Capítulo 126:

Tyson sostuvo con cautela la mano de Celia y le preguntó: «Cece, ¿Por qué eres tan descuidada? Mira, Por distraída, te lastimaste otra vez».

Consternado, acercó la mano de la mujer a sus labios y sopló suavemente.

Celia sabía que Tyson se preocupaba por ella, pero aún se sentía un poco mal, y con un puchero, dijo: «Solo quería esquivar una cosa caliente y dura que me tocó el trasero».

Esta vez él se quedó sin palabras, pues resultaba ser el culpable.

De todos modos, se inclinó más cerca de su oído, y su cálido aliento la hizo temblar.

Entonces susurró: «No debí haberte culpado ya que fui yo. Esa cosa caliente y dura me pertenece, pero también es tu culpa por ser demasiado atractiva e inquietarlo».

La cara y las orejas de la mujer se pusieron rojas y calientes, y su corazón ahora latía anormalmente rápido. Tras morderle el dedo con timidez, le dijo: «Cariño, eres muy malo».

Su coqueteo encendió a Tyson de nuevo, y un calor comenzó a consumirlo. No obstante, tuvo que luchar contra su deseo desesperadamente porque ella se había lastimado, y besó sus orejas y cuello suavemente para tratar de saciar su deseo.

«Si no fuera por tu lesión, lo estaríamos haciendo ahora mismo».

Parecía que ya estaba tan cómodo con ella que no ocultaba sus pensamientos.

Al escuchar eso, Celia se sintió avergonzada y ansiosa al mismo tiempo, y empujándolo suavemente con el codo, se aclaró la garganta.

“Qué malo eres… ya acordamos considerarlo después de la recuperación de Flavia, ¿No es así?».

«Lo sé», dijo él antes de besar su cabello.

“No lo haremos antes de la operación de Flavia. Pero no te preocupes demasiado, ¿De acuerdo? Ella estará bien pronto».

Celia no entendió por qué él dijo tal cosa, de modo que le dijo confundida: «No estés tan confiado. ¿Cómo podremos encontrar un donante de riñón tan pronto?».

Tyson no se tomó la situación tan en serio.

“El tío de Wayne es el dueño de ese hospital, y nos ayudará a encontrar un donante».

Ante la mención del amigo de su esposo, Celia se sintió más avergonzada.

«Wayne ya nos ha ayudado demasiadas veces. No sé cómo agradecerle».

Y con un suspiro, agregó: «E incluso si encontramos un donante, no tengo suficiente dinero todavía para la cirugía».

Después de lo que le había sucedió ese día en casa de los Kane, sabía que era casi imposible para ella recibir nada de Adrien, y la verdad era que no podía pensar en otra forma de recaudar dinero.

Dándole unas palmaditas gentil y consideradamente en la espalda, Tyson dijo: «Por favor, trata de no pensar demasiado, ¿Sí? Los problemas siempre se solucionan».

Habiendo pensado por un momento, Celia finalmente estuvo de acuerdo. Ella había pasado por muchas dificultades desde que se casó con Tyson, pero al final todo terminaba resolviéndose.

«Cariño, tengo mucha suerte de tenerte. Eres mi amuleto».

Sonriéndole, Tyson le tocó suavemente la frente y la besó de nuevo.

“Es tarde.

Deberíamos ir a dormir o tendrás ojeras mañana».

«Bueno, incluso si me veo fea, no puedes alejarme. Estaré contigo toda mi vida», dijo ella y lo abrazó con fuerza.

Así se quedaron hasta que se durmieron.

Sin embargo, si bien Tyson no le hizo nada, ella no podía dormir bien, y no sabía si solo eran ideas suyas, pero siempre sentía que lo que él tenía entre las piernas la pinchaba toda la noche.

Aunque dio vueltas y más vueltas, no podía ignorar el toque caliente, e incluso quiso despertarlo varias veces. Sin embargo, pensó en el arduo trabajo del hombre durante el día, y no pudo soportar hacerlo.

La consecuencia de estar así toda la noche fue que se levantó con ojeras y bostezando sin parar.

Entonces descubrió que Tyson tampoco parecía haber dormido bien, pues lucía cansado.

«Cece, el desayuno está listo. Ve a lavarte la cara y a cepillarte los dientes para que vengas a comer conmigo».

Ella se tuvo que echar agua fría varias veces para poder terminar de despertarse.

Después fue al comedor a desayunar con Tyson.

Cuando los dos pares de ojos cansados se miraron, la pareja no pudo evitar estallar en carcajadas.

Celia se rio tan fuerte que le dolía el abdomen, y Tyson se lo frotó cariñosamente por un rato antes de que por fin se recuperaran.

«Cariño, ¿No dormiste bien anoche?».

Ella no podía ignorar las ojeras del hombre. Cada vez que él se quedaba despierto hasta tarde, siempre se le notaba, y esta vez le produjo mucha risa.

«Contigo en mis brazos, ¿Cómo puedo dormir bien?», preguntó él impotente.

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