La novia vendida al magnate -
Capítulo 13
Capítulo 13:
POV Sofía.
“Yo no pude estudiar en la universidad… pero trabajaba en una tienda de ropa”
Gael me observó asintiendo.
“¿Qué querías estudiar?”.
Mi boca se curvó un poco, volví la mirada a mi plato y alcé los hombros.
“Creo que me gustaba mercadeo… bueno, cuando niña quería ser doctora, pero la vida te cambia los planes muy a menudo”.
“¿Ahora mismo quieres ser doctora?”, su interés me dominaba un poco.
Pero negué.
“No… trabajo en tiendas de ropa desde los quince años … así que, caía bien a los jefes, y siempre me dejaban en algún punto a administrar la tienda. Me gustó saber elegir como colocar todo y crear estrategias… es lo que aprendí y lo que comencé a querer… no sé si logro explicarme”.
Gael asintió masticando su comida, y luego tomó una servilleta.
“Lo entiendo perfecto… soy empresario. Me gusta tu visión”.
Me sentí un poco intimidada. ¿Qué podía asemejarse sus empresas con una tienda?
“¿Eres Mexicano?
“Nací en E$tado Unidos, mi madre es americana al igual que mi abuela. Ya sabrás que mi padre es de aquí”.
Asentí rápido recordando lo que Helena me dijo de su madre.
“Entonces… tienes las dos nacionalidades”.
“Así… estoy aquí y allá”.
Pude imaginar que, lo que lo ató a este lugar fue su exesposa y me picaba la ansiedad saber por qué de todo.
“Sofía… me gustaría que te involucraras en mis negocios… puedes comenzar con cosas simples, estoy seguro de que no te gustaría estar todo el día en casa”
Negué limpiando mi boca con mi servilleta.
“Por supuesto, no… además, debo hacer algo, yo… le debo mucho”.
Inmediatamente, su mano se posó sobre la mía, y su cabeza negó.
Sin embargo, su toque, estaba siendo demasiado para mí.
“No pienses así. Lo digo por ti misma… Puedes elegir un día, te enseño alguno de los edificios, las áreas, y decides… una persona de confianza, es bueno para mi tranquilidad”.
¿Persona de confianza?, me le quedé mirando y prontamente asentí.
“Gracias”
“¿Sofía? Una cosa”.
“Dígame”, parecía que lo que iba a decir, era algo serio, me puse algo rígida, y me senté derecha.
“Sé que somos dos perfectos desconocidos, ambos, de alguna forma, nos ayudamos en algo”.
Asentí de nuevo.
“Pero podemos llevar esto a algo más ameno… hay cosas que no puedo decirte, y quizás hay cosas de ti en las que no te sientes cómoda de decirme, pero eso no quiere que, me veas como tu enemigo”.
“No podría verte así… tú… me has ayudado mucho y”.
“Sofía… hay algo que quiero pedirte, y eso es que, quiero que estés casada conmigo al menos durante un año”.
Y mis ojos se abrieron mucho, No lo había pensado, pero era obvio que nuestro acuerdo era solo transitorio, y me apresuré a asentir cuando él volvió a hablar.
“Voy a compensarte en este tiempo, incluso si quieres entrar a la universidad, solo debes decírmelo”.
Mis mejillas se calentaron mucho, y negué.
“No yo… usted no necesita pagarme por usted… yo soy la que le debo”.
“Olvida eso”.
Quería meterme debajo de la tierra, pero prontamente llegó alguien para interrumpir.
“Señor… hoy es la visita del médico. Preguntan si estará presente”,
Vi cómo su rostro se transmutó un poco y luego asintió.
“Avísame cuando estén en ello”, la persona afirmó yéndose y luego me apresuré a hablar.
“¿Podemos comenzar mañana?, su mirada vino a mí enseguida.
“¿Mañana?”
“Me refiero a visitar su empresa, me gustaría trabajar en lo que pueda”.
Gael asintió un poco confundido.
“Bien. Entonces será mañana… soy madrugador”.
Mi boca se frunció un poco, y la de él también.
“No tengo problema… estaré lista”.
Y antes de que él se retirara totalmente de la mesa, se giró para decir.
“Mi asistente vendrá en unas horas, deberías ir con ella de compras”.
No le di una respuesta, porque él prontamente se fue.
Y mientras me quedaba allí sola en ese comedor, solo pensaba una cosa, yo también quería escuchar lo que iban a decir de esa revisión médica, y después que me levanté para llevar el plato, al menos tres mujeres casi corrieron diciéndome que no debía hacer cosas como estas.
Pero yo estaba formada para hacer cualquier cosa.
Me hice la tonta cuando vi a un personal médico llegar, y luego subí las escaleras como si fuese a mi habitación. Pasé por el sitio sabiendo que allí estaba Gael, y con el pulso rápido en mi pecho, me quedé pegada a la pared de un pasillo, cuando vi que no se tomaron el tiempo de cerrar la puerta.
“Hemos analizado durante semanas el estudio que se hizo, no vemos alguna reacción cerebral, todo está detenido como la primera vez”.
Cerré mis ojos en el momento en que ese médico dijo, y miré por la rendija la actitud de Gael.
“¿Sus órganos?”, él preguntó en tono neutro.
“Todo en ella está en perfecto estado… solo que”.
“Bien”, Gael los cortó de inmediato, pueden irse.
“Señor Koch… recuérdelo, la Señorita Camila”-
“He dicho que se vayan”.
Mis labios temblaron un poco cuando él lo dijo firme, como si le doliera saber que esta mujer, no regresaría a la vida, Y aunque yo sabía que estaba en un trato muy beneficioso para mí junto a Gael Koch, ahora no entendía por qué su actitud y palabras, me quemaban el pecho en este momento.
Me dejé caer en la cama y miré al techo, tratando de poner en orden mis pensamientos.
La imagen de Gael se dibujaba en mi mente, su mirada penetrante, su voz grave y su actitud dominante. Había algo en él que me atraía y me inquietaba al mismo tiempo. Pero esta nueva revelación, el misterio de su exesposa, añadía una capa adicional de confusión a la ecuación.
Sin embargo, podía entender una cosa, y tenerla muy clara.
Él… seguía aferrado a esa mujer.
La mañana siguiente me levanté incluso antes de la hora, me cepillé el cabello y agregué maquillaje a mi rostro. Me puse un vestido de la colección de compras, y luego bajé mirando mi reloj de pulsera.
Tuve que quedarme quieta faltando un escalón cuando mirando hacia el enorme comedor, ya estaba Gael con su abuela, mientras él sonreía tomando su taza de café.
Pasé un trago para seguir caminando, y luego su cabeza direccionada hacia mí, hizo que, a pesar de mis nervios acostumbrados ante él, sonriera para minimizar mi impacto.
“Buenos días”, saludé, y él se levantó.
“Buenos días, Sofía”, sin dudar besó mi mejilla, me abrió una silla, y me senté con las piernas temblorosas.
“Señora Helena”.
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