La novia vendida al magnate -
Capítulo 12
Capítulo 12:
POV Sofía.
Salí al jardín de forma apresurada, pasé algunos hombres que estaban haciendo trabajos en el jardín, pero no había nadie allí, hasta que escuché mi nombre.
“¿Sofía?”, me giré para ver a la abuela de Gael.
Helena.
“Hola… buenos días”.
“Ven… siéntate aquí. ¿Cómo amaneces?, apreté mi boca, pero me fui al mueble de jardín donde ella estaba sentada.
“Bien… todo muy bien”.
“Estás un poco pálida, ¿Ya desayunaste?”, negué.
“No tengo mucha hambre, y estaba buscando a Gael…realmente necesito hablar con él”.
Ella asintió rayando sus ojos.
“Vendrá en un rato, tiene unos asuntos en la empresa.
“¿Pasó algo?”, negué para ella.
Y prontamente, esa señora llamada Laura, salió, le hizo un saludo a la abuela con la mano, para luego irse en un auto que ya estaba preparado para ella.
Me tensioné de inmediato, y luego sentí la mano de la abuela encima de la mía.
“¿Laura te ha dicho algo?”, y la miré sacudiendo mi cabeza.
“No… yo, accidentalmente entré en la habitación de su hija..”..
Ella no pareció inmutarse y luego asintió.
“¿Gael te ha contado sobre Camila?”, en ese momento recordé sobre la advertencia de Gael, de que su abuela sabía todo.
“No, señora… debo decir que, estoy totalmente aterrada en este punto”
La mujer mayor me observó entre sus pensamientos, y luego me tomó de las manos.
“Independientemente de lo que pase, puedo asegurarte que Gael es un hombre bueno… y llevaría mis manos al fuego por él sin pensarlo. Nada es lo que parece, y espero que él, pueda explicarlo a su tiempo”.
Mordí mi propia boca.
¿Qué podía exigirle? Yo solo estaba aquí porque acepté un acuerdo con él. A excepción de su padre, no estaba obligada, y ¿Cómo podía pedirle una explicación cuando este matrimonio siquiera era real?
No debía afectarme absolutamente nada, porque si estaba aquí, evitándome un infierno con su padre o la misma rosa negra, era porque se había apiadado de mí.
Parpadeé varias veces y asentí hacía su abuela.
“Ella… ¿Qué tiene?”.
“¿Te refieres a Camila?”, asentí incluso con miedo.
“Tuvo un accidente… ella… estaba con la madre de Gael”, mi hija.
Mis ojos se abrieron mucho y sentí cómo el corazón subió a mi garganta.
“¿Su hija…?”.
Ella asintió.
“Sí… murió ese día… y han pasado dos años de eso”.
“Lo siento mucho”.
Ella palmeó mi mano.
“Perder a un hijo es la muerte misma… creería que incluso peor y con respecto a Camila, ella quedó así… dormida, conectada por todo ese sistema de cables”.
Mi ceño se frunció considerablemente y luego me agité.
“Pero… entonces como… ¿Cómo puede ser la exesposa de Gael?”
Ella tomó el aliento varias veces y luego levantó la barbilla.
“A Camila le declararon muerte cerebral, pero sus órganos y todo lo demás, siguen intactos… su familia es de bajos recursos y para poder”, ella se frenó un poco.
“Para poder dejarles una herencia, Gael se divorció de ella ante una corte, y su familia recibió su herencia, quiero decir, su madre y hermana”.
Mi cuerpo tembló un poco ante toda la información, y luego pensé en Gael.
¿Amaría a esa mujer aún? Era evidente que sí.
Y muy notable que le importaba mucho, y que este trágico accidente en que había muerto su madre, y le había arrebatado a su esposa de alguna manera, le había afectado mucho.
¿Y a quién no?
“¿Ella vive aquí… y no con su familia?”.
“Si… hasta hace un tiempo, Gael pensó que”, en ese momento unos pasos nos interrumpieron, y ambas nos giramos para ver que Gael estaba presente.
Esta mañana podía verlo con un semblante más relajado, e incluso noté su barba que apenas salía por su rostro.
Él era muy guapo, demasiado para ser real.
“Buenos días, Sofía”.
Y sí, mi cuerpo se estremeció ante su voz.
“Buenos días”.
“¿Está todo bien por aquí?”, él preguntó como si me conociera de toda la vida, y eso me afectó más.
“Sofía conoció a alguien hoy”, la abuela se adelantó y yo la miré como si le reclamara.
“¿Verdad?”.
Abrí mi boca, pero al final asentí.
“Bien, cariño… yo ya desayuné, así que puedes charlar a solas, y llevar a Sofía a desayunar contigo”.
Helena se levantó, e incluso Gael le tomó la mano para ayudarla.
Y fue tan abrumador quedarme a solas con él, que tuve que tomarme las manos para apretarlas.
“¿A quién conociste?”, él fue directo en su pregunta, pero mis sentidos se concentraron todos en su perfume, en la cercanía, y sobre todo en su mirada.
“Fue un… yo iba caminando por el pasillo, y había una puerta abierta… pensé. Yo”.
Su ceño se iba profundizando, y luego me quitó la mirada.
“Camila”, lo dijo incluso, como si ella estuviera presente.
“Sí… me encontré con su madre… y”, mi afirmación salió como un susurro y tuve que mirarlo cuando se hizo un silencio incómodo.
“Bien… ahora, vamos a desayunar”, él se levantó, pero tuve que preguntar como si me carcomiera la existencia.
“¿No vas a decir nada al respecto? Porque cada vez… me entero de algo diferente… y no es porque tenga por qué saberlo o el derecho, sino porque la gente se da cuenta de que no sé nada de ti”.
Gael dio unos pasos hacia mí y luego tuve que alzar el rostro ante su altura.
Sus ojos miraron mi boca, y luego fue a mis ojos.
“A excepción de Camila… podemos hablar de cualquier cosa. Y te digo algo Sofía… no quiero una actitud nerviosa en ti ante nadie… nadie tiene por qué hacerte frente, eres mi esposa legalmente, y puedes disponer de todo lo que se te antoje, sin preguntarme una sola cosa”.
Me tomó por sorpresa que tomara mi rostro y el latigazo que estremeció mi cuerpo ante sus dedos fríos, me debilitó en extremo.
“Y por favor… No me mires de esa forma”.
Mis pensamientos se agolparon en mi mente, intentando procesar la sorprendente revelación que acababa de recibir, la mujer frente a mí, Camila, era la exesposa de Gael.
Nuestro desayuno fue algo silencioso mientras lo sirvieron, y cuando el personal se retiró de este enorme y espacioso comedor, Gael rompió con el momento tenso.
“¿Qué hacías antes de que tu padre se enfermara?”.
Mordí mi boca un poco mientras tomaba el tenedor y miraba mi plato.
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