, ya que está muy cerca de mi.

´Yo no…´

Antes de que le pudiera negar hace un gesto todo raro, solo para darme lástima.

“¡Eva!, no entiendo por qué eres tan mala con tu propia hermana cuando antes eras tan dulce conmigo, ¡Y deberías de seguir siendo asi conmigo!”, me reprocha en pleno estacionamiento, por lo que tomo medidas.

Camino directo al auto de Paola, y abro la puerta para subir, justo miro de reojo a Melissa que corre hacia mi, por lo que cierro la puerta del auto.

“¡Déjame subir también al auto!, ¡Quiero ir contigo!”, me recrimina de nueva cuenta.

Suspiro por lo malcriada que resultó ser, le dedico una mirada totalmente cansada y le coloco mi mano en su hombro para alejarla y poder abrir la puerta del auto con normalidad.

“Melissa, es mejor que no vengas, porque me estoy quedando en un hotel de cuarta, que es mucho mejor donde te estás quedando tú, asi que no me vuelvas a insistir”.

Le dejo en claro con toda la intención del mundo, además de mentirle en cara, le soy reacia, no quiero que vengan porque me da mucha mala espina.

´Además, siento que se me revuelve el estómago, no las quiero cerca de mí´.

“¡Qué importa! ¿Damos una vuelta?”, inquiere animada Carolina, que hasta ahora se había mantenido al margen, estaba sentada en un banco con sombra al lado del restaurante del que acabo de salir, me sorprende que la doña ésta quiera visitar un hotel.

“Oh, Carolina, es un rotundo no. Es un hotel, no un palacio”, me le vuelvo a negar y ella inclina la cabeza mientras que ladea con la misma.

“No importa, nos caerían bien nuevos aires”, me insiste y ya cansada, abro la puerta y le hago un además con la mano diciéndoles que pasen de una vez.

Ellas felices entran primero, Carolina y luego Melissa que me tiene con las canas verdes, de tanto insistir, observo como carolina se inclina hacia la puerta y me mira con unas ansias como de dinero que me da cosa.

“Este es el trato Eva, deja que tu hermana y tu madrastra viajen en el auto de Paola, solo diles que tengan cuidado y que se queden en ese asiento, porque en el asiento delantero está otro vestido para esta noche, el que vas a usar”, Niccolo viene desde atrás asustándome, pone una a mano en mi hombro y me convence de no ser tan recelosa con estas dos.

POV Paola Garibaldi

Ahora tengo a estas dos señoras, porque la hija de la madrastra de Eva es como una señora también, fastidiándome y yo solo quiero silencio e ir al baño.

“Si, lo sé, no importa si es un hotel, creo que es mejor que la casa del campo de la familia de Eva, tenemos dos meses con esos hastiados que nos piden un alquiler muy elevado, además la húmeda de la granja hace que mi cabello esté muy esponjoso, ¡Y odio eso!”.

Mientras que sostenía una mano en mi rostro escucho como se queja la hija de su madrastra.

´Supongo que creen que no soy nadie, pero, seguiré escuchando por prevención´.

Por el retrovisor observo como la hija se le queda viendo la caja del vestido de Eva, lo que me hace subir un poco más la guardia.

´Sí. Es un vestido hermoso, la caja es transparente, es dorado con algunos diamantes marcados, salpicados por el dobladillo del escote´.

“Esa maldita chica, ¡Qué suerte tiene! Nos deja, se desaparece y vuelve para casarse en frente de nosotras con un hombre rico, par ahacernos ver que no valemos nada sin su padre, ¡Simplemente para ponernos en ridículo!”

Siguen mirando fijamente el precioso vestido de Eva.

Y me percato que pierde la mirada como si una idea estuviera gestionándose en su cabeza.

“Mamá”, le gimotea.

“Me siento mal del estómago, ¿Me podrías traer un poco de agua? Debe ser porque no he bebido mi pastilla para la acidez, ¿Me ayudas?”, le pide de la manera más suave y justo los ojos de la madre se encienden, lo rueda y chasquea los dientes.

“¡Por el amor de Dios, Melissa!, ¿De dónde voy a sacar agua?”, inquiere enojada con su hija, yo me acerco al volante apoyo mis brazos para luego poner sobre mi cabeza, porque me duele la vejiga.

´No falta nada para que venga Eva con Niccolo´.

“¡Mira madre hay un Starbucks en la esquina de la calle!, me imagino que ofrece agua gratis”.

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