La novia vendida al magnate -
Capítulo 27
Capítulo 27:
POV Sofía.
Algunas lágrimas cayeron por mis mejillas antes la preocupación y los nervios, con manos temblorosas guardé el resultado en mi bolso y salí de la oficina dispuesta en ir a la mansión para confesárselo a Gael.
No podía ser tan malo, él… debía saberlo cuanto antes.
El camino en el auto fue eterno, y nunca dejé de temblar mientras mi mente hacía conjeturas.
Las puertas fuera de la mansión se abrieron con el auto entrando, pero mis ojos se achicaron cuando vi un montón de autos en la entrada, Los guardias estaban un poco acelerados, y le dije al conductor que se detuviera y que yo caminaba el resto.
Lo necesitaba antes de entrar.
Dejé todo en el auto, y me apresuré, pero mis pasos fueron disminuyendo cuando escuché una especie de alboroto dentro de la casa.
Solo pisé la entrada y noté como allí mismo había personas extrañas abrazando continuamente a alguien, pero mi mente, mi cuerpo y toda mi existencia se congeló, cuando la mujer que estaba allí de pie, se trataba de nada más y nada menos, que Camila…
Mi corazón se detuvo por un instante e incluso me hice a un lado cuando vi que ella abrazó a Gael con lágrimas en los ojos, mientras él permanecía quieto.
“Te amo tanto… no puedo creer todo esto… te amo Gael… te amo”, ella besó sus manos y luego sus mejillas, mientras él la miraba atónito.
Mi boca se secó en el instante, y tuve que saltar un poco cuando sentí una presencia a mi lado.
“Vaya… llegamos al tiempo… solo que creo que la noticia nos caerá de manera diferente para las dos, porque la mujer que ha dominado a ese hombre, acaba de despertar”, Fernanda sonrió terminando de entrar a la casa, mientras mis pies, solo retrocedieron todo el tiempo.
Y lo sabía, no era una cobarde, pero ahora solo quería correr, correr y olvidar esta imagen en mi cabeza que se había convertido de un momento a otro, en mi peor pesadilla.
Me metí al auto en el cual llegué a la mansión y le indiqué al conductor que saliera cuanto antes.
“Pero… señora… Koch”.
“Ahora mismo”, le indiqué con algo de fuerza.
El hombre comenzó a manejar y me limpié las lágrimas precipitadamente.
“¿Dónde vamos?”, miré el retrovisor y negué.
“Déjame en.… te diré en unos minutos”.
Él asintió de forma dudosa y cuando salimos de la mansión, solté el aire para tomar mi v!entre.
La escena frente a mis ojos parecía irreal, como si hubiera entrado en una dimensión distorsionada.
Camila, la mujer que había estado en coma durante tanto tiempo, estaba parada abrazando a Gael y expresando su amor por él. Sentí un nudo en mi garganta y mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.
Aun con mis pensamientos distorsionados, sabía que algo estaba muy mal aquí. Era evidente que ese informe médico de su muerte cerebral, era mentira, quizás estuvo en un coma inducido, y las palabras de Helena, solo rondaban por mi mente tratando de hacer una conexión.
Esas mujeres habían trazado un plan desde un inicio, o algo, tampoco me creía ese accidente donde Gael atropelló a su exesposa. Y aunque mi mundo se tambaleaba en ese momento, necesitaba saber más, entender lo que estaba sucediendo antes de sacar conclusiones precipitadas.
Sin embargo, ahora mismo no podía ir allí. Tenía las emociones explotadas, incluso desequilibradas, para enfrentar cualquier cosa en este momento.
Incluso, esta noticia del embarazo, menos podía hacer que alguien supiera. Esas mujeres eran peligrosas, y mi bebé indefenso no podía estar en medio de sus ojos.
Incluso, si tenía que ocultárselo a Gael por un tiempo.
Tomé mi bolso, mis cosas personales, y cuando llegamos a la zona central, le dije al chofer que me dejara aquí.
“¿Me llamará para que la busque?”.
“Tal vez tomé un taxi”.
“¿Está segura?”.
“Si”, no me giré para ver cuando el auto se iba y me metí a un café.
Yo no tenía a nadie más que a Gael en mi vida y me fue imposible que mis labios se apretaran ante el nudo que se me hizo en la garganta.
“¿Puedo tomar su pedido?”, levanté mi cabeza, volví a limpiar mi rostro y sonreí.
“¿Tiene batidos o algo así…?”.
La chica asintió sonriendo.
“Claro que sí”.
“Gracias”.
Después de que me tomé la bebida, mi celular comenzó a resonar.
El contacto de Gael titilaba permanentemente, y nada más caía la llamada, volvía a insistir,
Apagué el móvil, recogí mis cosas, y pagué en la tienda para salir.
El día se había vuelto un poco templado cuando salí a la calle, y miré a todas partes sin tener un rumbo.
Me parecía increíble que hace unas horas era la mujer más feliz de todas, y ahora solo tenía inseguridades en el alma.
Caminé por largo rato con la mente perdida, y estaba pasando una calle, cuando no vi que un auto venía precipitadamente. Intenté moverme ante los nervios, pero mi cuerpo, realmente no siguió la orden.
Escuché cómo surgió un frenazo, el auto tocó una parte de mi cuerpo golpeándolo, y luego solo vi el cielo azul, que se iba oscureciendo a los segundos.
“No ha sido grave… pero está embarazada”, mis ojos se reprimieron cuando escuché los sonidos agudos a mi alrededor.
Mi rostro hizo un gesto lastimero y luego me llevé la mano a mi v!entre cuando sentí una puntada.
“Ha despertado”, traté de sentarme, pero el médico vino negando.
“Tranquila… por favor, traté de estar quieta”, vi a mi alrededor de la habitación de hospital donde me encontraba y noté que había un hombre desconocido allí de pie.
En su rostro había un gesto de preocupación y luego miré al médico.
“Yo”.
“¿Te duele la cabeza?”, negué.
“¿Sabes cómo te llamas?”.
“Por supuesto”, él asintió.
“Son preguntas frecuentes… fuiste arrollada por un auto, y te golpeaste un poco.
Abrí mis labios mientras sentí sed, pero no dije nada.
“Este hombre… tomó sus documentos, incluso llamamos a sus parientes”.
Volví a mirar al hombre.
Tuvimos Que inmovilizar su brazo, tiene una torcedura.
Miré de nuevo al hombre desconocido, era alto, tenía un traje y se notaba que era empresario o algo así, por su porte.
“Lo siento… yo fui el culpable… no la vi, solo cuando ya cruzó la calle de forma imprevista”.
“La doctora viene en unos minutos, ella revisará su estado gestacional”
Asentí al médico, y luego él se retiró de la habitación.
“Diego Slim”, el hombre caminó ofreciendo su mano.
“No se preocupe, yo me haré cargo de todo”.
Negué varias veces, pero tomé su mano.
“Sofía”.
Su mano apretó un poco la mía y asintió.
“Realmente lo siento”.
“No fue su culpa… yo estaba algo dispersa”.
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