La novia vendida al magnate -
Capítulo 28
Capítulo 28:
POV Sofía.
“Voy a compensarla”.
Negué de nuevo retirando mi mano.
“No… no tiene que hacerlo… yo”.
En el instante una doctora entró sonriendo.
“Hola… voy a hacerte un eco… vamos a ver al baby de acuerdo”.
Me tensé un poco, miré al hombre que no pareció inmutarse ni irse, y lo vi hacerse a un lado, cuando la doctora preparó el aparato para ponerlo encima de mi v!entre.
“Esto será algo general… más que todo para comprobar su estado”.
Apreté mis dientes.
“Yo no sabía del bebé hasta hace unas horas”.
“Lo entiendo”, ella comenzó a verificar mientras frunció el ceño, hizo clip en algunas fotos, y luego me hizo escuchar sus latidos que partieron mi alma en mil pedazos.
“Sofía… el bebé se encuentra bien, pero tiene un poco de sangrado, lo cual hay que prestarle atención. Debes estar en reposo, y te enviaré algunos medicamentos”.
Asentí limpiando las lágrimas que se me derramaron, y ella apretó mi mano.
“No pasa nada… descuida. Sigue las instrucciones y todo irá bien… vendré en un rato”.
La doctora le indicó a la enfermera una serie de instrucciones, y luego volví a quedarme a solas con ese hombre.
“Sofía… usted puede contar conmigo para lo que necesite… realmente estoy aterrado con este accidente, y más si… está embarazada”.
“No se preocupe en serio… no fue su culpa. Si quiere, puede irse, gracias por traerme aquí”.
“¿Qué? No… no me iré de aquí… yo me haré cargo, ¿De acuerdo? Y por favor”, no sé por qué, pero el hombre puso la mano en mi hombro mientras se acercó otro poco.
“Usted puede pedirme lo que sea, estoy en deuda y no me moveré hasta saber que está completamente bien”.
Me sentí un poco cohibida, incluso estaba por decirle algo, cuando la puerta de la habitación se abrió, y allí mismo la presencia de Gael.
Su mirada primero se detuvo en mis ojos, pero al siguiente segundo, sus ojos fueron a la mano que aún continuaba en mi hombro, y luego, casi de inmediato, observó a Diego.
POV Don Rafael.
En la mansión.
Estaba totalmente impactado a pesar de que ya me había preparado para esto en algún momento. Había caminado hacia la mansión pensando que la abuela tenía un problema, pero ver a Camila allí sentada en el sofá, mientras su madre acariciaba su mano, ya era otra cosa.
Por supuesto que no tenía una muerte cerebral.
Sabía perfectamente que después del accidente, Camila había hablado con su madre, que ella sabía que había perdido al bebé, y que también iba en el auto con mi madre, cuando ella no debió estar con allí en ese momento.
Ella tenía muchas cosas qué explicar, pero su coma permanente todo este tiempo, incluso antes de hablar conmigo, era lo que estaba descifrando en todo este silencio.
“¡Gael!”, ella se levantó con cuidado y no pude evitar mirar a mi abuela.
“¿Qué es esto?”, la pregunta se me salió sola.
“¿Cómo? Camila se ha levantado… ¿No estás emocionado?”.
Apreté mi mandíbula duramente hacia Laura.
“Mamá… está fuera de sí, déjalo… esto es”
Por primera vez miré a Camila y a ella se le cortaron las palabras.
“¿Cuánto? ¿Cuánto es que ha pasado?”.
“Cariño… habrá tiempo para hablar de eso”, ella arrugó el ceño y negó.
“No… quiero saberlo ahora mamá”.
“¿Hace cuánto tiempo despertó Camila?”, mi voz se sobrepuso de entre todos.
Aquí estaba parte del personal, además de mi abuela y Laura, una tía de Camila, y parecía que Fernanda venía en camino.
Y debía salir de aquí, necesitaba sacar a Sofía cuanto antes de esta casa.
“Dos horas como mucho, estuvo desorientada la mayoría del tiempo, y le costó caminar al principio”.
“Es lógico… se supone que tiene muerte cerebral”.
“¿Qué?”, ella miró a Laura y luego a mí.
“¿Los médicos dijeron eso?”.
“Así es”, afirmé de forma irónica.
Camila me miró con sus ojos nublados y negó.
“¿No me extrañaste?”.
“Hay mucho por hablar”.
“Sí… pero… estoy aquí… yo… te amo tanto”, sus pies llegaron a mí y luego ella sostuvo mis manos con las suyas, mientras un nudo se me hacía en la garganta.
“No puedo creer todo esto… te amo Gael, te amo”, sus brazos me rodearon y me quedé quieto por un momento.
Pero en breves segundos, tomé su nuca, y la arrimé más, para poder susurrar.
“Tú y yo… tenemos una larga conversación, Camila”, y vas a explicar todo.
La separé de golpe y ella alzó el rostro para mirarme con aprensión.
“Debes descansar cariño”. Laura se puso de pie y luego noté que Fernanda llegó.
“¡Oh Dios, hermana!”, ambas se abrazaron por un momento y luego miré a la abuela de nuevo.
Su mirada solo me indicó que me tranquilizara y restregué mis ojos, mientras sentía que me ahogaba.
“Esto merece una fiesta… yo sabía que ibas a despertar en algún momento, tenía esa certeza en mi corazón hermana”.
Miré la escena, tanto Laura como Fernanda acariciaban su cabello, mientras ella solo tenía esa misma mirada de aquel día.
La de la culpa.
Quité mis ojos nuevamente de ella y luego miré el reloj. Sofía no había llegado, y era mejor, así que tenía que salir de aquí.
“Debo irme”, le dije a la abuela, mientras ella asintió.
“Puedes quedarte aquí… hablaremos después”.
“¿Qué?”, Camila no dudó en refutar.
“¿Cómo que puedo quedarme aquí? Que significa”.
Mi mandíbula se apretó y noté como su madre tomó las manos de su hija.
“Cariño… hay cosas que tenemos que hablar, han pasado dos años”.
No fue actuado que su rostro se pusiera pálido, ella incluso quedó sin color cuando le dieron esa noticia.
“Dos… ¿Qué?”, su respiración se volvió agitada y saqué mi teléfono para llamar a los médicos.
“Estarán aquí dentro de poco, ustedes debieron llamar a los médicos primero… hay que hacer chequeo general… esto no puede”.
“No te preocupes… yo atenderé a mi hija, Gael, hablaré con ella”.
“No quiero que Gael se vaya… no puede dejarme sola”, Camila se levantó.
“Por Dios santo… soy tu esposa Gael”.
Todo en el lugar se hizo silencioso, pero en vez de enfrentarme a ella en este momento, en mi mente solo estaba Sofía.
“Tengo asuntos que atender, Camila… dije…hablamos después”.
Caminé hacia la salida y divisé el entorno.
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