La novia más afortunada
Capítulo 31

Capítulo 31: 

Janet finalmente salió de su asombro cuando el dueño del restaurante se fue con su personal. Se quedó mirando a Ethan en silencio.

‘¿Cómo podía estar tan tranquilo?’, se preguntó.

«Ethan, ¿qué acaba de pasar? ¿Por qué el dueño de este restaurante ha sido tan amable contigo? Además, no indagó en el asunto para averiguar lo que realmente había sucedido. ¿Cómo estaba tan seguro de que las camareras fueron groseras con nosotros?» Janet lanzó una pregunta tras otra.

«No tuvo que interrogarlas. Los restaurantes de alto nivel siempre manejan los problemas de este tipo con cuidado porque no pueden permitirse el lujo de perder su reputación. El gerente y las camareras fueron desconsiderados, pero el dueño sabía lo que tenía que hacer. Después de todo, perder un solo cliente afectaría a su negocio porque la reputación es su mayor activo», explicó Ethan.

Mordiéndose el labio, Janet asintió en señal de comprensión.

Las palabras de Ethan tenían sentido.

«Hablando de eso…»

Sonrió y le dio un codazo juguetón en el brazo.

«Fuiste dominante como si fueras su jefe».

«Los gángsters como nosotros tenemos que fingir en todo momento. Es un mundo peligroso. Si no, ya estaría muerto».

Ethan llenó el cuenco de Janet con sopa y la miró.

Janet sintió que tenía razón, así que no indagó más.

Como Janet no tenía que pagar la cena, disfrutó de la comida y pidió sus platos favoritos.

El dueño les regaló una botella de Lafite como muestra de su disculpa.

Janet nunca había probado un vino caro, así que se bebió unas cuantas copas y pronto se emborrachó.

Por ello, Ethan la cogió en brazos y salió del restaurante.

Sean llevaba mucho tiempo esperando en la puerta del restaurante.

Abrió la puerta del coche para Ethan y le sonrió.

«Jefe, usted y su esposa están de buen humor hoy».

«Está borracha».

Ethan la metió suavemente en el coche.

«Pide a Garrett que vuelva a inspeccionar todos los restaurantes que pertenecen al Grupo Larson».

Aunque Janet no bebía mucho, era una bebedora débil.

Se quejaba de tener calor y de querer quitarse el abrigo cuando hoy sólo llevaba un abrigo fino y una camisola.

Ethan la sostuvo con seguridad en sus brazos y miró el espejo retrovisor.

«Compórtate. No estamos solos en el coche», le susurró al oído.

Sean apartó inmediatamente la mirada.

Llevaba muchos años trabajando para Ethan, pero nunca lo había visto tan feliz e íntimo con otra persona.Se sintió emocionado.

¿Se ha vuelto tierno?», se preguntó Sean.

Sin embargo, rápidamente negó con la cabeza.

Había visto el lado feroz y peligroso de su jefe más veces de las que podía recordar.

«Pero estoy muy caliente. Muy caliente, Ethan».

Janet gim!ó, apoyándose en su pecho. Levantó la vista, y su mirada borrosa se encontró con la suya.

Los ojos de Ethan se oscurecieron y sacó un pañuelo de papel para limpiar el sudor de la frente de Janet.

«Aguanta. Pronto estaremos en casa», dijo, acariciando su mejilla.

Las hormonas de Ethan estaban disparadas.

Aturdida, Janet apoyó la cabeza en su hombro, con la nariz rozando su piel.

Su aliento caliente sopló contra su cuello mientras sus dedos presionaban su manzana de Adán.

De alguna manera le pareció divertido y soltó una risita tonta.

«¿No te pedí que te comportaras?» advirtió Ethan.

Antes de que Janet se diera cuenta, la inmovilizó contra la ventanilla del coche.

Su cuerpo ardiente se presiono contra el de ella mientras la miraba con ojos lujuriosos.

Janet había roto su autocontrol.

Se inclinó hacia delante y la besó suavemente.

Ethan pensó que Janet había tomado la iniciativa para tentarlo, así que no se molestó en contenerse.

Le cogió el cuello y le mordió el labio inferior, pidiéndole la entrada.

Janet se estremeció bajo su peso y se aferró a su pecho, inclinando la cabeza hacia arriba y abriendo la boca para respirar.

Pero Ethan deslizó su lengua en la boca de ella, profundizando el beso.

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