Capítulo 127:

Al pensar que Tyson nunca podía dormir bien por su culpa, Celia se sintió un poco culpable, y después de pensar por un momento, consultó: «¿Qué tal si dormimos en habitaciones separadas durante los próximos días? Cariño, sé que no has descansado bien últimamente, y podríamos probar si ese método funciona. Además, se acerca mi período y eso podría ser un inconveniente para que durmamos juntos».

«No, a mí eso no me importa nada, pues me gusta mucho pasar tiempo contigo». Abrazándola con fuerza, continuó: «Tienes que saber que tampoco puedo dormir bien sin ti en mis brazos. Y necesitas que te cuide durante tu período; no puedo dejar que sufras sola y no hacer nada».

Celia se quedó sin palabras. Al principio, sus dulces palabras la tomaban constantemente con la guardia baja, pero ahora estaba acostumbrada y le gustaba escucharlas cada vez más.

Poniendo sus brazos alrededor del cuello de Tyson, lo besó en los labios.

“Cariño, eres muy amable. Me encantas».

Aprovechando esa oportunidad, él profundizó el beso antes de susurrar cariñosamente: «Y tú a mí. Te amo, ¿Sabes? Y quiero hacerlo profundamente».

Al escuchar eso, ella se sonrojó incontrolablemente, y avergonzada, trató de soltarse de sus brazos presa del pánico, pero él la sujetó con más fuerza.

«¡Eres aún más coqueta que antes!». Con timidez, ella comentó: «Tú no eras así al principio. ¿Cómo es que te has convertido en un donjuan?».

Haciendo una pausa, se mordió el labio inferior, y luego dijo en voz baja: «Parece que estás pensando en hacerlo todo el tiempo».

«Bueno, es que eres muy hermosa. ¿Y cómo no pensar en ese tipo de cosas con una chica tan bonita en mis brazos? Si no lo pienso, nuestra vida matrimonial será más difícil en futuro».

Celia no entendió a qué se refería, y levantando la vista, preguntó confundida: «¿Qué quieres decir con eso?».

Rozándole la oreja con los labios, él susurró: «Escuché que si la vida se%ual de una pareja no es armoniosa, su relación será un fracaso. Piénsalo. Si no tuviese ninguna reacción como las que tengo contigo, ¿No tendría que ir al hospital para ver a un médico del departamento de andrología?».

Solo entonces ella entendió lo que él quería decir, y sonrojándose una vez más, respondió con timidez: «Cuando la operación de Flavia haya sido realizada con éxito, compensaremos lo que no hemos hecho antes».

Eso fue lo más audaz que pudo decir para tranquilizarlo, y la verdad fue que él quedó muy satisfecho con ello.

“¡Sí! Oye, no puedes retractarte de tus palabras».

Dicho eso, la besó en los labios nuevamente y dijo: «Ese fue un beso de buenos días».

Después del desayuno, Celia volvió a su habitación para empacar sus cosas antes de sacar la copia original del acuerdo que había firmado con Adrien. Lo que pasó el día anterior le había enseñado otra lección seria, y para garantizar la seguridad del papel, lo encerró en el joyero.

«Cece, ¿Estás lista?», preguntó Tyson desde la puerta.

«Deberíamos salir diez minutos antes por si acaso».

Luego de guardar cuidadosamente el joyero, ella se puso de pie y caminó hacia él.

«Lista. Ya podemos irnos».

Con una sonrisa, ella agarró la mano de su esposo con naturalidad y salió de la casa a su lado.

Él la llevó a la empresa, detuvo el auto a un lado de la carretera, y girándose hacia ella, le dijo con una sonrisa: «Hay un atasco de tráfico pesado más adelante. Para que no llegues tarde, puedes caminar lo poco que falta».

Celia le regaló una sonrisa. Ella siempre se conmovía por la consideración de Tyson.

Luego de dejarle un pequeño beso sobre los labios, le dijo: «Gracias, cariño».

Entonces lo abrazó por un rato más antes de bajarse a regañadientes. El ambiente entre ellos era tan dulce como siempre.

Tyson la observó hasta que entró en la empresa, y después condujo de regreso a la Mansión Hillside como siempre. Una vez que llegó, se quitó la máscara, se cambió de ropa y se dirigió a la empresa con su nueva identidad.

Aunque era normal para él continuar de esa manera, por alguna razón, de repente se sintió un poco cansado de seguir viviendo esa doble vida.

Cuánto deseaba poder confesarle a Celia todo. De esa forma, no habría secretos entre ellos, y su mente estaría tranquila.

Sin embargo, tan rápido como le llegó ese pensamiento, se le fue, pues al pensar en la venganza inconclusa, el odio familiar y la motivación resurgieron en su corazón, y apretando los puños, contuvo su impulso de rendirse.

Ni bien llegó a la empresa, le indicó enseguida a Briar que llamara a Kiley del departamento de diseño para que fuera a su oficina.

El asistente pronto regresó y le informó: «Señor, Kiley todavía está en el hospital; no ha regresado a la empresa».

«Entonces dile que venga a reunirse conmigo tan pronto como lo haga», ordenó Tyson.

El hecho de que Celia había estado molesta durante mucho tiempo el día anterior por culpa de esa mujer todavía estaba en su mente.

Además, no era la primera vez que esa empleada le causaba problemas a su amada esposa. Él definitivamente no podía dejar que otras personas se encargaran de ese asunto, de modo que planeaba resolverlo en persona.

¡Nada lo detendría de deshacerse de esa mujer que constantemente intentaba afectar el estado de ánimo y la vida de Celia!

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