La Novia Fugitiva y el Magnate Misterioso -
Capítulo 212
Capítulo 212:
Brea no pensó que Celia se iría tan de repente, y menos que lo dejaría a solas con una persona que concebía particularmente molesta.
Después de que su amiga se marchara, la actriz se paró frente a Wayne y le dedicó una mirada penetrante.
Los dos fueron envueltos por un aura indescriptible. Mientras miraba al hombre que se encontraba de pie frente a ella, Brea sintió que parecía querer decirle algo, pero se resistía a hablar.
Después de esperar durante unos minutos a que Wayne hablara, ella puso los ojos en blanco y espetó: «Solo dilo».
Fue hasta ese momento que el hombre se aclaró la garganta y preguntó: «¿Viniste a que curaran tus heridas?».
Furiosa, la actriz exclamó: «¡Tú tienes la culpa! Como actriz, tengo que prestar atención a cualquier herida menor y asegurarme de que no deje ninguna cicatriz. Sé que no hay necesidad de venir al hospital para tratar heridas tan pequeñas, pero después de pensarlo dos veces, decidí venir. Si me queda alguna cicatriz en la mano, no se verá bien frente a la cámara».
Wayne quería burlarse de la mujer por armar un alboroto por algo tan trivial, pero al final se tragó sus palabras, ya que fue precisamente él quien la lastimó.
Dudando por un momento, finalmente dijo: «Extiende tus manos. Veré si las heridas son lo suficientemente graves como para dejar cicatrices».
Wayne se arrepintió de sus palabras en cuanto salieron de su boca.
Brea lo detestaba con todo su ser, entonces, ¿Por qué pensó que ella lo obedecería y le mostraría sus manos? Seguramente la actriz se iba a burlar por haberle dicho eso, pero ahora que sus palabras habían quedado al descubierto, Wayne no tuvo más remedio que apretar los dientes y esperar el golpe.
Sin embargo, las cosas no se desarrollaron como esperaba; por el contrario, Brea por alguna razón obedeció y extendió las manos.
«Claro, puedes echar un vistazo».
Las acciones de la actriz tomaron por sorpresa a Wayne, pero no permitió que esto lo perturbara y rápidamente tomó sus manos para examinarlas cuidadosamente; por dentro, él rogaba que la situación no se tornara demasiado incómoda.
«No necesitas ver a un médico para tratar heridas tan pequeñas. Tengo una pomada que puede evitar que este tipo de lesiones dejen cicatriz».
Frunciendo el ceño, Brea preguntó con recelo: «¿Y realmente funciona? ¿O solo pretendes perjudicarme más?».
Wayne la miró con molestia y se quejó: «¿Qué tipo de persona crees que soy?».
Él puso los ojos en blanco, tal como lo hizo Brea momentos antes, y explicó: «Debido a que juego mucho al baloncesto y al boxeo, de vez en cuando me lastimo las manos. He estado usando esa pomada desde que era un niño, y durante más de diez años aplicándola casi no me han quedado cicatrices. ¡Por eso sé que es absolutamente útil! Además, no estoy de humor para molestarte. Espera aquí un momento. Iré al estacionamiento y te traeré la pomada. Creo que guardo una en el coche».
Parecía que Wayne realmente quería ayudarla, ya que se dio la vuelta y salió corriendo tan pronto terminó de hablar.
Brea quería decirle que no hacía falta su ayuda, pero él se escapó tan rápido que no tuvo oportunidad de detenerlo.
Después de un rato, Wayne llegó corriendo con un envase de ungüento en la mano; él estaba sudando y jadeando, dando la impresión de que se había cansado mucho. Al verlo, el corazón de Brea se llenó de sentimientos encontrados; jamás habría imaginado que su enemigo tuviera un lado tan cariñoso.
Aunque no hace mucho tuvieron una pelea bastante intensa, de repente sintió que el hombre ya no resultaba tan molesto después de que saliera corriendo a buscar el ungüento con tanta ansiedad.
Wayne respiró hondo antes de entregarle el ungüento.
“Lamento haberte hecho esperar tanto. Tardé bastante en encontrarlo».
Gotas de sudor caían por su frente y barbilla, con algunas deslizándose a lo largo de su manzana de adán; esto inexplicablemente lo hacía ver se&y.
La imagen de Wayne corriendo con sudor por toda la cara le daba un aspecto desaliñado, muy diferente a lo que era normalmente. Sin embargo, Brea sintió que así se veía mejor que nunca.
Aun así, ella volvió la cara hacia un lado y dijo con un tono frío: «No necesito tu ayuda».
«¿Qué?», Wayne sonaba muy confundido cuando dijo: «Pero lo traje para ti. ¿Por qué cambiaste de opinión tan de repente?».
Tras pronunciar esas palabras, el hombre sintió que su tono y sus palabras habían sido un poco agresivas, así que agregó a toda prisa: «Quiero decir, dado que fui yo quien te lastimó, es natural que me haga responsable y te ayude. No tienes que sentirte mal por ello. Además, dijiste que tus manos están aseguradas, y si te queda una cicatriz, lo más probable es que me pidas una compensación. Aunque no me falta el dinero, si mi familia se entera de esto, pensarán que les estoy causando problemas por todas partes. Eso solo me dará más molestias, así que quiero evitar que las cosas lleguen hasta esas instancias. En resumidas cuentas, tengo la responsabilidad de curar y cuidar tus manos».
Después de decir esto, no esperó a que la actriz respondiera y desenroscó el frasco de pomada para después tomar una de sus manos.
“Déjame ayudarte a aplicar el ungüento».
En ese instante, cuando Wayne tomó la mano de Brea, su corazón dio un vuelco de manera inesperada.
Cuando su mano entró en contacto con la de la actriz, él se sentía como si hubiera una corriente invisible fluyendo a través de las yemas de sus dedos; esto lo dejó conmocionado y sorprendido al mismo tiempo.
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