La Novia Fugitiva y el Magnate Misterioso -
Capítulo 143
Capítulo 143:
Celia nunca hubiera pensado que la persona que la había raptado fuera Abbott.
Estaba tan furiosa que sus ojos almendrados se abrieron de par en par mientras lo miraba con fiereza. Quería insultarlo, pero tenía la boca tapada y no podía hablar.
Él le arrancó la cinta adhesiva de la boca y la miró con desprecio a ella, que arrugó la cara con dolor. Se rio de forma obscena y picarona, y la saliva salió disparada de su boca.
Celia respiró hondo y por fin se calmó; apretó los dientes y espetó: «¡Abbott! ¿Qué significa esto?».
Abbott resopló y tiró la cinta al suelo.
“¿No es obvio? Por dinero, por supuesto… mi maldita madre no me da el dinero, ¡Y tú te negaste a ayudarme! Eres una p%rra sin corazón, ¿Y esperas que sea bueno contigo? Este es mi último recurso. ¡No te creas que puedes vivir una vida buena y pacífica mientras yo estoy así!».
Todo el cuerpo de Celia ardía de rabia. Apretó los dientes y dijo: «Flavia no tiene dinero, ¿Acaso no eres tú quien conoce mejor su situación financiera? ¿Y por qué debería ayudarte? ¡No eres más que un adicto al juego que se gastó todos los ahorros de su madre apostando! ¿No tienes consciencia? ¿Por qué no puedes entender que lo estás haciendo mal?».
Irritado por sus palabras, Abbott le dio una fuerte bofetada en la cara y la escupió.
«Sí, soy un maldito desalmado, ¿Y qué? ¿Quién eres tú para darme lecciones sobre lo que debo hacer o no? De todos modos, solo quiero dinero. ¡Si no consigo el dinero, te garantizo que te haré perecer conmigo!».
La cabeza de Celia zumbaba como consecuencia de la fuerte bofetada, y saboreó un leve sabor metálico en su boca.
Sin embargo, la fuerte ira dejó de lado el dolor por el momento, y apretó los puños.
¡Este maldito se había vuelto loco!
Lo miró con frialdad, y espetó: «Bueno, Flavia y yo no tenemos dinero, ¡Fue inútil que me secuestraras!».
Al oír esto, Abbott se burló de manera macabra.
“Tú no tienes dinero, pero tu esposo debe ser rico, ¿No? El anillo que te dio es muy valioso. No logré conseguirlo la última vez, pero hoy lo haré».
Mientras hablaba, dio un paso adelante para coger el anillo de la mano de Celia, como hizo la última vez.
Ella enseguida apretó los puños con fuerza para detenerlo, pues nunca dejaría que el anillo de la madre de Tyson cayera en manos de semejante basura. Aunque tuviera que arriesgar su vida, ¡Debía protegerlo con todas sus fuerzas!
El otro trató varias veces de alcanzar su dedo anular, pero no pudo sacárselo. Se enfadó tanto que rugió y le dio una fuerte patada que la tiró al suelo. Luego, se cernió sobre ella y la abofeteó de nuevo, haciendo que su cabeza se desviara hacia un lado.
«Déjame decirte que, por desgracia, mi objetivo no es solo este anillo. Te secuestré para pedirle un rescate a tu maridito, ¡Así que será mejor que seas obediente, o te haré cosas inimaginables!».
La patada cayó sobre el pecho de Celia. Le dolió tanto que se quedó sin aliento y no podía ni moverse, pues sentía como si sus órganos internos hubieran sido aplastados.
Pero aun así se las arregló para mirar a Abbott, y le preguntó con voz dolorida: «¿Cómo supiste dónde estaba?».
Él se sentó a un lado y agitó la linterna sobre su rostro, haciéndola entrecerrar los ojos sin poder evitarlo.
Sonrió de forma terrorífica y dijo: «Oh, bueno, descubrí por casualidad que trabajas en el Grupo Semshy, así que te seguí todo este tiempo… ¡Y hoy por fin tuve la oportunidad de atraparte! ¡Maldita sea! No he comido lo suficiente estos días. ¡Estoy muerto de hambre!».
Abbott maldijo antes de reírse de repente a carcajadas, como si estuviera loco, y sus ojos mostraron una mirada codiciosa al decir: «El Grupo Semshy es un grande. Ahora te deben pagar muy bien, ¿No?».
La muchacha ignoró sus tonterías y siguió pensando en secreto en cómo escapar de esta situación.
Al ver que ella no decía nada, Abbott sacó su celular del bolsillo y presionó su dedo contra la pantalla. Después de desbloquearlo y buscar durante mucho tiempo, no encontró el número de teléfono de Tyson, porque Celia no lo registró con su nombre.
Tuvo que darle el teléfono y la obligó a llamarlo en su lugar.
«Si quieres vivir, llama a tu esposo para pedir un rescate».
Por supuesto, con lo terca que era Celia, nunca haría lo que él le ordenaba. Ella miró a otra parte, ignorándolo.
Abbott maldijo y la apretó contra el suelo, con sus rodillas presionando con fuerza sobre su espalda, haciéndola gritar de dolor… pero ni eso despertó su compasión, y la siguió presionando.
«¿Crees que no soy capaz de matarte?», se burló.
«¡Entonces, mátame!», gritó la chica, y volteó la cabeza para verlo, «¡Si me matas, no solo no conseguirás el dinero que deseas tan desesperadamente, sino que te convertirás en un asesino!».
Ante sus palabras, los ojos de Abbott mostraron un rastro de vacilación, y luego se burló.
“¿Quieres asustarme? No tengo miedo. ¡Puedo hacer cualquier cosa por dinero!», exclamó con brío.
En cuanto terminó de hablar, estiró las manos hacia el cuello de la muchacha y trató de quitarle la ropa, «No tienes una lengua tan afilada, ¿Eh? Pero, adivina qué, ¡Hoy mismo te haré saber lo que puedo hacer!».
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