La Novia Fugitiva y el Magnate Misterioso -
Capítulo 144
Capítulo 144:
Celia no quería imaginar lo que sería capaz de hacer ese demente.
Desesperada, ella luchó con todas sus fuerzas para evitar que el hombre la tocara.
Pero como tenía las manos y piernas atadas, no podía escapar del agarre de Abbott por más que lo intentara.
Cuando él estaba a punto de agarrarle la ropa, ella dejó de luchar de repente y pensó en una nueva estrategia para salvarse.
Celia lo miró y le preguntó: «¿Qué es exactamente lo que quieres?».
Abbott se sorprendió un poco cuando vio que la mujer había dejado de resistirse. En ese momento, soltó la ropa que sostenía y subió la mano para acariciarle la mejilla suavemente.
«Cece, ¿Realmente no lo sabes o solo estás fingiendo? ¡Lo único que quiero es dinero!».
Él sonrió con lascivia y agregó: «Si no le pides dinero a tu esposo por tu rescate, primero te vi%laré y luego te venderé como pr%stituta. Eres demasiado bella. Con tus prominentes senos y gran trasero estoy seguro de que muchos hombres pagarían mucho dinero para disfrutar de tu cuerpo».
Mientras decía esto, los ojos de Abbott brillaban con codicia.
Un incendio de ira ardió dentro de Celia, quien exclamó furiosa: «¡No eres más que un b$stardo! Mi madre y yo te ayudamos todo el tiempo. ¿Y es así como me pagas?». Abbott dejó de sonreír y resopló con frialdad: «¿Cuántos años han pasado desde entonces? Ya que lo mencionaste, mostraré misericordia solo por el bien de tu madre: te daré una manera de vivir. Ayúdame de nuevo y pídele dinero a tu esposo, entonces te dejaré ir».
La respuesta de Celia, sin embargo, seguía siendo la misma: «Realmente no tengo dinero. ¡Mi esposo tampoco tiene dinero! Y el anillo en mi dedo es falso».
Ella sabía que si confesaba que no tenían dinero, Abbott definitivamente pensaría en el anillo de inmediato. Por eso ella se adelantó a esa posibilidad y le mintió.
De lo contrario, no sabía qué haría él si supiera que el anillo que Tyson le dio era invaluable.
Abbott refutó con frialdad: «Cece, me estás mintiendo otra vez. Yo mismo escuché a los criados de la Familia Kane comentar que te casaste con un hombre de la Familia Shaw. ¿Cómo es posible que alguien de esa familia no tenga dinero?».
Cuando Celia lo escuchó mencionar a la Familia Shaw, puso los ojos en blanco y se le ocurrió una idea. Decidió usar la reputación y el poder de la Familia Shaw para asustarlo.
«Bueno, si ya sabes que mi esposo es de la Familia Shaw, estarás al tanto de que ellos son los más poderosos de Hosworth. ¿Por qué me secuestraste de todos modos? ¿No tienes miedo de que la Familia Shaw ajuste cuentas contigo después de esto?».
Abbott soltó una carcajada de desprecio: «¡Maldición! Los cobradores de deudas están a punto de matarme. ¿De verdad crees que aún así debo temerle a la Familia Shaw?».
El rostro de Abbott se veía sin vida, no había brillo en sus ojos y la piel parecía pálida. En ese estado, no era diferente de una persona muerta.
Aunque Celia no sabía con exactitud todo lo que había estado pasando a Abbott esos días, podía imaginárselo vagamente.
Lo que sí tenía muy claro era que él se encontraba ahora en una situación desesperada. Por eso sin importar cuánto intentara persuadirlo o asustarlo, era inútil. ¡Ella tenía que encontrar otra manera!
Mientras Celia todavía estaba pensando en una forma de salvarse, Abbott de repente la agarró del hombro y le rasgó la manga de su camisa.
La delicada y suave piel de su brazo quedó expuesta, por lo que ella soltó un grito de sorpresa.
Celia comenzó a sentirse cada vez más asustada, temiendo que él realmente se atreviera a vi%larla. Una sensación de desesperación la dominó y luchó por resistirse.
¡Prefería morir antes que dejar que él la profanara!
A pesar de sus intentos, el mayor problema era que estaba totalmente inmovilizada de pies y manos. No tenía manera de luchar contra él.
«¡Maldita sea! Voy a morir de todos modos. Así que, primero, disfrutaré de tu cuerpo».
Abbott sonrió obscenamente y presionó a Celia hacia él, queriendo besarla por la fuerza.
Ella hizo todo lo posible por calmarse y pensar con tranquilidad.
No podía permitir que Abbott la vi%lara así como así, debía disuadirlo.
«¡No! Para. Yo… te obedeceré ahora».
Celia decidió fingir sumisión para apaciguarlo primero.
En efecto, Abbott dejó de forzarla y se sentó a un lado mirándola fijamente.
Ella aprovechó esa pausa para decir con el rostro pleno de terror: «Yo… le pediré dinero a mi marido». Celia quería convencerlo de que en verdad tenía mucho miedo.
La expresión del rostro de Abbott cambió de inmediato. Luego de un breve silencio, comentó sonriendo: «Me alegra que ahora sepas qué es lo que más te conviene. Siempre has sido inteligente desde que eras un niña, no debes actuar como una estúpida todo el tiempo. Una mujer sabia se somete a las circunstancias. Mientras tu esposo me dé el dinero, te dejaré ir».
Tan pronto como dijo esto, Abbott agarró el teléfono de Celia.
«¿Cuál es el número de tu marido? Lo llamaré ahora mismo».
Ella le dijo el número de Tyson mientras Abbott presionaba las teclas y, luego, marcó la llamada en altavoz.
El teléfono sonó varias veces, pero no hubo respuesta. Celia supuso que, en ese momento, ya Tyson debió haber descubierto que ella estaba desaparecida. Lo más probable era que él estuviera buscándola desesperado por todos lados. Por eso ni siquiera tomaba en cuenta las llamadas entrantes de su celular.
Abbott colgó la llamada con impaciencia. Volvió a marcar el número y lo puso en altavoz nuevamente. Esta vez, alguien finalmente respondió.
La voz ansiosa de Tyson llegó desde el otro extremo de la línea: «Cece, ¿Estás bien? ¿Dónde estás? ¡Te buscaré ahora!».
Cuando Celia escuchó las preguntas de Tyson, estaba tan emocionada que casi rompe en llanto. No obstante, no podía dejarse influir por sus emociones en ese momento crucial.
Ella se devanó los sesos, tratando de encontrar una manera de contarle su situación sin irritar a Abbott.
La mujer apretó los puños con fuerza y, solo entonces, al sentir que el anillo en su dedo le lastimaba la piel, finalmente se le ocurrió una idea.
Le pediría a Tyson que, como pago por su rescate, le diera el anillo de bodas de la Familia Shaw a Abbott.
La casa de empeño había comprobado que era una falsificación.
¡De modo que usar ese anillo falso era la mejor opción!
Además, Tyson la conocía muy bien. Si ella de repente le pedía el anillo de bodas, él descubriría de inmediato que algo andaba mal.
Así, como única salida posible, Celia decidió intentarlo y depositar todas sus esperanzas en Tyson.
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