La Novia Fugitiva y el Magnate Misterioso -
Capítulo 216
Capítulo 216:
Por fortuna, Wayne había logrado evitar que el hombre pudiera atacar a Brea. En cambio, el agresor fue golpeado y neutralizado en el suelo, por lo que solo pudo maldecir.
«¡B$stardo! ¿Cómo te atreves a ayudarla? ¿Tienes idea de lo que esta z%rra hizo para convertirse en lo que es hoy?».
Por su parte, a la chica no le importaban las palabras sin fundamento del hombre, pues todo lo que quería era ayudar a Wayne aunque sabía que no era lo suficientemente fuerte para hacerlo. Al final, pensó que lo mejor era no empeorar las cosas, de modo que solo le preguntó a Wayne: «¿Estás bien? ¿Estás herido?».
Sorprendido por la preocupación mostrada por la joven, él rápidamente sacudió la cabeza, diciendo: «Estoy bien. Soy bueno en artes marciales, estos tontos no son rivales para mí».
Dicho eso, pateó al hombre que seguía maldiciendo en el suelo, como si le guardara un profundo rencor.
En ese momento, los guardias de seguridad del hospital se acercaron, y con su ayuda, Wayne atrapó a los otros atacantes.
Luego, una vez que esos locos habían sido sometidos con éxito, Brea llevó a Wayne a un lado para ver cómo estaba.
“¿Estás seguro de que estás bien? ¿Necesitas asistencia médica?».
Atónito por sus acciones, el hombre sonrió, bromeando: «Oye, ¿No se supone que somos enemigos jurados? ¿Por qué te preocupas tanto por mí?».
Fulminándolo con la mirada, ella replicó en tono de reproche: «¿De verdad te parece que es momento para bromas? A propósito, si soy tu enemiga, ¿Por qué me salvaste?».
«Oh, sí, eres muy molesta. Pero… sigues siendo una mujer hermosa, y yo soy un tipo demasiado tierno como para querer ver a una linda chica salir lastimada», respondió él.
Haciendo una mueca, Brea decidió no discutir más con él. A fin de cuentas, tenía razón. Ella era una mujer muy bella.
Poco después apareció la policía para llevarse detenidos a los sujetos que habían estado causando problemas. Por supuesto, Brea y Wayne también fueron llamados a declarar en la comisaría.
Contra todo pronóstico, dar sus declaraciones había sido mucho más problemático de lo que esperaban, por lo que terminaron saliendo bastante tarde del lugar.
Ya en la puerta de la comisaría, Brea se despidió de Wayne.
“Me iré a descansar porque todavía tengo que seguir con la filmación de la película mañana temprano. ¿Tú a dónde vas?».
Pensativo, Wayne contestó: «Déjame llevarte. Da la casualidad de que yo también voy al mismo hotel».
Sin negarse, la actriz se subió al deslumbrante auto deportivo de Wayne.
De alguna manera había estado comenzando a sentir curiosidad por él.
De hecho, había escuchado unos cuantos chismes sobre el hombre. Se decía que Wayne tenía a innumerables mujeres persiguiéndolo, pero que él no parecía interesado en ninguna de ellas. Preferiría conducir sus autos todo el día a tener una cita con una chica.
A raíz de ello, Brea se preguntaba qué clase de mujer sería capaz de enamorarlo.
«Llegamos».
Estaba claro que Wayne era un gran conductor, así que antes de que Brea pudiera recuperarse de sus pensamientos, el auto ya se había detenido en la entrada del hotel.
Allí, ella lo vio guardar las llaves en su bolsillo y cerrar la puerta cuidadosamente.
Luego la miró con sus ojos brillantes y una leve sonrisa.
«Permíteme acompañarte a tu habitación. No quiero que algún desquiciado quiera atacarte de nuevo», dijo él.
Atorándose con sus propias palabras, Brea quería replicar, pero reprimió el impulso.
Por primera vez, ella no le respondería con arrogancia. Al contrario, levantó la cabeza y sonrió con gentileza, dejando a Wayne atónito por un segundo.
Con esto, una inexplicable sensación surgió en lo profundo del alma del chico, quien quiso darse el gusto de mirarla a los ojos.
Enseguida la expresión de Wayne se suavizó y se veía mucho más amable que de costumbre. Brea estaba tan sorprendida por ello que se sonrojó de inmediato.
«Bueno, ya que quieres ser mi guardaespaldas, esta vez te concederé tu deseo.
Ahora, llévame arriba, apúrate», soltó la mujer con diversión.
«Vamos, superestrella», contestó él con una sonrisa, subiéndose al ascensor.
De repente, cuando Brea estaba por abrir la puerta de su habitación, Wayne se quedó estupefacto.
El cliente con el que se había reunido ese día era un tipo difícil y no pudo cerrar el trato. Entonces, como el sujeto se había registrado en el hotel Westin, Wayne también reservó una suite presidencial ahí, con la intención de continuar la negociación al día siguiente.
¡Lo que no esperaba era que Brea se estuviera quedando en la habitación contigua a la suya!
«Mmm… ¿Esta es tu habitación?», le preguntó él, sorprendido.
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