Capítulo 53:

Cuando Abbott quiso tocar el anillo, Celia inmediatamente escondió su mano detrás de su espalda, pues aunque no valía mucho, era el primer regalo que le había dado Tyson, ¡Así que tenía que protegerlo!

El hombre sonrió ampliamente al ver lo nerviosa que ella se había puesto.

“Cece, no seas tan mala. Solo quiero verlo bien, eso es todo. No hay necesidad de que te pongas tan tensa».

Lanzándole una mirada gélida, ella le advirtió: «Mi esposo me dio este anillo. ¡Será mejor que no te ilusiones!».

Flavia miró furiosa a Abbott.

“¡Eres un b$stardo!», le gritó.

“¿Planeas arrebatarle el anillo a Cece también? ¿Ya olvidaste quién te salvó la vida?».

Ante eso, él soltó un bufido burlón.

“No menciones el pasado. Ustedes dos se comportan como si fueran familia y yo un extraño. No puedo creer que exista una madre como tú».

Enfurecida, la anciana se apresuró hacia él y trató de empujarlo por la puerta.

“¡Vete de aquí!», le gritó.

“¡Y no vuelvas nunca más! Si lo haces, no te abriré la puerta. De ahora en adelante, ¡Ya no eres mi hijo!».

Irritado, él la empujó a un lado, y sorprendida, Celia corrió hacia Flavia y la sostuvo.

«¿Siquiera eres mi madre en realidad? ¿Cómo puede haber una madre así en este mundo?».

Flavia no pudo evitar las lágrimas, y sollozaba con su corazón lleno de dolor y arrepentimiento.

Girándose hacia Abbott, Celia cuestionó con frialdad: «¿Y tú? ¿Acaso consideras a Flavia tu madre? Durante años, ella trabajó duro para criarte, e incluso aceptó un trabajo como niñera de la Familia Kane a una edad avanzada solo para pagar tus deudas de juego. Sin embargo, tú nunca la apoyaste ni una sola vez. No tienes derecho a culparla de nada».

Las facciones del hombre se contrajeron con ira ante eso, y enseguida señaló a Celia acusadoramente.

“Tú cierra el pico. ¡No tienes derecho de hablar aquí!».

Acto seguido, corrió y le agarró la mano de con una mirada amenazadora.

“¿Quieres que mantenga a mi madre? Entonces dame el anillo para que pueda venderlo y pagar mis deudas. O puedes ir a pedirle algo de dinero a los Kane para ayudarme. Si puedo superar esta dificultad, trataré de que mi madre cuente conmigo de ahora en adelante».

Celia retiró la mano en el acto para evitarlo.

“¡Deberías estar avergonzado de ti mismo!».

En ese momento Flavia explotó.

“¡B$stardo desagradecido!», le gritó.

“¿Cómo puedes amenazar a Cece de esa manera?».

Ignorando las acusaciones de las dos mujeres, Abbott todavía pensaba en el anillo en el dedo de Celia, y sin ninguna intención de rendirse, se apresuró a agarrarlo con una mirada feroz.

No obstante, la chica ya había esperado eso, así que lo agarró hábilmente por la muñeca y le dio una fuerte patada en la entrepierna.

Aunque gritó de dolor, él no se rindió, y trató de agarrar el anillo nuevamente.

Celia había practicado karate, pero no igualaba a Abbott en cuanto a fuerza. Ella sabía que no podía vencerlo con un solo movimiento, así que se concentró en desviar sus movimientos y buscar una oportunidad.

Preocupada por la chica, Flavia se levantó alarmada, y habiendo recogido la escoba rápidamente, golpeó a Abbott con fuerza en la espalda.

Él sabía que tal vez no podía derrotar a Celia, así que fue por su madre, la empujó bruscamente hacia el suelo y la abofeteó sin piedad varias veces, casi dejándola inconsciente.

Al ver eso, Celia entró en pánico y se apresuró a rescatar a la anciana, pero Abbott de repente la atacó por detrás y la presionó contra el suelo.

De todos modos, ella inmediatamente apretó los puños para no dejarle ninguna posibilidad de arrebatarle el anillo.

Entonces él de repente soltó una risa vulgar.

«Si no me das el anillo, tendré que ver si tienes algo de valor contigo».

Mientras hablaba, su mano ya estaba en la cintura de Celia, intentando levantarle la ropa.

Ella le golpeó la nariz con su cabeza, lo cual lo hizo dar alaridos de dolor, y aprovechando su distracción, le mordió el brazo con todas sus fuerzas.

«¡Cece! ¡Abbott, b$stardo! ¡No puedes tratarla así!», gritó la anciana, y de pronto se desmayó por la conmoción e indignación.

«¡Flavia!», gritó Celia ansiosamente.

Por su parte, Abbott aprovechó esa oportunidad para sujetar la muñeca de la chica, evitando que se moviera. De dientes apretados, ella luchó contra él con todas sus fuerzas, e incluso las venas de su frente estaban visiblemente brotadas.

Justo cuando estaba a punto de sucumbir al agotamiento, la puerta se abrió de golpe con tanta fuerza que casi se cae de las bisagras.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar