Capítulo 183:

Brea parecía haber percibido la frustración de Wayne. Los ojos de la actriz se tornaron fríos, y después de mirar al hombre durante un buen rato, ella se burló: «Parece que hoy he tenido muy mala suerte. Me encontré con una bestia en cuanto salí del hotel».

Esta frase hizo añicos la agradable impresión que Wayne tenía de ella y lo trajo de vuelta a la realidad en un instante.

Fulminándola con la mirada, él le dijo: «¿A qué te refieres? ¿Acabas de insinuar que soy una bestia? ¿Solo estás provocándome?».

Brea se burló con la misma frialdad: «¿En qué momento dije que tú eras la bestia?

¿Por qué te apresuraste a deducir que hablaba de ti?».

Wayne apretó los dientes con ira; mientras recordaba el desafortunado encuentro que tuvo con la actriz la última vez que estuvo en el Grupo Evans, él comenzó a preguntarse si valía la pena ir en su contra.

Cualquier persona podría darse cuenta de que era muy difícil lidiar con esa mujer; para empeorar las cosas, poseía la asombrosa habilidad de responder a una velocidad increíble, sobre todo cuando se trataba de insultar. Wayne no era rival para ella.

Cuando los fanáticos vieron que el hombre se enojó hasta el punto de quedarse sin palabras, no dudaron en aplaudir y elogiar a Brea.

«¡Hurra! Hace un momento ese hombre intentó calumniarte frente a todos, así que lo trajimos para que se disculpara».

Brea se dio la vuelta, y tras dedicarles una sonrisa a sus fanáticos, les dijo: «¡Gracias a todos!».

Los fanáticos se emocionaron en el instante que miraron la sonrisa de su ídolo.

«¡Oh, Brea me sonrió! ¡Eso me hace tan feliz!».

Mientras tanto, en el momento que Dilan vio que su jefe estaba rodeado por un grupo de jóvenes, hizo todo lo posible por abrirse paso entre la multitud. Él iba decidido a darle a Wayne algo de apoyo, pero se desmotivó por completo en el momento que vio al grupo de hombres corpulentos que rodeaban a Brea.

Consciente de que era un simple chófer y asistente, mientras que los guardaespaldas obviamente poseían habilidades en el combate, Dilan solo pudo sonreír torpemente mientras decía: «Creo que solo es un malentendido. ¡Es un gran malentendido! El Señor Evans tiene que atender un asunto importante, así que es hora de que nos marchemos».

Tras esta breve explicación, el hombre tomó el brazo de su jefe e intentó escabullirse entre la multitud.

Al ver esto, Brea simplemente le guiñó un ojo a sus guardaespaldas; los corpulentos sujetos de inmediato rodearon a Wayne y Dilan para evitar que se fueran.

Consciente de que se hallaban en medio de una situación desfavorable, lo primero que hizo el asistente fue disculparse.

“Señorita Duffy, lo sentimos. Por favor, deje que mi jefe y yo nos retiremos. Tenemos que reunirnos con un cliente muy importante, así que no podemos perder el tiempo aquí».

En lugar de sentirse agradecido, Wayne se enfureció aún más tras ver cómo Dilan adoptaba una actitud sumisa. Él lo fulminó con la mirada y dijo: «¿Por qué te disculpas? No te disculpes con esta tipa. Se supone que trabajas para mí, ¿O no? ¿Por qué eres tan cobarde? No se puede razonar con todo el mundo. Para alguien como Brea, que es una mujer que carece de lógica, jamás lograrás hacerla cambiar de opinión sin importar lo que le digas. Si ella realmente es una persona racional, ¿Entonces por qué todos sus fanáticos actúan como desquiciados?».

Dilan se puso ansioso de inmediato. Aferrándose al brazo de Wayne, él explicó: «Un hombre inteligente debe conocer su lugar. Todos los presentes están del lado de

Brea, lo que representa una enorme desventaja si pretendemos luchar contra ella».

Wayne no estaba dispuesto a escuchar a su asistente, por lo que siguió hablando con un tono obstinado: «No, no podemos abandonar nuestra dignidad. Sin importar lo que pase, no me rendiré ante Brea».

Dilan sintió que el dolor de cabeza que tenía cada vez se agudizaba más y más.

A decir verdad, más que molesto, estaba confundido; su jefe era un sujeto muy extrovertido y nunca discutía con los demás, pero entonces, ¿Por qué seguía discutiendo con Brea?

¿Acaso los dos compartían un vínculo místico?

Sin embargo, ya casi era hora de que se reunieran con su cliente, uno de los más exigentes; era tan importante, que el propio padre de Wayne, el presidente del Grupo Evans, le pidió personalmente a su hijo que se encargara de cerrar el trato. Si Wayne no lograba conseguir el proyecto, su padre le echaría toda la culpa.

Con esto en mente, Dilan nuevamente intentó hacer entrar en razón a su jefe: «Señor Evans, usted es un caballero, y los caballeros no pelean con mujeres. Vamos, es hora de reunirnos con nuestro cliente. No retrase la junta por culpa de su impulsividad».

El asistente creyó que Wayne cedería y se iría después de escuchar sus palabras, al fin y al cabo, era un hombre racional que conocía sus prioridades.

Pero para su propia sorpresa, su jefe continuó defendiéndose con hostilidad: «Podemos hablar de negocios más tarde. Hoy, lo único que me importa es mantener mi integridad como hombre».

Wayne resopló con frialdad, y tras apartar a los guardaespaldas, se acercó a Brea mientras la miraba con unos ojos llenos de rabia: «Brea, ¿De verdad quieres pelear? Entonces pelearé contigo hasta el final».

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